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El vestidor de la Casa Blanca: de Jackie Kennedy a Melania Trump

Algunas primeras damas de Estados Unidos se han convertido en un referente de estilo y en las representantes de la moda “made in América”. De la elegancia de Jackie Kennedy al atrevimiento de Michelle Obama, ¿qué nos tendrá preparado el vestidor de la actual primera dama Melania Trump?

22/11/2016 - 

VALENCIA. 

Jackie Kennedy, eterno icono de estilo

Podemos decir, sin equivocarnos, que con Jacqueline “Jackie” Kennedy comenzó el interés y la fascinación por el vestuario de las primeras damas de los Estados Unidos. Su llegada a la Casa Blanca en 1961 fue una de las primeras en ser televisada, en esa época la mayoría de los hogares americanos ya contaban con una televisión y cada vez eran más las revistas que publicaban sus fotografías a todo color. Todo eso unido a su estilo refinado y chic convirtieron a la señora Kennedy en un icono de estilo mundial cuya influencia llega hasta nuestros días. Diseños firmados la mayoría por Oleg Cassini se combinaban con la mejor moda francesa de casas como Dior, Chanel o Givenchy. Trajes de chaqueta con falda confeccionados en tweed, vestidos de Alta Costura, sombreros “pillbox” -con forma de pastillero-, guantes blancos, pañuelo de seda en la cabeza, enormes gafas de sol y colores pastel para que se vieran bien en las televisiones en blanco y negro, eran algunas de sus claves de estilo. Para las ocasiones más informales y en su vida privada, versionó el estilo casual americano con toques sesenteros y afrancesados como los pantalones capri, bailarinas, polos y rebequitas de punto. Nunca se equivocó en la elección de su vestuario ni en cómo llevarlo incluso en el momento más dramático de su vida: el asesinato en Dallas de su marido, el presidente John F. Kennedy. La sangre de los disparos que acabaron con la vida de JFK mancharon el dos piezas rosa con detalles en negro inspiración Chanel pero confeccionado por un taller neoyorkino, Chez Ninon, que lucía Jackie ese día. No lo quiso limpiar ni se cambió de ropa tras el suceso “para que el mundo viera lo que le habían hecho a John”, el traje del rosa más triste de la historia se conserva así desde entonces en el National Archives and Records Administration. 

  

Ese dos piezas y el estilo sencillo y elegante de Jackie Kennedy forman parte de la historia de la moda. 

El “rojo Reagan” y los vestidos prestados de Nancy Reagan

Nancy Reagan no era guapa ni iba sobrada de estilo pero conocía sus limitaciones y supo buscarse a los mejores consejeros para convertir sus apariciones en algo parecido a una alfombra roja de Hollywood, el lugar de donde venía ya que era una ex-actriz. El americano Bill Blass triunfaba en los 80s y fue el diseñador de confianza de Nancy Reagan además de ejercer como su estilista personal. A Nancy Reagan le gustaba el exceso, el “estilo Dinastía”, los brillos y, sobre todo, el color rojo. Tanto es así que debido a sus numerosas apariciones en actos oficiales vistiendo de rojo, la prensa le otorgó el nombre del “rojo Reagan” con el que se supone que la primera dama pretendía demostrar su patriotismo. No escatimaba en gastos en cuanto a vestuario y en su guardarropa contaba con modelos de Alta Costura de Valentino, Yves Saint-Laurent, Oscar de la Renta y Chanel. Para acabar con las críticas y que no la tacharan de derrochadora, Nancy Reagan comenzó a pedir a diseñadores americanos vestidos “prestados” para lucir en los numerosos actos oficiales.  

 

A la primera dama le preocupaba su imagen y sabía la importancia que ésta tenía en los medios,  por eso no es de extrañar que en la Casa Blanca, los Reagan adaptaran una habitación junto a la suya como gimnasio y, cerca del vestidor habilitaran una zona de peluquería donde pudieran cardarle el pelo a la señora Reagan con total comodidad. 

Trajes pantalón y camisetas de Marc Jacobs en el vestidor de Hillary Clinton 

Durante los años en los que Hillary Clinton ejerció de primera dama su estilo no llamó nunca la atención y se basaba principalmente en americanas y trajes de chaqueta con faldas nada favorecedoras en tonos pastel y, algunas veces, en colores más potentes como azul eléctrico o rojo. Su melenita corta “peinado bob” era su seña más identificativa ya que su ropa era más bien aburrida. Quizás la pieza más atrevida que llevara durante esa época fuese un vestido negro de Donna Karan de manga larga con dos aberturas que dejaban sus hombros al descubierto. 

