Con motivo de la visita de Eskorbuto, el sábado en Sala Ágora de Aldaia, repasamos algunas de las bandas que integraron la escena punk valenciana de los 80
VALENCIA. La historia de Eskorbuto tiene todos los elementos clásicos de la cronología básica del grupo punk: rechazo, rechazo y rechazo mientras vivían y, con suerte, elevación a los altares cuando todo acaba. Hoy, la gente pide que los restos de Iosu Expósito y Juanma Suárez, dos de los tres miembros originales de la banda, descansen juntos bajo un mismo homenaje en el cementerio de Santurce; hoy, también, se recogen firmas para para que, ante la imposibilidad física de lo anterior, su localidad natal les dedique un parque, una calle o una plaza. Hoy, en 2016. Antes, entre los 80 y principio de los 90 (hasta la muerte prematura de Expósito y Suárez), Eskorbuto vivieron momentos en los que el odio hacia su mera condición superaba ampliamente los laureles impropios del punk. Demasiados enemigos, que decían ellos.
“El tiempo siempre da la razón. Por lo menos a nosotros. Todo estará viejo y nosotros estaremos muertos”. Así terminaba Iosu Expósito una de sus últimas entrevistas, si no la última, en Radio Euskadi. Nacidos en la margen izquierda del Nervión, en Santurce, en una época en la que el paro y el tráfico de drogas lo matizaba todo, Eskorbuto acabó por convertirse en ese amigo que siempre es bueno tener en un grupo: el que dice lo que todos piensan pero ninguno se atreve a decir. Por eso su legado va más allá de lo tangible de unas grabaciones (a veces) cualitativamente cuestionables. Con ellos, en tanto en cuanto son el reflejo sublimado de un momento único, la hipérbole del “deberían estar en los libros de historia” no se resulta tan extravagante.
Hoy, en el siglo XXI, Eskorbuto ha vuelto a la carretera. Pako Galán, el único superviviente del trío original, ha impulsado el resurgir físico del grupo; el sábado 10 estará, obviamente con una formación diferente, en la sala Ágora de Aldaia. Llegado este momento quizá sea la mejor ocasión para tributar homenaje también a esas bandas de punk valenciano que, siendo más o menos coetáneas de Eskorbuto, no recibieron en ningún momento de la línea temporal de esta dimensión el reconocimiento que pudieron merecer o merecieron.
Poco se habla, en general, del fulgurante movimiento punk de los 80 en Valencia. Lejos del victimismo localista, en realidad, pasa esto: poco se habla del movimiento punk del 98% del territorio español. El caso de Interterror, sin embargo, es especialmente sangrante en lo que se refiere a Valencia. Coetáneos de Eskorbuto, e incluso más precoces, el grupo de unos adolescentes Javier García (aka, El Enano Infiltrado), Víctor Royo (Acnex), Willy Escribano y Miguel Coll ascendió a los primeros estadios de popularidad de tal forma que, como ocurría con los vascos, sus canciones recibían el reconocimiento del (escaso) público incluso antes de que llegaran a editar su primer disco.
Aunque los detonantes fueron ‘Adiós, Lili Marleen’ y ‘Felices Días en Auschwitz’, antes habían llegado ‘Suicídate’, ‘Antisocial’ o ‘Los Héroes Están Cansados’; apartando la particular cuestión vasca, ya compartían lazos de esa corriente nihilista que desarrollaba también el trío de Santurce. Ambos coinciden, por ejemplo, en en el acertado recopilatorio Viva La Punk 1978-1988 (Chinga Tu Madre Recordz). Interterror apenas se extendió durante cuatro años: era lo suyo en una banda de punk de los 80 formada por todavía adolescentes. Sin embargo, le bastó para ser semilla del nacimiento de multitud de grupos; entre los de consanguinidad más directa se encontraban Noviembre Rojo o La Resistencia.
El camino de La Resistencia se empezó a vislumbrar en el mismo instante en el que se empezó a desdibujar el de Interterror. La censura por parte del productor en ‘Felices Días en Auschwitz’ (cuya letra original era “una esvástica, un martillo y una hoz, no importa quién sea mi ejecutor" y pasó a ser "una esvástica, un pelotón, no importa quién sea mi ejecutor”) provocó la salida de Javier García y la posterior fundación de La Resistencia. Con él se fue, más tarde, Víctor Acnex. La Resistencia sí llegó, en cierto momento, a recibir la atención que no había captado Interterror: su canción ‘Es tu Destino, Amigo’ llegó a colocarse en la zona noble de la lista de Los 40 Principales en los 80.
