Un fenómeno, un artista polivalente, un creativo brillante. Filólogo, comunicador, guionista, cómico, presentador, showman... Cualquier proyecto que pone en marcha Eugeni Alemany, por muy disparatado que sea, se convierte en un fenómeno viral y/o un éxito en televisión
VALÈNCIA. Fue de los reporteros más desternillantes de Caiga quien caiga; aupó el programa Trau la llengua de, por entonces, Canal 9 hasta lo más alto; triunfó en su casi imposible reto de lograr que Unicode-Consorcio (compuesto por Apple, Google, Microsoft, IBM y Adobe) y WhatsApp incluyeran la paella en sus catálogos de emojis, consiguiendo así que el plato valenciano por excelencia estuviera presente en todos los teléfonos inteligentes del mundo; se llevó de calle a los espectadores potenciales de À Punt, logrando cifras récord con un sencillo concurso de tarde, Atrapa’m si pots (su récord de audiencia está en 131.000 espectadores del día 20 de mayo del 2020); arrastra una comunidad en Instagram de 130.000 seguidores fieles; su Diari de la quarantena es visto no solo en la Comunitat Valenciana, Cataluña, Baleares y Murcia, donde también ha triunfado este verano relatando su viaje a la Terra Alta en Tarragona, sino que también en países de Latinoamérica o Estados Unidos. Eugeni Alemany se va a comer el mundo. Tiene mucho talento y se lo curra como nadie. Su carrera es imparable.
El pasado lunes el presentador de À Punt anunciaba en sus redes sociales que comienza a colaborar esta temporada en un programa de TV3, Tot es mou. Con El diari de quarentena y otros vídeos protagonizados por algunos personajes preferidos por su público, como Zuleima o Lejía Man, se ha labrado una enorme popularidad entre el público digital. Sus canales de Instagram, Twitter, Facebook, Youtube y hasta los grupos de WhatsApp le reportan un público que después llena las plazas de muchas localidades de la Comunitat Valenciana para verlo en directo. ¿Quién necesita ya la televisión? Se lo preguntamos a él.
- ¿Cómo surgió los Diaris de la quarantena?
- El Diari de la quarantena, a ningú que li passe surgió de forma espontánea, como todo lo que hago. Empecé el confinamiento de forma voluntaria 48 horas antes de que se declarara el estado de alarma, y a partir de ahí empecé a colgar unos Stories en Instagram. Poco después los uní en un vídeo. No sabía que iba a tener tanto éxito. La gente empezó a compartir estos Stories. Después me comprometí a colgar un vídeo cada día. Al principio no creí que el asunto durara más de una semana, pero al final acabé realizando 40 episodios más 1, que fue un directo donde hacía una competición de velocidad entre una lima de callos, un robot aspirador y una máquina de afeitar. Una cosa muy absurda.
- ¿Por qué crees que ha tenido tanto éxito?
- En el humor funciona mucho el lugar común. Si hablas de la paternidad, por ejemplo, y te escuchan espectadores con hijos, pillan todas las bromas. En aquel momento estaba viviendo las mismas cosas simultáneamente con todo el planeta. El ser humano es apasionante. Todos hemos pasado las mismas fases. Cuando me dio por limpiar, le estaba dando por limpiar a todos. Cuando nos dio por cocinar, los demás estaban haciendo lo mismo en sus casas. Cuando nos agobiamos con la escola online, le estaba pasando igual a todas las parejas con hijos. De ahí que se identificasen con el Diari.
Poco a poco empezaron a salir mi mujer y mis hijos, porque, claro, estábamos los cuatro encerrados en casa. Mis hijos aparecían jugando a mi alrededor, y mi mujer con la broma de que pasaba todo el rato por detrás tomándose gintonics, hasta que le dedicamos un capítulo entero al final.
Lo he grabado, editado y distribuido todo con el móvil. Es increíble que hoy en día con un simple smartphone tienes un canal de televisión autonómico, como aquel que dice.
- ¿De dónde procede tu público?
