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Investigación sobre Tesla en Canal Historia con un curioso enfoque: ser tonto

La serie documental del Canal Historia sobre los papeles supuestamente perdidos del científico serbio Nikola Tesla avanza a través de un método singular: preguntas estúpidas. Las mayores tonterías que se le puedan ocurrir a uno, pues a partir de cada memez, se establecen las hipótesis. Y todo para llegar a las dos conclusiones que articulan toda la programación de esa cadena: Uno, nos ocultan cosas; dos, nos controlan los alienígenas

4/05/2019 - 

VALÈ¿Recuerdan ustedes a Espinete y Don Pimpón? Amables, divertidos y bonachones ¿verdad? Pues podría ser que fueran en realidad dos oficiales de las SS responsables de las mayores atrocidades cometidas a las órdenes del doctor Mengele. Fíjense en su indumentaria, entre los dos recoge todos los colores posibles, pero falta uno: el negro. El negro era el color del uniforme de las SS. Además, eran dos. ¿Saben quiénes eran dos también? Adolf Hitler y Heinrich Himmler. Estaban en el Barrio Sésamo, las dos primeras consonantes de sésamo son, vaya, SS. Poniendo voz de personajes infantiles hacían reír a los niños, pero también podían así ocultar su acento alemán. ¿Cuántas chucherías habría en el kiosco de Julián? ¿No serían por casualidad 88? La hache ocupa el octavo lugar en el alfabeto, es muy claro lo que significaría "HH": Hail Hitler ¿Por qué no se ahorcó a Espinete y Don Pimpón en cumplimiento de las sentencias de Nuremberg? ¿Quién les protegía? Nos ocultan cosas.

¿Les parecen descabelladas las líneas maestras de esta investigación? Pues no se pierdan Los archivos de Tesla en el Canal Historia, una serie documental que arroja una certeza clave que puede hacer tambalearse los cimientos de la civilización actual: Nos ocultan cosas.

Esa frase pronunciada por tantas abuelas en la mesa mosqueadas por algún comentario incompleto o conversación misteriosa de sus hijos o nietos, "me ocultáis cosas", es el leitmotiv de una investigación sobre aspectos poco claros de la biografía del científico serbio que se desarrolla en la mitad exacta de varios capítulos. En la mitad porque los primeros veinte minutos son para recordar el capítulo anterior y los últimos veinte para anunciar el próximo. En el medio se halla la gran verdad revelada por la que puede que tengamos que vivir el resto de nuestras vidas ocultos en el trastero alimentándonos de crema de cacahuete que habremos almacenado para sobrevivir años. Una exclusiva mundial del Canal Historia: "Nos ocultan cosas".

Lo mejor es el método elegido para descubrir que los gobiernos, o quizá los gobiernos ocultos que manejan a los gobiernos, nos ocultan cosas. Se trata de la estupidez. Una idiotez desnuda, brillante, esplendorosa. Ser tonto en el sentido más profundo de la palabra.

Se trata de un equipo de investigadores estadounidenses. Marc Seifer, Travis Taylor y Jason Stapleton. El primero de ellos ha publicado hagiografías de Tesla y es un experto grafólogo  Taylor es ingeniero aeroespacial, ingeniero óptico y autor de ciencia ficción, además de presentador de Rocket City Rednecks en National Geographic y Stapleton es empresario y "personaje de la tele", aquí presentado como investigador. Los tres, en el primer capítulo de esta mini-serie documental se plantan en Belgrado para visitar el Museo de Tesla, lugar donde se guardan supuestamente los arcones donde el científico recogió todo su trabajo. La hipótesis de los documentales parte de esos baúles de la siguiente manera ¿Lo guardó todo? ¿Seguro? ¿Y si nos ocultan cosas? ¿Y si se los llevó el gobierno? ¿Y si entre esos papeles estaban los planos para fabricar un rayo de la muerte que podría acabar con la vida en el globo terráqueo?

