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el muro / OPINIÓN

Estafa nacional

Cada semana un nuevo susto. Otra estampita. Ellos continúan a lo suyo. No existe fin. Faltaba la CAM, el ya ex Fiscal Jefe Anticorrupción, Rajoy en batín desde el plasma, el sindicalista “trincón” y la vaca Margarita. ¡País!

4/06/2017 - 

Cada semana un nuevo susto. Otra estampita. Ellos continúan a lo suyo. No existe fin. Faltaba la CAM, el ya exFiscal Jefe Anticorrupción, Rajoy en batín desde el plasma, el sindicalista “trincón” y la vaca Margarita. ¡País!

Vivimos en el país del timo y el cambalache. El mismo en el que se los han llevado crudos y todavía nos intentan engañar. Ese en el que pagamos jueces y fiscales que no están siempre a lo suyo o las comisiones son o eran el día a día con mucho desparpajo. Sólo mandan al trullo a un par de ejemplares en plan control de calidad portuario tras tanto escándalo y putrefacción.

Tengo un familiar próximo en paro. Cobra una miseria. Todos tenemos un caso de salida al extranjero, penuria económica, despido al estilo de “movilidad geográfica” según semántica peluquera de Fátima Báñez. Bueno, todos salvo algún ministro, familiar o cargo medio nacional, autonómico o municipal con más cara que el duro antiguo de Franco que igual dentro de esa cruzada de la Ley de Memoria Histórica reactivada a la carrera un día retiran de las casas de empeño y numismática.  

Esa familia de la que hablaba sobrevive gracias a la limosna oficial de treinta años cotizados y a las chapuzas que realizan de vez en cuando para seguir tirando. Tienen un bagaje intelectual mayor que la gran mayoría de los que nos quieren dar lecciones de ejemplaridad, ética y eficacia. No se van fuera por una cuestión sentimental, arraigo familiar, edad, esperanza, ingenuidad. Pero aquí las oportunidades se les han terminado.

No llegan casi a fin de mes. Pero va y la declaración de la Renta, esa que nuestro Montoro impone para cobrar su generoso sueldo o contentar votos presupuestarios sobre un documento que ejecuta un programa informático y el de aquellos que reciben prebendas gracias a su influencia o colocados a dedo que no sirven para casi nada, salvo para figurar, le sale a pagar. O sea, le piden más sin tener ingresos. Surrealismo puro, como aquel año que insistían que yo vivía en un garaje y me obligaron a presentar hasta el empadronamiento para desmentirlo. Le han dicho que si recurre deberá abonar intereses. Es de novela dramática.

Así que, después de repagar lo que unos se llevaron en tarjetas black, comisiones, robo a mano armada, robo de guante blanco, nacionalización de bancos e IVA hasta por comprar una barra de pan o unas gafas de aumento, aún les piden más.

Somos un país bananero repleto de condescendientes, solidarios, ufanos, optimistas y hasta alegres por poder ir un fin de semana a Benidorm o a Calp a comer unas bravas al sol o una mariscada descongelada. Eso sí, aún estamos pagando la fiesta de los verdaderos comedores de gambas rojas. Y ellos, tan contentos.

Es la verbena de la caradura. Si en cualquier ayuntamiento, consellería o diputación eliminaran un buen número de puestos de enchufados que pasan la mañana de compras, simplemente para aligerar las cargas de quienes no llegan a nada, o aquellos que sufren un desahucio por deber al banco 3.000 euros, todo sería diferente. Si nos quitáramos de encima tanto asesor en Bruselas y eurodiputados que transitan por una ciudad aburrida pero hacen caja en Suiza, Liechtenstein o Panamá, no pasaría nada. En absoluto. Me gustaría conocer qué aportación han realizado las decenas de eurodiputados españoles durante el último año. Dónde se han quedado sus iniciativas, sus preguntas, mociones, interpelaciones. Y mira que la comparecencia última de González Pons en Les Corts no era como para sacar provecho. Por ejemplo, saber qué fue de los cinco millones de euros que costó el anteproyecto de ampliación del IVAM que él dice eliminó para suprimir barracones que aún forman parte de nuestro paisaje. Más ejemplos, ¿dónde estaba el sobrecoste o el negocio de las expropiaciones? ¿Qué hay de ello, amigo?

Somos el país de la esponja. Te sueltan un par de fines de semana de asueto y luego comprimen el hígado. Y también, de la subvención progresista para acallar críticas y ganar adeptos sordos y mudos. Es la nueva moda de Compromís. Les va gustando cada día más salir en las fotos y tocar la madera del poder repartiendo migajas a cambio de presencia y mercadeo de voluntades. Como no dan más de sí, pagan y ofrecen la sensación de hacer algo a cambio de una simple imagen periodística. Pero esto no avanza. Ni ellos progresan adecuadamente. Marzá sabrá y el PSPV tendrá que explicarlo en su revalida.

