VALÈNCIA. La FAO define la bioeconomía “como la producción basada en el conocimiento y la utilización de recursos biológicos, procesos y métodos biológicos para proporcionar bienes y servicios de forma sostenible en todos los sectores económicos”. De la mano iría también la economía circular, un concepto relacionado con el uso eficaz de los recursos a favor de un crecimiento inteligente, sostenible e integrador.
En ambos campos surgen ideas de negocio cada vez más innovadoras alentadas, tal vez, por el respaldo de las políticas europeas. Pero también hay referir una creciente concienciación social, circunstancia que posibilita la llegada al mercado de estas ideas con especial impacto en determinados sectores.
Así, una de las propuestas de negocio que más éxito está cosechando en este ámbito es la de la startup de origen valenciano Sepiia, a través de la cual fabrican y venden camisas para ambos géneros que ni se manchan ni se arrugan y cogen malos olores. Lo consiguen a través de un tejido único obtenido después de años de investigación y desarrollo. Todo el proceso de fabricación es sostenible, hasta los botones, hechos a base de algodón reciclado.
Cierran el ciclo ofreciendo a los clientes la posibilidad de reenviarles la camisa una vez terminada su vida útil para someter la prenda a un nuevo tratamiento y ponerla de nuevo en el circulación. La idea de Federico Sainz de Robles, ingeniero de Diseño Industrial, nace en 2016 dentro del programa Lanzadera Garaje y a día de hoy contemplan ya dar el salto a la internacionalización.
Otra idea original es la de Caocus, de Javier de Pablo Martín. Esta se basa en utilizar residuos agrícolas para crear un material que pueda sustituir a la madera y ha descubierto que la cáscara de cacao o la del coco son buenas opciones. Ha empezado por el cacao porque, según explica, “el coco no se genera tanto como residuo y, además, a la cáscara ya se le da un uso como parte de los abonos con sustratos para el crecimiento vegetal”. Sin embargo, aprovechando que la cáscara de cacao es un residuo que se desperdicia casi en su totalidad, ha iniciado ya contactos con el principal productor de cacao en el mundo, Costa de Marfil. Su proyecto de economía circular persigue un doble objetivo: reducir la deforestación asociada a la obtención/producción de madera, y aprovechar residuos agrícolas que se desperdician.
La propuesta es aprovechar este material para elaborar otro equivalente a la madera en cuanto a cualidades y características se refiere y fabricar con él los productos que de forma habitual utilizan madera. Javier de Pablo estudió Biotecnología en la Universidad Pública de Murcia y, posteriormente, hizo un máster de Biología Vegetal Aplicada en la Universidad Complutense de Madrid. El proyecto es todavía una idea que intenta madurar tras inscribirse en el programa de aceleración de La Nave, en el centro de innovación del Ayuntamiento de Madrid.
La solución de Shippy house se basa en una arquitectura modular que aprovecha los contenedores marinos desechados para convertirlos en viviendas confortables y asequibles. La idea la tuvieron Manuel Octavio Salas y Michaela Peterková cuando decidieron trasladar su residencia de Praga a Madrid. Se encontraron con que los precios de la vivienda eran imposibles para su economía. Entonces se enteraron de que había una nave que vendía contenedores marinos y adquirieron uno por algo más de 1.000 euros. Antes se habían hecho con un pequeño terreno a 40 km de la ciudad y allí es donde emplazaron el contenedor que se convertirá en su domicilio.
Los hay hasta de 30 metros cuadrados aunque el contenedor de ellos es de 15 metros cuadrados aumentado la capacidad con un altillo. Este será el proyecto piloto de la empresa que tienen pensado constituir cuando acaban de acondicionar la vivienda. Para hacerla sostenible han cubierto el acero del contenedor de un aislante térmico de 10 cm a base de XPS, una especie de espuma rígida. No obstante, la diferencia no la marcará el uso de los materiales, sino el diseño y la orientación de la vivienda. Esa es la clave. Con una ventana de 2 metros orientada al sur consiguen unas vistas envidiables y llenar la casa de luminosidad que acompañan con un sistema de ventilación avanzada.
Su propia vivienda será el piloto de la empresa que quieren constituir más adelante, una vez optimicen el proceso. De momento, han descubierto que la idea, a priori, gusta al mercado pero, para su sorpresa, más como segunda vivienda que como domicilio habitual.
El proyecto es de dos hermanos italianos: Francesca Olivieri, profesora en la escuela de Arquitectura y colabora con el Centro de Innovación y Tecnología para el Desarrollo Urbano de la Universidad Politécnica de Madrid, y Lorenzo Oliveri, también en la UPM dentro del departamento de proyectos arquitectónicos. Entre ambos han ideado un sistema de limpieza del aire urbano basado en la naturaleza.
El nombre elegido para el proyecto empresarial es MUAC (Modules for Urban Air Cleaning), y consiste en la creación de torres de vegetación para la captación, absorción y purificación del aire contaminado de las ciudades. Las torres formarían parte del mobiliario urbano aunque también pueden introducirse en interiores propensos a la contaminación, como las fábricas o aparcamientos.
La columna es capaz de absorber y filtrar los agentes contaminantes del aire, además de aumentar la vegetación en áreas muy pavimentadas, mejorar de las condiciones del microclima y aumentar la vegetación para la vida silvestre. Otra ventaja es la adaptación del sistema al uso de vegetación autóctona y su ajuste a diferentes ambientes y climas. En este momento se hallan optimizando el prototipo y realizando ensayos para medir resultados.
Casi todas las que se citan en este artículo no han pasado todavía de la fase de ideación pero puede decirse, de todos ellos, que son la avanzadilla de una economía rentable y sostenible, ambas cualidades necesarias.