La revista va ya a por su tercera edición. Los temas tratados son cada vez más reivindicativos. Se ha lanzado una campaña de micromecenazgo para financiar su distribución en la sociedad
VALÈNCIA. "El 92% de las personas presas en España son hombres. Eso quiere decir que la ínfima minoría, ese casi invisible 8%, son mujeres. Y son invisibles porque naturalmente los recursos dedicados a la reinserción en los centros penitenciarios se enfocan a la inmensa mayoría, es decir, a los hombres. Hay muchas comunidades autónomas que ni siquiera tienen cárceles con módulos destinados a las mujeres, a quienes trasladan a cientos de kilómetros de sus ciudades y familias. La desigualdad de género está muy al día en los centros penitenciarios". Estas palabras las firma la periodista Pilar Almenar, quien dirige un proyecto que ofrece a todas estas mujeres cierta vía de escape a esa "situación de infrarrepresentatividad". Se trata de Impresas, una iniciativa basada en que las propias reclusas confeccionen una revista cultural. Hasta ahora, la publicación que se imprime bajo el nombre Expresas ha tenido dos ediciones, y ya va a por la tercera.
Es evidente que la reinserción social es más complicada cuanto menos recursos tiene un centro penitenciario. En este sentido, Expresas ofrece a las mujeres de la cárcel de Picassent un espacio donde expresarse de forma libre, donde hablar de lo que ellas quieran y como ellas quieran. Esa libertad creativa ha conseguido que la revista sea toda una joya. Desde entrevistas a deportistas mujeres o al propio director de la cárcel de Picassent (siempre enfocadas ya no desde principios periodísticos, sino desde las inquietudes de estas mujeres) a pequeñas historias de ficción, reivindicaciones sobre su situación en la cárcel o incluso recetas de cocina. Expresas surge como un soplo de aire para un colectivo invisibilizado de manera estructural. Sin juicios de valor hacia las presas y siempre planteada desde una máxima: el respeto.
Para la que será la tercera edición de la revista, Impresas ha lanzado una campaña de micromecenazgo a través de Verkami. Se puede acceder a la página aquí. Por el momento se han recaudado ya un total de 5.000 euros, y todavía queda un margen de dos semanas para las donaciones. El objetivo de la campaña es que las revistas sean distribuidas por primera vez entre la sociedad, de manera que se posibilite un acceso general al trabajo de las redactoras, generando un puente entre el interior y el exterior de la prisión.
Expresas tiene un contenido muy variado. Según explica Pilar Almenar, “contiene todo lo que ellas quieren que contenga”. De esta manera, en Picassent se imparten talleres organizados por Almenar, la periodista Laura Bellver, la fotoperiodista y filósofa Estrella Jover, la jurista y gestora cultural Patricia Blanco, la terapeuta ocupacional Cristina López y la psicóloga Rus Martínez. A ellas se suma la colaboración de profesionales del diseño gráfico como Cachetejack, Patricia Bolinches, Eva Máñez, Irene Bernard o Lola Barcia.
En dichos talleres, estas profesionales tratan de poner en valor conocimientos que las presas consideran pequeños por estigma social. “Parece que si no eres un académico no tienes nada que aportar, pero la cultura está en todas partes. Desde un cuento que a una de ellas le contara su madre de pequeña, hasta una receta que forma parte del patrimonio familiar heredado o el conocimiento que tienen de su propia situación en la cárcel”. Almenar opina que realmente “no les enseñan mucho, sino que las dirigen en cierta manera para que despierten su creatividad. Las acompañamos para que descubran que lo que tienen dentro tiene un gran valor. Y llega un momento en que son ellas mismas quienes hacen este ejercicio”.
En este sentido, la directora y periodista apunta que de la primera a la segunda edición ha habido una mayor profundización en los temas tratados. “Se han dado cuenta del poder que tienen. Los temas son más reivindicativos, se han empoderado. Han decidido contar cosas con aún más fondo”. Entre el contenido de ese segundo número, las reclusas hablan de asuntos como ser mujer en prisión, cómo han vivido la Covid, el primer día tras el ingreso en el centro, e incluso temas como las adicciones, la violencia de género, la transexualidad en prisión o el feminismo. “Son mujeres muy cañeras”, lanza Almenar.
