EL CABECICUBO DE SERIES, DOCUS Y TV 

Jorge Ilegal, al diván

El documental sobre Ilegales y su líder ha logrado la sinceridad de otras películas de este tipo, pero sin escándalo. Jorge Ilegal queda retratado como una persona más, con sus flaquezas y debilidades, como una persona comida por un personaje, pero al mismo tiempo la gran personalidad de su grupo y sus vastos conocimientos musicales le sitúan entre las figuras más importantes de una escena, por otra parte, menguante

13/01/2018 - 

VALÈNCIA. “No nos podemos quedar sólo con una de sus muchas caras, por eso quisimos acercarnos a su figura para desentrañar los misterios que rodean al artista, cuya historia era dispersa y estaba llena de lagunas”, son palabras de Juan Moya en Público, codirector de Mi vida entre hormigas junto a Chema Veiga. Un documental sobre el líder de Ilegales que ya se puede ver en las plataforma de Movistar +.

Quizá tenga que ver con la muerte del disco y el hundimiento de la industria musical tal y como la conocimos durante cuatro décadas, pero los documentales de pop y rock son los grandes acontecimientos musicales del momento. Más que discos de regreso, todo el mundo regresa, o giras de reunión, todos los grupos se vuelven a reunir. De hecho, podríamos decir que ahora mismo más que en ninguna época, todos los estilos musicales habidos y por haber están de moda y a la vez.

De especial interés son los documentales de grupos que se quedaron a medio camino por avatares trágicos, como Desechables, o los que se atrevían a profundizar en la persona más allá del personaje, como Tu voz entre otras mil sobre Antonio Vega. El documental de Ilegales no es el de un grupo que se quedó en la estacada y merece la pena recordar para darle su valor real, ellos gozaron de éxito y una biografía amplia y hasta nuestros días. Pero sí que tiene mucho del de Nacha Pop, puesto que un frontman definitivo como es Jorge es desguazado psicológicamente sin piedad por los entrevistados.

Esa es la parte relevante, al margen del fenómeno fan satisfecho de ver contada de principio a fin la historia de un grupo que te gusta. Cualquiera podría ver la película y sentirse intrigado por su protagonista pese a no haber escuchado nunca en su vida ninguna canción de su grupo.

Hay tres detalles muy significativos. Mariscal Romero, el locutor de radio heavy, que entona su discurso habitual de que los grupos que surgieron a finales de los 70 y principios de los 80 haciéndole la competencia a sus productos, hard, heavy y rock urbano, eran en realidad pijos. Carga contra Kaka de Luxe, como de costumbre, y también contra Jorge. Dice que era de una familia acomodada y que a él, como pudiera sucederle a Carlos Berlanga, el hijo del director de cine, lo que les pasaba es que no iban bien en el colegio, no servían para nada, eran un quebradero de cabeza para su padres, hasta que vieron que servían para el punk. "El punk les salvó la vida", sentencia.

Luego hablan los miembros de su grupo. A todos les afectó el dinero que comenzaron a ganar exponencialmente en los ochenta. Hablan de meses de agosto en los que hacían un bolo al día. Conciertos, además, que eran un éxito. Tras pagar todos los gatos, les quedaban doscientas mil pesetas de la época para cada miembro del grupo. Un dinero ingente si lo ganabas a diario. Por eso todos abusaron de la cocaína, uno confiesa que se llevó una sorpresa cuando calculó que se había gastado un millón de pesetas en un año en meterse rayas. Y también de la heroína, como el batería David Alonso, que tuvo que agradecer que le echaran del grupo.

Sin embargo, todos coinciden en que su líder, Jorge, no se metía. Bebía mucho, whisky generalmente, y se metía alguna raya, pero ni de lejos se ponía como el resto de compañeros de generación. Alonso ahí le califica como "el más listo".

Y por último, al final, cuando se habla del Jorge actual, también unánimemente reconocen que el personaje se comió a la persona años atrás. Siempre da la nota, dice las burradas que se espera que diga en los medios, sale por ahí, pero al mismo tiempo es un solitario. Como en una de sus canciones, hay quien recuerda la letra de su hit Macarra cuando dice: "Hay un tipo dentro del espejo, que me mira con cara de conejo". Comentan el vértigo que se siente mirándose al espejo a cierta edad y que por eso él siempre sigue buscando compañía constantemente, aunque no pueda atarse a nadie. Un comportamiento que no es fácil de llevar.

Es un retrato sin piedad y lo positivo es que ha aparecido tal cual sin que él lo haya impedido. Ha colaborado con el documental en todos los medios. No como cuando se analizó el papel de la heroína en Antonio Vega en su obra y en su vida y eso supuso un escándalo.

La grandeza del líder de Ilegales es pasar olímpicamente de todas estas cuestiones, reconocer todo lo que se ha metido y dejado de meter y cómo influyó en su arte, puesto que las formaciones del grupo iban saltando por los aires quemadas, entre otras cosas, por el agotamiento derivado de la farlopa y las adicciones. También deja que las personas cercanas le retraten tocando donde si no duele sí incomoda y admite abiertamente que está en este mundo para ser odiado "por derechosos e izquierdosos", algo que entra dentro de lo tópico del personaje, pero que no es un papel fácil. No hay más que ver cuántos artistas que se han pasado décadas dedicadas al hedonismo han adquirido una conciencia social repentina solo cuando la política se ha puesto de moda.

Entre las curiosidades que marcan la diferencia, destacar un pequeño clinic musical que se permite Jorge sobre la influencia de la música española de hace quinientos años, la que viajó a América, la que conservan los sefardís y la que ha penetrado en canciones como el himno Louie Louie o la discografía de gemas tan delicadas como los Love.

El resto de peleas, borracheras, persecuciones con la chorra fuera de periodistas de magazine matutino de televisión, odio a los hippies y exhibición de parafernalia nazi para provocar, entre otros detalles, pertenece al terreno de lo esperable. Hay, no obstante, buenas descripciones del verso libre de Ilegales. Un sonido esquelético, se llega a decir. Punk de carácter, pero con corazón mod.

Mi vida entre las hormigas es un documental que describe con precisión a uno de los buques insignia de la explosión musical de los 80. Una década cuyo inicio estuvo marcada por el auge del pasotismo. Políticamente esa mentalidad pudo ser una tragedia, pero artísticamente será difícil que a otra época se le reconozcan tantos grupos tan originales y con tanta personalidad que cantaban en castellano. Y todo ello, sin tomarse ni muy en serio ni muy en broma. Jorge, tal vez por eso, suelta esta perla: "exponerse al ridículo es sano, todo el que sube a un escenario debe asumir su condición de esperpento".


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