entrevista

Javier Mas: "La Edad Media en España es la edad de las mujeres, el machismo llega con los Borbones"

30/08/2021 - 

CASTELLÓ. Javier Mas (Castellón, 1971) no tiene intención alguna de quedarse al margen de la historia. Además de porque es doctor en Historia Contemporánea, y ya es complicado estarlo, el también escritor acaba de publicar un libro donde explica el enfrentamiento que en 1448 hubo entre la reina Isabel de Portugal y doña Juana de Pimentel. No todas las grandes batallas han sido encabezadas por caballeros. También las mujeres tuvieron un papel destacado y decisivo en el transcurso de la historia. En 1448, estas dos mujeres se enfrentaron en una lucha sin piedad para poseer la Lobera, la misteriosa espada de Fernando III, cuyo poder era obtener la victoria de cualquier guerra.

Lleva varios años Mas visibilizando la historia de la Edad Media. Su pequeña obsesión como escritor y historiador es, en efecto, relatar aquellos episodios que en el pasado las mujeres encabezaron. Tras publicar un primer libro basado en la vida de María de Castilla, con el que fue reconocido en los premios Hispania de Novela Histórica, ahora presenta un relato que además respira sobre el género noir. "No quiero que quien lea mis libros piense que le estoy dando una clase de historia", apostilla el autor, quien aspira, a través de sus obras, a entretener. La reina de Espadas es un compendio de historia, aventura y misterio. 

-La gran mayoría de veces han relegado a las mujeres a un papel muy secundario en la historia, pero en la realidad muchas de ellas fueron determinantes desde “la sombra”. ¿Por qué decides contar la historia de la rivalidad entre la reina Isabel y doña Juana de Pimentel?
-La Edad Media en España es la 'edad' de las mujeres. Están en todas las órdenes de la sociedad. Ostentan poder, gobiernan, pintan, escriben, van a la universidad. Además, creo que hay un gran desconocimiento sobre la Edad Media española. Hay que poner en valor la historia que hubo antes de la llegada de los Borbones, porque antes de esto, el papel de la mujer era principal. En mi historia, la protagonista, que es Isabel de Portugal, gobierna por encima de su marido, el rey Juan II, quien era en realidad un monarca débil. También, Juana de Pimentel estaba casada con un hombre de carácter fuerte, don Álvaro de Luna, pero ella también impone y domina la situación. 

-La figura de Isabel de Portugal ha quedado en el imaginario como “la reina maldita” e incluso se llegó a decir que fue la que introdujo “la locura” a varias dinastías europeas, ¿crees que se ha juzgado con otro rasero a las mujeres a lo largo de la historia?
-Sí, los gobiernos que han venido después han tratado de tapar el papel de las mujeres. Ya lo hicieron con María de Castilla y después con Isabel de Portugal, las dos mujeres que han sido gobernadoras. Tras esto, la mujer queda en un segundo plano y por culpa de los Borbones, quienes eran machistas de verdad, la mujer desaparece incluso legalmente. No es que la sociedad española haya tratado mal a la mujer, el machismo y el racismo provienen del centro de Europa y se instalan con los Borbones, una dinastía machista, y no tan racista como la alemana, pero en la línea. 

Además, como bien decís, el papel de Isabel se trata de tapar haciendo creer que es el origen de la locura. Hay un episodio que narro en el libro en el que la reina Isabel encierra a una doncella en un ataúd, pero esto no lo hizo porque estuviera loca, sino porque tenía un grave problema de celos. 

-En esta novela optas por la figura del narrador omnisciente pero decides introducir como narradores también a algunos personajes de la trama a través de una especie de diarios personales. ¿Por qué optaste por esta fórmula?
-Hay que introducir estructuras que permitan dotarlas de mayor velocidad y rapidez. La novela, como el cine, en estos últimos 20 años ha evolucionado a una velocidad de vértigo. Han aparecido una serie de fórmulas que permiten acelerar la trama o que el lector entienda, por ejemplo, a los personajes sin necesidad de desarrollar su vida. Además, introducir al lector en la novela con un narrador directo, un narrador que le está hablando directamente a él, pero que a la vez está detrás de la trama, permite que éste se implique mucho más. Es algo que no se había visto mucho antes y a mi me ha gustado hacer. 

-¿Y cómo ha sido trabajar a esta velocidad? ¿Cuesta darle ritmo a un texto que mezcla tantos acontecimientos?
-Mi objetivo es claro, con mis novelas busco entretener. Desde ese punto de vista había que tratar de hacer que la estructura tuviera ritmo. Esto me lleva a que la novela tenga como dos partes muy diferenciadas. Una, que va sobre un asesinato, va a un ritmo; y otra, que desarrolla el enfrentamiento por la espada, va a otra. Tenía que darle una inyección de velocidad a mitad de la trama.

