VALÈNCIA. En Bilbao hay una empresa, The Art of Discovery (TAD) cuyo CEO, Íñigo Angulo-Barturen, confiesa perseguir un objetivo claro: “que vivamos 1000 años como si tuviéramos 25”. Lo dice así, aun sabiendo que pueden juzgarle de mercachifle o loco. Nada más lejos de la realidad. Angulo-Barturen es doctor en Biología y especialista en Inmunología. Durante 13 años fue jefe de Eficacia Terapéutica Preclínica en la sede española de la multinacional farmacéutica GlaxoSmithKline (GSK) donde ganó prestigio internacional por su desempeño en el desarrollo de modelos de eficacia en cáncer, inflamación y enfermedades infecciosas, particularmente en infecciones fúngicas, malaria y tuberculosis. Los resultados de sus investigaciones en este ámbito le procuraron también la confianza de la Fundación de Bill Gates en la lucha contra la malaria.
A los 50 años, Angulo-Barturen decidió que había llegado el momento de cambiar de actividad. Aprovechando el conocimiento acumulado, se animó a montar TAD, una compañía de nueva creación para el desarrollo de fármacos orientados a encontrar un tratamiento definitivo capaz de ralentizar el proceso de envejecimiento y reprogramar la edad de los seres humanos. La ambición no es pequeña, pero la buena noticia es que Angulo-Barturen asegura saber cómo hacerlo. Para ello se valdrá del conocimiento actual diseminado por toda la comunidad científica y de tecnologías ya maduras, como la Inteligencia Artificial aplicada a la predicción y modelización de sistemas biológicos complejos, así como la ingeniería de tejidos humanos. “Se trata de desarrollar tratamientos que combinen compuestos químicos sintetizados en el laboratorio con moléculas de origen biológico que permitan estimular la regeneración del organismo de manera natural”, explica.
No obstante, el CEO reconoce que en su aventura está previsto el fracaso, como en cualquier otra startup, y que hacer al hombre milenario tendrá que esperar. Las expectativas iniciales son alargar la edad hasta los 110-120 años. No por ello se amilanan en TAD ante su propósito de ser la empresa pionera a escala global que guíe los pasos “de la humanidad hacia una calidad de vida mucho más larga y mejor”.
El problema es que TAD tiene competencia, y no de tamaño menor. Calico es una discreta empresa que forma parte del entramado de Alphabet, la multinacional estadounidense cuya principal subsidiaria es Google. Calico es el acrónimo de California Life Company, una compañía tecnológica fundada en 2013 y que se esfuerza en entender el proceso del deterioro celular y desarrollar mecanismos que lo ralenticen y, en el mejor de los casos, lo detengan o lo hagan retroceder. Se presenta como una compañía enfocada “en la investigación y terapéutica del envejecimiento” cuya misión es “aprovechar las tecnologías avanzadas para aumentar nuestra comprensión de la biología que controla la vida útil. Calico utilizará ese conocimiento para diseñar intervenciones que permitan a las personas llevar vidas más largas y más saludables”. Para desarrollar los primeros productos encaminados a la “cura de la muerte”, Calico anunció el pasado mes de junio un acuerdo con una potente compañía biofarmacéutica, AbbVie.
Y si Calico tiene fama de ser una empresa sigilosa que procura pasar desapercibida, existe una corriente internacional que cada vez hace más ruido: el transhumanismo. Se trata de un movimiento intelectual que tiene como objetivo final transformar la condición humana mediante el desarrollo y fabricación de tecnología ampliamente disponible que mejore nuestras capacidades físicas e intelectuales.
Una de las voces del transhumanismo más reconocidas en Latinoamérica y España es la de José Luis Cordeiro. Ingeniero formado en el MIT, cofundador de Singularity University y coautor de la obra ‘La muerte de la muerte’, sostiene que “en el año 2.045, a más tardar, todos seremos inmortales. La muerte será opcional”. Así lo dijo en la presentación de libro de Fernando Botella, ‘Bienvenidos a la revolución 4.0’ que el ingeniero de origen venezolano prologa. “Mucha gente no cree en esto porque no lo entiende y no lo entiende porque estamos acostumbrados a un pensamiento lineal y no exponencial, que es la forma en la que la tecnología está cambiando todo”, argumentó. Entre sus vaticinios anunció también que “la medicina del futuro no será curativa, será preventiva”.
En esta línea trabajan, cada vez más, empresas del sector biotecnológico como la valenciana tellmeGen que trata la prevención de enfermedades a través del genotipado a gran escala o Amadix, una empresa fundada por Rocío Arroyo que investiga la creación de test en la sangre orientados a la detección temprana del cáncer, mucho antes de que aparezcan los primeros síntomas.
El primer producto a punto de lanzar al mercado es Colofast, un test para prevenir el cáncer de colon al que le seguirán otros similares para el cáncer de pulmón y páncreas. “Yo creo que el cáncer se puede detectar de forma muy temprana y eso es lo que quiere Amadix, vencer el cáncer y alargar mucho la vida de las personas, dice la CEO. La compañía nace arropada por 4 importantes fondos de inversión. Valga esto como ejemplo del interés comercial que suscitan soluciones al antiguo anhelo de la humanidad por conquistar la longevidad y la eterna juventud. Otro ejemplo: el premio internacional en la categoría de ciencia e ingeniera denominado Premio del ratón Matusalén, M Prize, cuya Fundación da recompensas económicas a aquellos investigadores que logran superar los límites de la edad en los ratones hasta duraciones sin precedentes.