- De toda España y parte del extranjero. Me llegan mensajes de muchos lugares, incluso de espectadores que no son valenciano-parlantes. Es algo que me satisface muchísimo, que entiendan las historias por el contexto y pillen lo que estoy contando. Porque es lo que queremos sacar al final, que entiendan el contenido. Me acuerdo de un chico que me escribió desde Virginia (Estados Unidos). Me decía que se descojonaba con los vídeos porque había vivido en los años 90 en Valencia, como estudiante, y al escucharme recordaba todavía el valenciano.
- ¿Qué te ha pasado este verano durante tus vacaciones por la Terra Alta en Tarragona?
- Me fui de vacaciones y me puse a grabar vídeos sobre las actividades para hacer con mi familia allí. Tuvieron muy buena acogida. Yo creo porque sigue con ese tono de que somos una familia tan imperfecta como cualquier otra. No son para nada imágenes idílicas, como las que suelen publicar los Instagramers. Los vídeos no tenían glamour. Por ejemplo, cuando intenté darme un baño en una bañera en un jacuzzi, al final mis hijos me forzaron a salirme porque la querían usar ellos. Es el tipo de cosas que nos pasa a las personas que tenemos hijos.
Lo que nos sorprendió mucho fue un día, en el viaje a Terra Alta, que íbamos en bicicleta toda la familia, con las mascarillas puestas, y la gente nos reconocía a mi mujer y a mí por los Diaris de la quarantena. En un parque acuático en Valencia el otro día le pidieron a mi mujer una foto. “Si es la de los gintonics”, decían. Es fortísimo.
- ¿Qué aportan las redes sociales?
- Tienen mucha fuerza. Lo que más me gusta es que el que quiere participar, participa, y el que no, pasa y ya está. Con los que participan se genera una relación, un compromiso. Donde más lo noté fue con el reto de #PaellaEmoji, con la cantidad de participación voluntaria.
Además, las redes sociales como Instagram, por ejemplo, tienen la ventaja de no tener límite territorial. Si te lo curras y tienes carisma, puedes conseguir muchas cosas. Por ejemplo, durante esta cuarentena ha surgido una cómica en Instagram, Martita de Graná (@martita_de_grana, con 1,1 millón de seguidores), que se ha convertido en un ‘must’ (algo que no te puedes perder). Es una chica que nadie conocía, no había salido nunca por televisión. Hace unos vídeos muy divertidos y estoy seguro que llegará muy lejos.
Lo mejor de canales como Instagram, frente a canales tradicionales como la televisión, es que podemos salirnos del establishment, de lo que marcan las cadenas y las productoras. Te comunicas de forma libre, sin tener que seguir ninguna línea editorial ni libro de estilo. Yo tengo clarísimo que hoy en día, para vivir de esto, de hacer contenidos, no hace falta tanto la televisión. Si tuviera 20 años, no estaría pensando en trabajar ahí sino que estaría pensando en hacerme Youtuber.
- ¿Qué formato de televisión te gustaría hacer?
- Me gustan los concursos, por supuesto, como Atrapa’m si pots. También me lo pasé muy bien haciendo Celebrity School en À Punt. Era un gran formato. La espinita la tengo clavada con poder hacer un programa de humor, porque al final es lo que soy: humorista y guionista. Pero por supuesto me gustaría hacerlo con libertad creativa. Creo que es muy importante, cuando buscas a un artista, darle esa libertad y confianza.
- ¿Crees que se pueden hacer más formatos de televisión en los que participen otros canales digitales?
- Por supuesto. Nosotros en Atrapa’m si pots hacemos un programa transmedia totalmente. Por un lado está el concurso, y por el otro mostramos la trastienda, una gran apuesta que hemos hecho este año. Publicamos contenido extra, lo que pasa detrás de cámara, en las diferentes redes sociales. No son recortes del programa, bajados y publicados en redes sociales y ya está. Es material inédito, diferente. Con nuestro Community Manager del programa le hemos dado mucha caña a Instagram, con juegos, con Stories muy cañeros en los que participa la gente. Cuando tienes libertad creativa, y te dan permiso para innovar, es muy gratificante y en seguida obtienes buenos resultados. Si no arriesgas, al final uno se convierte en algo anodino y nada atractivo.