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Harry Benson, el fotógrafo que lo fotografió todo

Un documental recorre la carrera de Harry Benson, posiblemente el fotógrafo más versátil y que más fotos históricas ha sacado de todo el siglo XX

30/09/2017 - 

VALÈNCIA. La cultura estadounidense, nos guste o no, nos ha moldeado y lo sigue haciendo. Unas veces de forma espectacular, otras más subliminal. Sus imágenes icónicas y las de su cultura pop forman parte de nuestra memoria colectiva y tienen un punto perverso. Las imágenes que mostraron los tiempos, que reflejaron la realidad, es después de su publicación a lo que queremos parecernos y lo que queremos reproducir. Un círculo un poco absurdo.

Es un efecto chungo que no compete a este espacio analizarlo y encontrar sus mecanismos, pero sí que podemos hablar de uno de sus grandes artífices, Harry Benson, del que se estrenó el año pasado un documental sobre su carrera, Harry Benson shoot first, de Justin Bare y Matthew Miele.

Este hombre ha fotografiado a presidentes de Estados Unidos y a monarcas, como la reina de Inglaterra. A los Beatles cuando aún no había comenzado la explosión americana. Consiguió entrar en el rancho de Michael Jackson y fotografiarle haciendo cosas de Michael Jackson en su intimidad. También esbozó las técnicas del paparazzi sacando famosos en un descuido playero, en su caso a Greta Garbo, para disgusto de la actriz. Y supo combinar todos estos géneros con los más arriesgados. Viajó por todo el mundo, visitó cárceles, campos de refugiados y conflictos. Aunque tuviera como máxima la frase "quiero trabajar para Life, no morir por Life", también se jugó la vida en algunas ocasiones y cuando ya estaba consagrado.

En el documental el recorrido a una obra tan enorme es, desgraciadamente, rápido y algo superficial por la fuerza de los hechos, pero eso solo habla de la dimensión del personaje. Por ejemplo, retrató a Bobby Kennedy en familia, de vacaciones, y el mismo día de su asesinato. Cuenta recordándolo que quiso seguir el crimen hasta el final, hasta que su féretro estuvo bajo tierra de modo que también se encargó de su funeral.

Disturbios raciales

Las fotografías más impactantes de todas las que se muestran son sin duda las de Mississippi. El Ku Klux Klan en mitad de ceremonias, pero también con los gorros fuera, en momentos de esparcimiento. Son fotos que contrastan con las marchas de Martin Luther King, que también plasmó, incluido el funeral del pastor. Ahí seguro que habrían mucho más que contar de la experiencia que el resultado de las imágenes, pero es toda la mitad del siglo XX la que retrató.

Con los Beatles fue casual. Llegó a ellos porque la agencia no quería enviar a un fotógrafo feo. Le dijeron: "Ante los Beatles podemos ser cualquier cosa menos feos" y le tocó a él ir en sustitución. En un hotel en París les sacó haciendo una guerra de almohadas. Justo cuando estaba con ellos, el manager Brian Epstein apareció y les anunció que irían al Ed Sullivan Show. A partir de ahí nada fue lo mismo en Estados Unidos ni en el mundo.

El genocidio de Vietnam

Valga como ejemplo una de las fotos que sacó en Vietnam, la de dos veteranos de guerra mutilados de cada bando dándose la mano. Por lo visto, según recuerda, el norvietnamita le dijo: "Por la noche, íbamos hasta vuestras posiciones, pero no a mataros, sino a escuchar vuestra música". Un detalle que no pudo borrar la tragedia del genocidio. Benson también la difundió entrando en los hospitales donde estaban las víctimas del conflicto, entre ellas, las fotos de los niños que nacieron deformados o no llegaron a nacer por la contaminación de las armas químicas americanas.

Volviendo a los Beatles, sin darse cuenta, les fotografío junto a Cassius Clay, luego Mohamed Alí. Una foto histórica, pero que irritó a los de Liverpool, porque el boxeador les hizo sentir como idiotas, les vaciló. No era la única que vez que les ocurrió en aquellos años felices cuando aterrizaron en Estados Unidos y eso determinó su carácter posterior. Mucho después, una de las fotos más duras que hizo Benson fue al asesino de Lennon, el oscuro Mark David Chapman. Llegó a preguntarle durante la sesión por qué lo hizo, pero luego se limitó a no hurgar en la herida y seguir profesionalmente con su trabajo. No pudo evitar tocar la cuestión porque se encontraba inmortalizando al ufano asesino de su amigo. Brotan lágrimas al recordarlo.

Neverland

A quién desdramatiza un poco es a Michael Jackson. Confiesa que era un verdadero personaje, pero que en diez minutos de estar con él se convertía en una persona normal. Su relación también fue fruto del azar. A Jackson le gustó una chaqueta del fotógrafo y le pidió que se la regalase. Se la dio y, en la siguiente ocasión, ocurrió lo mismo. Se estableció entre los dos un pacto tácito de exclusivas a cambio de americanas y al fotógrafo le pareció barato.

Chascarrillos, como la violación de la intimidad que supuso sacar a Greta Garbo nadando en la playa con su gorro para no mojarse el pelo. A ella le pareció un atropello, Benson en su película repite siempre la misma frase en estos casos: "Los que me critican son los que no tienen valor para hacer algo así". Una respuesta que también aplica en casos en los que se le ha acusado de falta de ética.

En otros casos fue al revés, cuando operaron a Liz Taylor, estuvo en su habitación. A la actriz le habían rapado la cabeza y cosido de un lado a otro del cráneo. Le preguntó al mismo fotógrafo si estaba guapa. Este le contestó que se parecía a Sinnead O´Connor y ella se puso a gritar.

También es el responsable de las fotos de Trump en su piso que parece la corte de Luis XVI. También unas imágenes en las que posa con un millón de dólares en billetes que por ser él quien es no le supusieron un obstáculo electoral. El presidente estadounidense dice maravillas de él y se deshace en elogios hacia su talento. La idea era romper con la imagen old school que tenía el magnate, que siempre salía con corbata y poses de entrenador de vendedores de seguros.

 Siguieron David Fisher en la ducha, OJ Simpson en pelotas, Solzhenitsyn en la nieve a lo black metalero. Mucho famoso y mucha celebrity, que por desgracia tienen un interés limitado en lo concerniente a un retrato en comparación con las fotos que hiz oeste hombre sobre la propia Historia del siglo, como el conflicto norirlandés, Somalia, República Dominicana o la primera Guerra del Golfo. Prueba de que mucha veces un documental no puede abarcarlo todo y sí debería tener enfoques, partes o dejar fuera lo accesorio. El remate final sí es contundente, pese a que circule todo ante nuestros ojos como en un Cachitos le preguntan si se considera una leyenda y dice que no, que él sabe muy bien que es "a piece of shit".


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