Para averiguarlo, de entrada, van a Serbia. Allí, en el museo tienen interés por examinar uno de los objetos expuestos: la caja fuerte de Tesla. Es una caja de caudales expuesta al público en una de las salas. Los tres investigadores son verdaderos sabuesos. Le preguntan al director del museo que de dónde ha sacado la caja, contesta que estaba en el hotel New Yorker y le dicen: "Ah, en el New Yorker, eh". Resulta que todas las pertenencias de Tesla fueron custodiadas por el gobierno estadounidense hasta que se enviaron a Yugoslavia en los 50. Durante esos nueve años, ¿se llevaron cosas de la caja? Podrían ser algunos documentos. Sí, documentos con los planos del rayo de la muerte.

El pobre director del museo explica que solo se trata de rumores sin importancia alguna. Ellos piden ver todos los baúles, les dicen que no se puede, que están en proceso de conversación y contestan: "¿Conservación, eh?" Al pobre director del museo se le ve que está a punto de que le dé la risa, pero el implacable interrogatorio sigue. "Los archivos del FBI dicen que había 80 baúles y usted solo tiene 60". El hombre replica que primera noticia, que en 1943 en plena Guerra Mundial tendrían otras cosas de las que preocuparse. Stapleton ve ahí que el director del museo de Tesla, sí, le oculta cosas. Dice que la entrevista recordó al a guerra fría, que se mostró "bastante esquivo" y fue a por él "de forma muy agresiva". En realidad, el director, durante el interrogatorio implacable, pone la misma cara que si le explican el significado místico del balconing.

En el último capítulo, van directamente al hotel a por los baúles. La víctima ahora es un responsable de ese viejo hotel. La hipótesis aquí es espectacular, no hay otro adjetivo para describirla. Una idea que solo se le puede ocurrir a alguien que simple y llanamente sea tonto. Un preciado don, pues dicen que los tontos no sufren en este valle de lágrimas que es la vida. Los investigadores elucubran que los planos del rayo de la muerte se parecen a los del hotel donde residía Tesla, en una de cuyas habitaciones murió. "Se me pone la piel de gallina", dice uno de ellos abrumado ante la posibilidad de que un edificio situado en mitad de Nueva York pueda tratarse ni más ni menos que del rayo de la muerte. Porque nos ocultan cosas. Como por ejemplo, que a mi modo de ver, el plano del rayo de la muerte de lo que tiene forma es de pene enhiesto, pero bueno, cierro aquí esta línea de investigación no vaya a ser que el Canal Historia recoja el guante.

El pobre hombre del hotel se pone a buscar sobre plano donde debería tener Tesla su laboratorio. Repasando los habitáculos revela que había un espacio para telefonistas. Seifer alucina y lanza la pregunta del millón: "¿Había una centralita?". "Había una centralita", remata el señor. "¿Era posible que le pincharan el teléfono a Tesla?", sugiere perspicaz Stapleton. Entonces sube la música de terror y lo explican: "Los nazis podían estar escuchado lo que hablaba por teléfono". Las habitaciones donde Tesla investigaban eran "un reservado", continúa el hombre, "¡Es increíble!" interrumpe Taylor. Todo esto sirve para elucubrar que quizá no es que le gustasen las palomas al científico, como es sabido, sino que sus palomas eran mensajeras. No me pregunten cómo, que igual me perdí, pero al final lo que nos ocultaban era que Tesla se comunicaba con marcianos o venusianos, uno de los dos, dan a elegir. ¿No serían por casualidad Espinete y Don Pimpón? Es sabido por cualquier seguidor de esta cadena que los nazis también eran extraterrestres. ¿Los trajo él del espacio exterior? ¿Les llamó Tesla a los SS Espinete y Don Pimpón con palomas mensajeras desde el rayo de la muerte con forma de hotel? Nos ocultan cosas.