-Hay autores que durante su vida cultivan a fondo un género o un tipo de escritura. En tu caso resulta evidente que es la novela histórica. ¿Qué fue lo que te llevó a querer escribir más sobre España?
-Como soy doctor en Historia Contemporánea por defecto tenía que escribir de historia, pero hacerlo de la Época Medieval fue a raíz de una investigación que hice sobre el Papa Luna. Descubrí a un personaje fantástico y de ahí otros a cada cual más intenso. Del Papa Luna llegó María de Castilla, que gobernó en la Corona de Aragón, y de ahí a Isabel de Portugal y Juana de Pimentel, la cual me parece un personaje impresionante. Inicié una trilogía que no tiene nada más que ver que la ubicación. Primero María de Castilla, después Isabel de Portugal y ahora estoy preparando una novela sobre la abuela de Isabel la Catolica, Catalina de Lancaster, madre de Juan II. Continuaré así con personajes femeninos, mujeres potentes, con mucha fuerza y ganas de gobernar y decidir. 

-Uno de tus mayores retos es conseguir que el público joven lea tus novelas. Aunque, los índices de lectura indican que la franja de edad de entre 14 y 24 años es la que más lee, es el género de ficción el más beneficiado. ¿Por qué la historia sigue sin convencer?
-Porque no se cuentan las historias como tienen que contarse, no es problema de la historia. Yo introduzco el tema de la espada, porque es un tema potentísimo que creo que puede atraer a la gente joven. Si les hablas de aventura, magia, poderes, vas a tener más posibilidades. Son tramas que estamos acostumbrados a ver en películas de Hollywood con superhéroes. Hay que acercarse a lo que están demandando los jóvenes no imponerles una lectura que a veces no conecta con ellos. 

Creo que se lee muchísimo más que antes, pero en otros soportes como Instagram, ya sea un relato más largo o más corto. Da igual, se pasa mucho rato ahí y hay que trasladar ese mensaje directo y visual al libro. Sobre esa estructura y contexto hay que trabajar la historia. Los jóvenes tienen que conocer la historia, porque muchas cosas de las que han pasado superan la realidad y son atractivas. 

-¿Dirías entonces que Internet y las redes sociales son una oportunidad para impulsar este tipo de lectura?
-Sí sí, no me considero un 'anti' redes o 'anti' Internet. Se las tiene como un enemigo cuando realmente no lo son. Hay que saber cómo utilizarlas para que los jóvenes también lean. No podemos pretender que solo lean libros y estudien. Leerán, verán la televisión y estarán en las redes. Hay tiempo para todo, pero hay que hacer que no se desenganchen a la lectura. 

-¿Y cuál sería el mejor momento para leer una novela histórica? Así como otros géneros pueden leerse de manera colectiva, ¿requiere esta de mayor intimidad?
-No, yo creo que no. Fíjate, he descubierto que a mi hija, que tiene 19 años, le gusta lo que escribo y ella lo lee en cualquier momento. No hay una hora para la lectura. Con su edad quizá la mejor hora sea la tarde noche, pero los jóvenes tienen otra dinámica vital. Igual aprovechan si tienen un rato antes o después de comer y leen. Lo que hay que tratar es que la lectura enganche. Es lo que le da sentido. Crear una necesidad para que cuando tengas un hueco quieras ver cómo acababa el capítulo. Ver cómo termina la trama de la espada.  

-Este año parece que al fin las ferias de libros podrán celebrarse. ¿Cómo ha afectado al lanzamiento de tu novela carecer, durante tanto tiempo, de estos escenarios?
-La covid ha afectado, no sé si en ventas, pero sí en el lanzamiento. Ya en plena pandemia lancé un ensayo que escribí sobre unos niños austriacos que venían a España en la Postguerra. Justo al día siguiente de salir en el mercado nos encerraron y eso, quieras o no, al libro no lo mata pero le resta mucho, porque no puedes hacer promoción. 

Que este año haya ferias permitirá al menos que la promoción se vuelva a lanzar. En Navidad hay un periodo lógico de promoción que estaba cojo si no se ayudaba de las ferias del libro. Ahora, como se han trasladado a septiembre y octubre casi todos, no será lo mismo, pero va a permitir que lo difundas un poco. Yo iré a Madrid, Sevilla y València. 

-¿Qué otras lecturas recomendarías para aficionarse a la novela histórica?
-Lo que importa cuando leas una novela es que no sientas que te están dando una clase de historia. No todo es absoluto, una novela histórica no debe ser solo una novela, así como una novela negra no debe ser solo una novela negra. Mi novela es histórica, pero dentro también hay algo del género negro. Lo importante es que la literatura te entretenga y te ate, más allá del género. Eso sí, hay gente a la que le gusta la novela romántica. Personalmente me parece un género muy plano, sencillo y poco profundo que te aporta muy poco. Pero hay mucha gente a la que le gusta.

-¿Otros episodios sobre los que te gustaría escribir?
-Me gustaría seguir escribiendo novela histórica y mezclarla con otros géneros. Que la historia sea el marco y el escenario donde se encuentra el argumento, pero que el lector no perciba que le enseño historia. A partir de aquí, como te he adelantado, seguiré escribiendo de mujeres de la baja Edad Media, pero lo que me apasiona es la historia contemporánea. Me encantaría poder escribir -que seguro que acabaré haciéndolo- sobre la posguerra española. Hay historias inmensas e intensas. Por ejemplo, hubo unos años en los que por España pasaban trenes llenos de niños que iban a Portugal. La gente de aquí los acogía y les daba de todo pese a que habían muchas dificultades. Me parecería interesante contar como la intensidad de las relaciones humanas era más importante que el dinero. 




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