 

Tras su etapa como primera dama que estilísticamente pasó sin pena ni gloria, Hillary volvió a la política en 2008 como Secretaria de Estado y con vestidor renovado con la ayuda de la ex-ayudante de Michelle Obama, Kristina Schake. Los dos piezas con falda se sustituyeron por los trajes pantalón confeccionados en practicamente todos los colores y en abrigos con cuello pequeño y hasta la rodilla. La revolución “pantsuit” -traje pantalón- se convirtió en parte de la campaña electoral de Hillary Clinton, incluso se creó un grupo en Facebook para demostrar su apoyo a la candidata y a sus inseparables pantalones. El mundo de la moda se volcó apoyando a Hillary Clinton en su campaña electoral, tanto es así que el diseñador Marc Jacobs diseñó una camiseta de inspiración pop art con la cara de la candidata demócrata y Anna Wintour, directora de Vogue América, no dudó en ponérsela durante la pasada Semana de la Moda de Nueva York. 

Laura Bush, conservadora y patriótica 

Nadie podía esperar que Laura Bush sorprendiera al mundo con su elegante forma de vestir ni que descubrieran en ella una seguidora de las tendencias. Por supuesto, se cumplieron las expectativas. La señora Bush nunca aspiró a eso, así que optó por un estilo anodino, discreto e inofensivo, más cercano a una conservadora ama de casa americana de clase media que a una mujer independiente preocupada por la última moda. Estilo clásico y conservador “made in Texas” como muchos de los vestidos que llevó durante actos oficiales que se confeccionaron por un diseñador local de esa ciudad. La moda sin aspiraciones y con un fuerte componente patriótico de Laura Bush no la convirtieron en icono de estilo.

 

Michelle Obama, vanguardista y portada de Vogue 

Desde Jackie Kennedy la Casa Blanca no tenía un icono de moda tan potente como Michelle Obama. Su estilo atemporal ha conseguido atraer a todas las generaciones combinando prendas asequibles, modelos de jóvenes diseñadores americanos y firmas establecidas como Tom Ford, J.Crew, Jason Wu o DelPozo. Después de su predecesora Laura Bush, nadie como Michelle Obama para ventilar el vestidor de la Casa Blanca y sustituir la naftalina por aires más juveniles y vanguardistas. Mientras que ha sido primera dama se ha convertido en la mejor representante de la moda americana. 

El vestido marcando cintura y las faldas con volumen han sido sus básicos durante los ocho años que ha ejercido de primera dama. Michelle Obama se ha atrevido con colores llamativos, estampados y brillos en sus recepciones oficiales y siempre que ha sido posible, en sus viajes de Estado, ha optado por vestir al menos un modelo de algún diseñador originario del país que ha visitado. 

 

Su imponente presencia, alejada de los estándares de pasarela, ha acercado la moda a la calle, su personalidad carismática y cercana ha permitido que ninguno de los diseños que ha lucido, por arriesgados que parecieran, se le resistiera y los ha sabido defender a la perfección. 

Michelle Obama ha conseguido encontrar el equilibrio entre el estilo más casual y asequible y las prendas de diseño que ha vestido en los actos oficiales sin perder naturalidad. 

La última primera dama es además la favorita de la revista Vogue USA, la publicación de moda más influyente del mundo. En su número de noviembre y como despedida/homenaje le dedica la portada y un reportaje a la ex-primera dama que con ésta es la tercera vez que aparece en la edición americana de Vogue. La revista y el mundo de la moda demuestra una vez más su apoyo a Michelle Obama, no sólo por su labor como embajadora de la moda “made in USA” sino por su implicación en solucionar los problemas que afectan a las mujeres.

 

El estilo “tronista high class” de Melania Trump

Los Trump ocuparán la Casa Blanca y Melania Trump, convertida ya en primera dama, llenará los armarios de vestidos tubo ceñidos, escotazos, brillos, abrigos de piel y zapatos de tacón de aguja firmados por Louboutin. La ex-modelo de origen esloveno nos ha demostrado en más de una ocasión que el minimalismo no va con ella y, mucho menos con su marido,  y que ella sigue las tendencias siempre que éstas tengan un precio con muchas cifras. Sin embargo, parece que está intentando pulir su estilo haciéndolo más discreto y sofisticado, lo ha demostrado en sus apariciones durante la campaña por la presidencia de su marido Donald Trump. El color blanco como favorito y vestidos con falda lápiz, escotes redondos cerrados y drapeados, son sus básicos hasta el momento. Ha prescindido de complementos llamativos ni joyas demasiado ostentosas -aunque los tiene- para dar una imagen un poco menos lujosa a la que nos tenía acostumbrados.  

 

Su manera de vestir excesiva de “nueva rica” con el que hace años posaba en alguna de sus mansiones junto a Donald Trump está mutando en un estilo de “tronista high class” con el que pretende ser elegante y discreta. Sus estilistas lo tienen complicado y saben que por más que se esfuercen y aunque logren convertirla en una primera dama con clase, todos sabremos que es tan forzado y falso como el flequillo rubio de su marido. 

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