Cómo el reparto a domicilio puede convertirse en un hecho diferencial. La historia, atravesando la ciudad, de Rubén Pedrós
VALÈNCIA. De mayor quiero ser bicimensajero. Rubén Pedrós, de niño, tenía otro tipo de deseos. Hasta que uno buen día encontró los motivos y la audacia para darse cuenta de que lo suyo era justo esto: repartir. Rápido, sostenible y local, anuncia en formato mantra su marca: Flecha. Pedrós, esto es, Flecha, se suele solapar con la propia ciudad y sus circuitos parecen ser otros a los del viandante común. Una sospecha: hay varios Pedrós en tránsito.
Antes que bicimensajero era técnico en animación sociocultural en una residencia de la tercera edad de Catarroja. “El trabajo me encantaba, pero tenía cierta sensación de estancamiento”. Entonces se plantó ante su jefa para decirle que lo dejaba. “Entre contento y cagado de miedo de ver que, ahora ya sí, no hay vuelta atrás”. El otro momento epifánico fue cuando el diseñador Agustín Esteso le presentó el logo y los iconos de Flecha. “Te empiezas a dar cuenta que esto va en serio, me puse muy contento”.
Y como una flecha, de fuerza desmedida, nació un proyecto que, en plena era del rider, reivindica otra manera de estar en la ciudad, de conectarla. “Tras muchos años como ciclista y ciclista urbano te das cuenta de lo rápidos que son los desplazamientos en bicicleta y las ventajas que engloba, puedes aparcar en la puerta, de un punto a otro de la ciudad siempre tardas lo mismo, haces ejercicio, no contamina…”, aplica Pedrós.
Negocios locales, pequeños comercio… repartir para ellos es el eslabón de una cadena de cercanía que busca sortear la despersonalización y respaldar las conexiones humanas. “Una de las cosas más bonitas de esta profesión es el abanico de clientes que uno puede tener. Puedes trabajar con mercados, con imprentas, floristerías, chocolaterías o con clientes particulares que te hacen envíos de lo más ocurrentes: unas pesas, una carta de amor, croquetas para su hermana, etc”.
Primera hora de la mañana - “Normalmente el día anterior ya sabes muchos de los pedidos que tendrás al día siguiente, por lo que esto te permite organizarte y trazar una ruta logística óptima. Pero siempre tienes que dejar hueco para imprevistos; hay muchos clientes que avisan a última hora, hay veces que toca correr mucho. Dos o tres días por semana, alrededor de las 7.15h, voy a Mercavalencia y realizamos un envío de fruta a los escolares para promover hábitos saludables. Después, a las 9.30h, suelo acudir al centro que es donde están la mayoría de los clientes con los que trabajo.
Media mañana - “Una vez allí voy recogiendo paquetes y entregándolos hasta más o menos las 13.30/14 horas. A esa hora suelo volver a comer a casa. A las 15.30/16 horas acudo al Mercado de Colón con quien suelo tener pedidos diariamente.
Tarde - “La hora de terminar mi jornada varía mucho de un día a otro ahora, lo que siempre se repite, es que termino sentado en el ordenador pasando a limpio todos los albaranes emitidos en el día”.
“Lo definiría como un trabajo muy libre. Vas moviéndote a tu aire, eligiendo las calles por las que vas a pasar, interactúas mucho con la ciudad y también con la gente, tanto clientes como ciudadanos. También es un trabajo duro, al final de la semana te salen bastantes kilómetros, hay semanas que acabas muy cansado. Estás gran parte del día en la calle. Cuando llueve te mojas y cuando hace calor, pues pasas calor. Aparte de esto, creo que es un trabajo muy agradable, tiene muchas más cosas buenas que malas”.
El diseñador Agustín Esteso dio forma a la marca con la que Pedrós recorre la ciudad. ‘Bicimensajería Flecha. Rápido. Local. Sostenible. Valencia’. El emblema, una rueda atravesada por la flecha, transmite la esencia de los lugares vividos a pequeña escala. El reparto de paquetes puede convertirse también en todo un manifiesto andante. “Dar vida a una marca es verla rodar”, dejó escrito Esteso en su lanzamiento.