VALÈNCIA. Si algo aprendimos de Herb y Dorothy Vogel, el entrañable matrimonio neoyorquino de coleccionistas de arte, es que no hace falta ser millonario ni pertenecer a una larga estirpe de aristócratas para iniciar una suculenta colección de arte. Tras su boda, en 1962, el empleado de correos y la bibliotecaria, a quienes se han dedicado hasta dos documentales (Herb & Dorothy, 2008 y Herb & Dorothy 50x50, 2013, dirigidos por Megumi Sasaki), decidieron vivir del sueldo de ella y dedicar el sueldo de él a construir una sólida colección –esta vez sí, millonaria– de cuatro mil piezas atesoradas a lo largo de medio siglo en su minúsculo apartamento de Manhattan.
Como todos los grandes entusiastas del arte, los Vogel empleaban su tiempo libre en visitar exposiciones, galerías y, sobre todo, talleres de artistas con los que conversar largamente, con el brillo inagotable de la mirada curiosa y la cercanía nada engolada de su humilde modo de vida; tomando el pulso al arte que se hacía en aquel momento, conociendo a sus protagonistas y contribuyendo con sus adquisiciones a que los artistas de incipiente y media trayectoria pudieran vivir del fruto de su trabajo.
Es cierto que, en ocasiones, el mundo del mercado del arte puede resultar frío, superficial, elitista y especulativo. Tampoco ayuda a revertir esa imagen el hecho de que las principales noticias que podemos leer en los medios generalistas se centren en las ventas multimillonarias, en las cifras récord de subastas y en otras operaciones más cercanas a la mercadotecnia que a la investigación y a la expresión artística. De hecho, es probable que a causa de los precios a menudo elevados del arte contemporáneo y a la precariedad de nuestros exiguos sueldos, no nos alcance para un mini MoMA en nuestro mini comedor, pero si somos de esos que creen en el arte y la cultura como un bien de primera necesidad y no como un artículo de lujo, el campo de la ilustración, el cómic y la obra gráfica nos abren la puerta a un mundo feliz aún no excesivamente contaminado por la inflación.
Estos precios más asequibles, incluso en el caso de piezas únicas y originales, se explican por varios factores: por un lado, una baja demanda a causa de la consideración trasnochada –y, afortunadamente, en desuso– de la ilustración como un arte menor por su condición de arte aplicada a otros productos –a menudo, en forma de libros, carteles, prensa, murales…–; por otro, su todavía escaso predicamento en colecciones importantes e instituciones que las legitimen ante el gran público –con algunas excepciones, como las recientes adquisiciones de originales de cómic por parte del IVAM—; y finalmente, por el abaratamiento que le otorga su reproductibilidad y su no exclusividad –en tiradas o series limitadas de varios ejemplares autorizados por el autor.
Con la espectacular calidad y cantidad de talento en la ilustración gráfica y el cómic valencianos –que trabajan para importantes clientes de todo el mundo y que copan los principales premios y reconocimientos en la materia– y mientras las instituciones púbicas y las grandes colecciones piensan si comenzar o no a adquirir originales y obra seriada –y se les escapa la tortuga– los ciudadanos de a pie encontraremos muchas menos trabas de las que creemos a poco que nos esforcemos por superar la barrera psicológica del dintel de la puerta de una galería, de un anticuario, de una librería o de un taller. Más bien al contrario. Están deseando que entremos.
Más allá de realizar una compra puntual, para iniciar una colección coherente con nosotros mismos son varios los consejos en los que asesores, galeristas y coleccionistas coinciden y que resumimos aquí:
- Si no se tienen conocimientos académicos en artes —e incluso si se tienen—, resulta fundamental educar la mirada. Decía Cervantes que quien lee mucho y viaja mucho, ve mucho y sabe mucho; así, visitar exposiciones y festivales, leer sobre arte e ilustración, asistir a conferencias, conversar con los autores y los galeristas, son prácticas que nos mantendrán en una formación constante al tiempo que irán formando nuestro propio criterio y afianzando un gusto que trascienda las modas y las tendencias, y que permita, con el tiempo, saber distinguir entre el grano y la paja; entre lo permanente y lo pasajero.
- Si bien las obras que se coleccionan deberían gustarnos con el estómago ya que tendremos que convivir con ellas, es recomendable que contrastemos los precios –que el enamoramiento no permita que nos den gato por liebre ni nos haga confundir el valor con el precio– y que nos informemos acerca de la esperanza de vida de los materiales que las componen y de su correcta conservación.
- Por lo general, los establecimientos nos pondrán todas las facilidades a su alcance –horarios de visita, pago fraccionado en varios plazos, descuentos por comprar una serie completa…– bastará simplemente con preguntar sin pudor y quitarnos de encima la culpa de hablar del maldito dinero.
