VALÈNCIA. Volver al lugar en el que uno ha sido no es fácil. Los espacios marcan como lo hacen las heridas de la carne, a veces curan bien, otras escuecen y, otras tantas, dejan una marca imborrable con la que uno aprende a convivir. Uno se acostumbra a ellas, y hasta pueden camuflarse y parecer invisibles, pero ahí siguen. Esos lugares habitados, en cualquier caso, no pertenecen a uno, sino que tienen una vida propia, son fruto de un contexto que necesita de cierta distancia -física o temporal- para ser comprendido. Este es el viaje que ha realizado Fito Conesa en El Reparo, su nuevo proyecto artístico para la galería de arte Espai Tactel, que se podrá ver a partir del martes bajo cita previa. En este recorrido Conesa viaja a esa Murcia de sus amores y dolores, a esos espacios que han marcado su vida y lo hace, además, desde la desnudez. En este proyecto no hay lugar para artificios, impera lo genuino. Para ello Conesa viaja a La Unión (Cartagena), una zona minera convertida a la postre en una zona en perenne barbecho, un espacio con ecos del pasado roto por esos modernos molinos que miran a un futuro incierto.
El Reparo es una instalación de vídeo que transforma las paredes de la galería en un paisaje semidesértico, rocoso y casi extraterrestre, con dos imágenes enfrentadas: por un lado, un molino cuyo movimiento marca el ritmo y, por otro, un cante hipnótico, la potente imagen de una mujer, Lola, rodeada de una tierra incómoda sobre la que entona una minera. "Las mineras son un lamento, ese dolor por un minero que no se sabe si volverá. En este caso la letra, aunque mantiene la forma, habla de otra cosa, de hacerte responsable y entender el paso del tiempo, tanto desde el punto de vista personal como del de la tierra", explica Conesa. El proyecto es una suerte de reconexión del artista con su lugar de origen, tanto en el plano físico como familiar. No en vano, aquella mujer que nos canta es su madre y el autor de la letra su padre, una elección no casual y que hace de este uno de los proyectos más crudos que ha materializado. Tanto es así que, durante una charla con el creador, la mejor manera de expresar lo que ha supuesto para él El Reparo no son las palabras, sino un gesto que simula cómo clava un cuchillo en su corazón.
Te dará sabiduría
Lo mucho que hayas vivido
Eso es lo que yo diría
Por esos años que han sido
La fuente de tu alegría
Este es el texto que entona Lola y con el que Conesa hace una aproximación poética a ese pasado, a través de un cante que supone una mediación entre lo humano y lo natural, un enfrentamiento con el espacio. Pero no un enfrentamiento violento o conflictivo, sino sereno y honesto. "Era muy importante el reparo interior. Todos tenemos un momento en el que te separas mucho de tu yo pasado, te alejas de lo que se entendía como impuesto. En estos versos cantados se están cerrando heridas que ni siquiera yo había verbalizado". En este proceso tan íntimo, también ha jugado un papel clave la pandemia, que no solo generó un clima de soledad durante la realización del vídeo -de hecho, la propia grabación se retrasó por las restricciones-, sino que también ha generado nuevas lecturas en torno a las relaciones con el espacio y con el pasado. "Es el momento de hablar de vulnerabilidad y de abrazarla desde otro sitio", reflexiona Conesa. Pero en lo más íntimo también hay espacio para lo social. Y es que lo personal, en este caso, también es político.
En este sentido, entra en juego su identificación queer que, aunque en otros trabajos se ha mostrado de manera más explícita, en este caso también forma parte de la narración, en esa reflexión sobre los márgenes y quiénes los habitan, sobre la vulnerabilidad de una zona minera moldeada por la máquina. "Somos cuerpos atravesados por lo industrial". De hecho, parte de ese viaje a la Murcia minera lo conecta con un lugar bien distinto aunque, en cierta medida, familiar: la Inglaterra de Thatcher. En concreto, se refiere a la lucha de Mark Ashton, el activista y sindicalista inglés que convenció a un grupo de miembros del colectivo LGBTQ para apoyar las huelgas mineras del 1984. "Puede que los días de la Inglaterra de Thatcher no difieran mucho del fascismo patrio creciente y palpable, ese que aprovecha la desazón para expandirse a sus anchas arropado por la demagogia y años de ninguneo a la educación y la cultura", reflexiona el artista.
Conesa conecta así el espacio familiar, político y, también, físico, el de una tierra explotada, exprimida hasta el último aliento, a la que ahora cantan, entonando una suerte de mea culpa que busca hacer las paces con un lugar que solo ahora conoce el silencio. O, al menos, eso parece. "Casualmente en este espacio tan contaminado es donde se están impulsado las energías renovables, palabra que entrecomillo, pongo en cursiva, negrita y colores ("energía renovable"). En esto también hay una especie de reparo, en intentar equilibrar las fuerzas. En una tierra removida se ponen molinos para sacar provecho, por eso era importante que también formara parte de la instalación"
Así pues, El Reparo supone un trabajo de reconexión con el pasado, un proyecto que, eso sí, trata de construir puentes, no de destruirlos. En este punto solo queda una respuesta por saber: para Fito Conesa, ¿ha habido reparo haciendo esta exposición?
-Hay un cierre de mi necesidad de huir. Ha habido un reparo real.