VALÈNCIA. La declaración del ex secretario general del PPCV Ricardo Costa en la sesión judicial del Caso Gürtel celebrada este miércoles pasará a la historia de la formación popular en la Comunitat Valenciana como una jornada negra en la que, además de resultar señalados antiguos referentes del partido, se destrozó buena parte de las opciones electorales de la actual presidenta regional, Isabel Bonig.
¿Ha quedado amortizada la legislatura para la líder del PPCV después de que el ex número dos del partido haya admitido los delitos y la trama de financiación ilegal? Esa es la pregunta que deberán responder los votantes en 2019, si bien resulta evidente que no es el clima adecuado para la remontada que deben acometer los populares frente al Govern del Botànic.
La gravedad de lo revelado por Costa se sustancia, al margen de los delitos que de ello se deriva, en el enorme descrédito que conlleva para el PPCV ante la opinión pública. Más del 50% de los valencianos siguió votando a este partido cuando ya había estallado el caso Gürtel: la estrategia de la negación practicada durante casi una década, agrietada ya por las declaraciones previas de Francisco Correa y de Álvaro Pérez 'El Bigotes', se hizo añicos este miércoles por boca de uno de los dirigentes más poderosos en aquella etapa.
Ya nadie en el partido niega abiertamente la financiación ilegal en el PP valenciano ni en el nacional, en un 'sálvese quien pueda' o 'yo no sabía nada' que continuará este jueves con las declaraciones de David Serra -exvicesetrario del PPCV-, Yolanda García -extesorera- y Cristina Ibáñez -exgerente-.
Un sapo difícil de tragar para los votantes que, pese a todo, siguieron confiando en el PPCV. Más allá de la financiación ilegal, la mentira bañada de pose indignada ante las informaciones publicadas y las acusaciones redactadas quedaba absolutamente desnuda ante los que se taparon ojos, nariz y oídos a la hora de introducir la papeleta en la urna. Un legado complicado de gestionar para la actual líder del partido, Isabel Bonig.
Un lastre aún pendiente
En este sentido, los esfuerzos de la presidenta regional desde que accediera al poder se han dirigido con notable intensidad a poner tierra de por medio con los antecesores de aquel bautizado internamente 'viejo PP'. Bien es cierto que la propia Bonig formó parte del Consell de Francisco Camps, pero lo hizo durante un mes a partir de 2011 cuando la fiebre Gürtel ya estaba en los tribunales. Fue entonces cuando el entonces presidente de la Generalitat conseguía el récord de 55 escaños pese a estar a punto de sentarse en el banquillo por el caso de los trajes. Una diferencia sustancial con lo que ocurre hoy: no existía en esos días una fuerza alternativa en el centro-derecha, como ahora Ciudadanos, que pudiera hacer sombra al partido de la gaviota.
Este es el escenario al que se enfrenta Isabel Bonig. El resultado que le dejó Alberto Fabra -quien también se ha visto salpicado por la derrama verbal de Costa en su declaración- se situó en un 27% -23 puntos menos que Camps- y 31 escaños -24 diputados menos que en 2011-, lo que le obliga a una legislatura con pocos errores y muchos aciertos que, combinada con la aportación de Ciudadanos, supere a las fuerzas del Botánico, PSPV, Compromís y Podem. Una hipótesis que, sobre el papel, no resultaba descabellada pero que ahora es motivo de una nueva reflexión. Más aún después de lo ocurrido en Cataluña, donde Ciudadanos pasó a ser la fuerza política más votada aunque no pudiera arrebatar el trono a los partidos independentistas.
Así, los intentos de Bonig de mostrar una renovación frente al pasado han resultado en vano. Los fantasmas del PP le han dado alcance: la líder regional apostó por desmarcarse de Rita Barberá, una maniobra por la que recibió críticas internas sobre todo tras su fallecimiento. También pidió que dejaran el acta los concejales de València investigados por el presunto 'pitufeo' vinculado a la Operación Taula. Génova congeló su decisión a la espera de que se abra o no juicio oral a los implicados, en lo que se convertirá -toda la causa en su conjunto- en otro via crucis judicial programado para este mismo año. No será el único: Valmor en marcha, Emarsa, Brugal, Cooperación, más Gürtel...
El PP no quiere creer
Si durante años Ricardo Costa negó los presuntos delitos que este miércoles confesó, el PP tanto nacional como autonómico prefiere mantenerse en la primera versión de la historia. Así, tanto el ministro de Justicia, Rafael Catalá, como la secretaria general del PPCV, Eva Ortiz, enmarcaron la declaración del ex número dos del partido dentro de las "estrategias de defensa". Una manera de deslizar que no creen que Costa esté diciendo ahora la verdad, sino que sus palabras se dirigen a un reparto de culpas para minimizar su posible pena.
Camps, Cotino, Pedrosa, Campos, Rambla..., aunque algunos todavía poseen salario público a costa de los contribuyentes, no se trata solo una cuestión de la importancia de los nombres ni del indiscutible peso que tuvieron en la vida política valenciana. El problema que se deriva de la declaración realizada por Costa este miércoles es el doloroso castigo a la marca, especialmente en la Comunitat Valenciana, por el que existen dudas razonables de una recuperación antes de 2019 dado que todo apunta a que el goteo de problemas judiciales será constante en los próximos meses.