Solo hay que echar un vistazo a la revista para darse cuenta del cariño y el interés con que ha sido confeccionada. Nada más abrirla, se puede leer: “En estas páginas hemos plasmado nuestras inquietudes, así como las vivencias propias y de las personas con quienes convivimos. También le hemos dado salida a nuestra creatividad literaria y artística. Queremos demostrar que entre estos muros hay cultura y ganas de divulgarla (...) Sostienes el resultado de tres meses de trabajo (...) Nuestras opiniones son tan diversas como nosotras y en esta revista caben todas, siempre que se emitan desde el respeto”.
La directora, en este sentido, señala que “no hay encargos. No reciben una clase magistral de nada, sino que las acompañan a descubrir cosas, para que luego el resultado se acerque lo máximo posible a lo que ellas quieren contar”. Así, el primer número publicado se divide en distintas secciones: hay una parte con relatos de ficción, otra de crítica cinematográfica y social (alrededor de esta última, la redactora Sonia A.T. habla del movimiento Me Too en la primera edición), otra de Deportes (con la redactora Sheyla Esteve entrevistando a la futbolista Débora García Mateo); otra donde se confecciona una especie de perfil-entrevista (en el primer número dedicado al director del centro penitenciario, con preguntas sobre los programas de reinserción o su gestión), otra con pasatiempos y, por último, una sección dedicada a reflexiones personales de las presas. También se dedica espacio a que escriban sobre temas como ser madre en prisión con tu hijo en el interior.
El Centro Penitenciario de Picassent presentó en 2019 la revista al Concurso Nacional de Prensa Penitenciaria, donde compiten las revistas creadas por internos e internas de diversas prisiones del Estado. Expresas quedó como la tercera mejor revista de España.
La idea de crear Expresas nace del proyecto foto-documental que las Fotolateras Lola Barcia y Marinela Forcadell llevaron a cabo en la cárcel de mujeres en 2015. “Son amigas mías, un día me contaron su proyecto y aquello me dio una idea inicial. Durante mi trabajo como periodista, me di cuenta de que al dar voz a colectivos infrarrepresentados en los medios de comunicación, se generaba un efecto empoderador. Por fin alguien les preguntaba su opinión en primera persona. Hablo de migrantes, refugiados, mujeres en situación vulnerable…, colectivos a los que la prensa suele hacer referencia en tercera persona”. Ese protagonismo que la revista da a sus redactoras hace que se sientan “intelectualmente válidas. Demuestra que el periodismo es una herramienta de empoderamiento social”.
Almenar no dio forma a su idea hasta que se topó con la Asociación Àmbit. “Lleva 25 años trabajando con reclusas y exreclusas con enfermedades mentales”. Así, además de colaborar también con la Asociación Adonar, la directora y periodista propuso al resto de profesionales que trabajan con ella lanzarse a producir la revista.
En cuanto a la selección de las redactoras que dan forma a Expresas, la directora explica que “no se guían por ningún criterio. Nosotras vamos a prisión y hacemos las presentaciones en los módulos. Recogemos un listado de las voluntarias y es la propia prisión, atendiendo a criterios de libertad, quien escoge a las quince mujeres que trabajan en la revista. Son quince porque trabajamos de forma estrecha y acompañada para mejorar su forma de comunicarse”. A las organizadoras del proyecto no les interesa el expediente de las presas. “No queremos saber por qué están allí. No hay doble juicio, lo cual genera un espacio de confianza basada en la igualdad”.
Almenar cuenta que Impresas sirve como forma de reivindicación de todas esas mujeres a las dificultades que viven dentro de prisión. “En la segunda edición hay un editorial que explica las limitaciones de ser mujer frente a ser hombre en la cárcel. Ellas mismas lo exponen: ni siquiera todas las comunidades autónomas tienen módulos para mujeres. En esos casos las llevan a otras comunidades, alejadas de su ciudad y de su familia. Solo por ser mujer”.
“Por otro lado -añade-, al ser una minoría (un 8%), los recursos no se destinan a las mujeres como deberían. La prisión es un espacio arquitectónicamente agresivo, lo cual no ayuda a la reinserción. La libertad creativa es muy difícil de desarrollar. Impresas nace para contrarrestar todo eso. Puedes ser quien quieras, tener la opinión que quieras. Es un espacio donde se sienten libres. Las acompañamos en su leit motiv. Entre los muros hay cultura”.