- Pensar más allá de la pieza que tenemos delante e informarnos de la trayectoria de los autores, si han recibido premios importantes, si están presentes en colecciones, si encontramos una coherencia en su discurso, una línea de trabajo que nos interese…
- Y sobre todo, por encima de todas las cosas, como primer mandamiento en el número uno los autocuidados: debemos disfrutar y divertirnos de una manera apasionada.
Existen hoy, en València, numerosos y variopintos locales recomendables en donde iniciar una colección de ilustración, cómic y otras artes gráficas, con diferentes rangos de precios y para todos los gustos:
Librerías como Bartleby (C/ Cádiz, 50) y Estudio 64 (C/ Benicolet, 2), que realizan pequeñas exposiciones de cómic e ilustración figurativa de jóvenes autores en activo del panorama valenciano y español, con obras originales, seriadas e impresiones. Railowsky (C/ Grabador Esteve, 34), una veterana especializada en fotografía, con un espacio de galería que ha visto pasar por sus paredes a importantes autores de primer nivel y también a jóvenes de carrera incipiente. También librerías anticuarias y absolutamente encantadoras como Rafael Solaz y El asilo del libro (C/ San Fernando, 7 y 14, respectivamente), con nutridas carpetas y montones de grabados antiguos, carteles políticos y publicitarios, ilustraciones anatómicas, fotografías familiares, postales, aucas…
Tiendas de difícil definición, a la manera de modernas cámaras de maravillas, como Novedades Casino (C/ Bolsería, 28), especializada en carteles y otros elementos publicitarios de exquisito gusto añejo, Sebastian Melmoth (C/ San Fernando, 17), con elegantes objetos de diseño, cerámica, obra gráfica y un agradable espacio expositivo, o Pannonica (C/ Baja, 28), anticuario vintage con algunas buenas muestras de elementos publicitarios, ilustraciones anatómicas y objetos estrambóticos que no deberían faltar en ningún hogar que se precie.
Jóvenes galerías como Sabotage (C/ de la Purísima, 5), especializada en arte urbano y cultura pop, Galería Estudio 30 (C/ Baja, 30), ecléctico espacio para entrar a vivir, con obra gráfica y originales de artistas emergentes y consagrados, o el recién estrenado espacio de galería de ilustración y obra gráfica de Lanevera Ediciones (C/ Puerto Rico, 46), a su vez, renombrado taller de estampación artesanal.
Espacios virtuales a través de Internet como Yojimbo Cómics, especializado en originales de cómic y láminas de prestigiosos autores españoles, Pepita Lumier –en proceso de transición virtual tras el cierre de su local físico–, con algunos de los ilustradores más reconocidos del panorama español, o el portal Todocolección, en donde encontrar numerosas e interesantes referencias de carteles y obra gráfica, muy utilizado por anticuarios y coleccionistas así como para la compraventa entre particulares.
Galerías senior –que acaban de realizar su apertura conjunta de la temporada con nuevas exposiciones; una buena excusa para visitarlas y familiarizarse con ellas– en donde, dando un paso más en la escala de precios, podemos encontrar alucinantes piezas de obra gráfica y ediciones de artistas contemporáneos, como la Galería Benlliure (C/ Cirilo Amorós, 47), Punto (C/ Borriana, 37) o Thema (C/ Cirilo Amorós, 87 y Pl. de América, 4), y también de artistas actuales internacionales, como Luis Adelantado (C/ Bonaire, 6), Rosa Santos y Espaivisor (C/ Carrasquer, 1 y 2, respectivamente), Espai Tactel (C/ Caballeros, 35, 3ª), Set espai d’art (Pl. Miracle del Mocadoret, 4), Alba Cabrera (C/ Joaquín Costa, 4) o Plastic Murs (C/ Dénia, 45).
Finalmente, si los artistas que nos interesan no están representados por ninguna galería la mayoría de ellos contará con su propia tienda en línea, a la que podremos acceder a través de sus webs y sus redes sociales, especialmente en Instagram, la red de redes del mundo de lo visual. Muchos de los autores más interesantes del panorama underground participan en ferias y festivales de autoedición como Tenderete, el festival gráfico y sonoro por excelencia, que el próximo mes de enero celebrará su decimoctava edición. Nunca en la historia fue tan fácil contactar con ellos, visitar sus talleres, humanizarlos, seguir la evolución de su trabajo, mantenerse al corriente de los eventos en los que participan o, sencillamente, mandarles un mensaje directo con gatitos y parabienes de esos que alimentan el espíritu.
Y si me permiten un último consejo: no descarten enmarcar con paspartú; ese espacio diáfano entre la obra y el marco que hace que las obras respiren y que ayuda a centrar la mirada en estos tiempos de desasosiego y sobreabundancia. Empecemos y que ustedes lo gocen.