Viaja el señor Rajoy a Portugal y lleva a su alrededor, o tras de sí, toda una corte de cortesanos que podrían completar un par de pasos de Semana Santa en plan costaleros. Al menos sudarían y aligerarían de paso sus pequeños y mortales pecadillos de esa moral rancia que nos envuelve. Pues a partir de ahí, imaginen escalón tras escalón lo que supone esa panda de adláteres y cortesanos que empujan a la prensa o apartan a los periodistas para que no pregunten nada incómodo. Estilo superiora Marta Ferrusola. ¿Realmente hace falta tanto acompañante en un viaje, aunque sea político, turístico o protocolario? ¿Cobran también sus dietas correspondientes por el “servicio” al país?

Somos, repito, un país bananero, repleto de listos que saben bien cómo evadir impuestos a la carrera o engañar al sistema más corrupto de los últimos decenios. Recuerden si no el discurso del colega Nacho González en el penúltimo Día de la Comunidad de Madrid que aún presidió para coger impulso y manifestar su honradez y pulcritud antes de que conociéramos sus conversaciones con gente de gran vivir y mejor bronceado.

Hace unas semanas comenzaba el juicio de Emarsa donde presuntamente se “robaba” de los lodos, de la depuración de aguas que aún nos cargan en las facturas y quizás no debimos beber en su día porque ahora llego a pensar que seguramente estarían contaminadas. Ojo, aún ponen condiciones los acusados. Y les dejamos que hagan uso de sus derechos legales. Ellos se ríen. Mientras tanto, van a lo suyo. Son  compiyogis defendidos por medios afines que cobran su comisión en forma de gentiles formas y absoluta manipulación intelectual.

No es que este país haya estado lleno de corruptos,   maquinadores, yonkis del dinero, o vividores gracias a una cuota al partido. Este país se ha convertido en una verdadera cloaca, una cañería que decía el fiscal del caso Palau de la Música Catalana, por donde caía el dinero. Y lo peor, no hay quien lo cambie por mucho discurso teórico y datos estadísticos que nos ofrezcan. 

Miren la traca final. El señor Rajoy quería declarar desde su casa como testigo en el caso Gürtel. Hasta mis hijos que no son nada sospechosos ni saben mucho de esto porque son bisoños y felices, pero listos, se escandalizaron cuando escucharon la noticia. Uno de ellos apuntó: “No querría hacerlo además en batín”. Me sentí interiormente salvado. Hasta sonreí. Así tratan a la Justicia desde el poder. El ya exfiscal jefe Anticorrupción, Manuel Moix, tiene una empresa en un paraíso fiscal y el Ministro del ramo sale y afirma pomposamente que eso son asuntos privados que no afectan a su labor. Su jefe directo añade que intentó convencerle de que no dimitiera pese a su gesto antiestético y antiético. No ha llegado a los cien días el lince. Bueno, bueno, bueno.

Faltaba el histórico sindicalista asturiano, Fernández Villa, con un fortunón oculto de 1,4 millones y que entre huelga y manifestación minera se apropiaba supuestamente de los fondos públicos para una residencia de ancianos. ¡Lo que nos queda por saber!

Pero lo mejor de los últimos días, además del intento de sacrificio de la vaca Margarita en Tarragona por no tener todos sus papeles al día y ser feliz pastando en un campo privado, está en el juicio de la CAM. Allí, el que fuera presidente de la entidad, Modesto Crespo, fue capaz de afirmar ante un tribunal que él simplemente pasaba por allí y no se enteraba de nada. Sólo se dedicaba a acompañar a las mujeres de los consejeros de la entidad a los outlets para comprar bolsos y zapatos mientras sus cónyuges “aprobaban” las cuentas de la quiebra. “Me dedicaba a firmar, no tengo conocimientos", soltó tan tranquilo. Estaría iluminado por la virgen del Misteri, cuyo patronato presidió, sabedor de que lo utilizaban por un buen saco de billetes y algo de poder testimonial. Nada, 47 millones de euros en compensaciones.

No estaba nada mal cobrar voluminosas dietas por hacer de gentil acompañante y no querer darse por aludido sobre una gestión que ya no sólo hundió una entidad como la CAM sino que arruinó a miles de depositantes. Es algo así como lo de José Luis Olivas y el Banco de Valencia o Bankia. Tampoco sabía nada de nada. Eran puestos honoríficos, argumentan. Pero muy bien pagados y al servicio de la causa. Viajes institucionales, sin embargo, no se perdían ni uno.

¿Es o no preocupante? Nos continúan tomando por tontos. Sólo faltaba el sermón-tostón diario de Puigdemont para reafirmarlo. Eso sí, ellos continúan tan anchos. ¡País!

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