Los directores valencianos Rafa Molés y Pepe Andreu y el resto del equipo de SUICAFilms culminan este jueves cuatro años de trabajo detrás de uno de los episiodios más desconocidos de la Guerra Civil
VALÈNCIA. El bombardeo de Guernica, 101 años después, es uno de los iconos globales que recuerdan la catástrofe de la Guerra Civil española. Un ataque aéreo sin precedentes que, según documentó el historiador Xabier Irujo (codirector del Center for Basque Studies de Nevada, Estados Unidos) fue un regalo de Hermann Göring a Hitler en busca de su ascenso en la cadena de mando. El presente entusiasmó al führer pese a llegar unos días después de su 48 cumpleaños.
Sin embargo, la principal realidad tras aquella masacre fue la experimentación por parte de las fuerzas aéreas de la Alemania nazi de una estrategia que definiría parte de la II Guerra Mundial. Registrado y analizado, un simulacro de actividad militar de la Luftwaffe cuyo principal interés en la contienda fue experimentar a espaldas de la Conveción de Ginebra y con víctimas y ciudades reales. Acciones sin consecuencias que se recuerdan por la ofensiva sobre la población vasca, pero que ahora el documental valenciano Experimento Stuka documenta que no fueron las únicas. Y no con consecuencias inferiores a las de Guernica.
La película firmada sobre Guernica por la propia Luftwaffe para Hitler, las fotos de la ciudad arrasada, las crónicas de los periodistas Hemingway, Orwell, Saint-Exupéry o John Dos Passos (ahora descubiertas como erráticas, dado que las fuentes oficiales de ambos bandos eran incapaces de ofrecer información no contaminada de propaganda durante la guerra) y la obra de Pablo Picasso creada un mes después (a encargo del valenciano Josep Renau, Director General de Bellas Artes) dejaron constancia de la desigual fuerza del bando franquista apoyado por la Legión Cóndor. El nazismo se apropiaba de un idóneo campo de pruebas a las puertas de mostrar su irracionalidad al mundo.
80 años después, el baile de cifras con las víctimas de Guernica parece estabilizarse. Después de décadas dando por sentado que murieron unas 1.600 personas, más tarde, el dato bajó hasta las 250 y, actualmente, 126. Ese es el último escalón oficial aceptado por historiadores de todo tipo que en el aniversario de 2017 ya no dudaban que, tras la primera ráfaga, la población huyó y no se vio afectada por las siguientes oleadas que destrozaron la población tal y como muestran las imágenes. Sin embargo, el nombre de la población vasca si figura en el imaginario colectivo como uno de los ataques fundamentales por parte de los sublevados y que más daño moral hizo a la República.
Guernica tenía 5.000 habitantes, de los cuales murieron 126 (última cifra oficial). En las poblaciones castellonenses de Albocàsser (3.060 habitantes), Benassal (2.284). Ares (1.688) y Vilar de Canes (490) murieron 39 personas en diferentes ataques selectivos ocurridos en mayo de 1938.