Sin embargo, aquello pareció ser el principio del fin. Al poco, su sello discográfico, Producciones Twins, se hizo con Hombres G y decidió apostar (casi literalmente) por la banda de David Summers como producto estrella de su catálogo. La propuesta de La Resistencia, que comparte espacio con Eskorbuto o Subterranean Kids en el documental No Acepto!!! Diez Años de Hardcore, Punk, Ira y Caos (José A. Alfonso y Alberto Bocos Oyarbide, 2007), era mucho más arriesgada; también dentro de la propia propuesta punk, tanto musicalmente como a nivel compositivo. Ellos sí volvieron para cobrarse esa deuda en 2013.
A mediados de los 80, prácticamente coincidiendo con el arranque de La Resistencia, surgió en Valencia seguramente uno de los grupos de punk más indómito de la Valencia sin complejos; que al frente de Generación 77 estuviera Fernando, ‘El Loco’, sigue sin parecer hoy en día una cuestión baladí. Ellos, además, explotaron esa vía de personalidad propia que se le pudo asignar al punk valenciano de los 80: su cercanía a referencias como The Damned, 999 o Generation X. De ellos se conservan un par de maquetas (con joyas como ‘Yo No Quiero Ser Una Naranja Mecánica’ y alguna versión de The Damned), varias canciones en directo y leyendas. Entre las más comentadas, la de la pelea en medio de un concierto en la Jaula de Bilbao y en la que hay quien aún comenta que tuvo que intervenir incluso un miembro de Eskorbuto.
The Damned y Eskorbuto se unen, y de forma muy tangible además, en el camino de una de esas bandas de punk amnésico valenciano: Éxtasis, formada en Tavernes de la Valldigna. De su supervivencia en los 80 sólo quedó un disco de cinco canciones, Miles de Ladrillos, y otro del cual se perdió el master y circula muy subterráneamente como bootleg que jamás vio la luz con oficialidad. Comparados con referentes nacionales como Parálisis Permanente o Kaka de Luxe, su evolución hacia territorios cada vez más contundentes les hizo más de una vez no llegar ni siquiera a concluir sus conciertos. Eso sí, esa misma particularidad les llevó a tocar con Eskorbuto en el País Vasco, o a hacerlo junto a The Damned en Berlín.
Las Terribles, en todas sus formas (y La Banda Fantasma inicial, y La Banda Maldita después), fue otra de las formaciones que merecen ser rescatadas de la nostalgia punk valenciana. El grupo de Mari e Isa Blázquez disponía de elementos para tener una fe considerable en que, pese a lo que pasó, acabarían dando con el único ingrediente que aparentemente les faltaba para trascender. Era un grupo con personalidad, muy buenos músicos (que, como Mingo Hernández, gozaban de protagonismo en grupos pujantes como N.E.S. o Generación 77) y una importante capacidad de adaptación; partiendo del punk, Las Terribles y La Banda Maldita supieron abrirse al ska y al pop, pero a la hora de entrar a grabar los desencuentros en la producción provocaron que el disco, que llegaba en su mejor momento (habían tocado para PIL en su visita a Valencia), nunca cristalizara.
Lo de N.E.S. debió de tener muy buena pinta en su momento. Entre todos sus miembros reunían bajo la misma marca a representantes de Noviembre Rojo, Interterror, La Resistencia, Las Terribles, Acción Directa y Generación 77. Sin embargo, y a pesar de tener todo lo que debían tener, presumiblemente los cambios en la formación (a la orden del día en los 80) y la ausencia de un éxito rotundo e instantáneo repitió la historia ya contada, que decía Shirley Bassey, y todo se terminó por diluir. Dejaron, eso sí, un disco para el recuerdo en Rabia Records (la división de EPs de La Fábrica Magnética) con la marca de José Luis Macías.
Lo de Cómplices tampoco debió de ser sencillo olvidarlo. Por lo menos, a juzgar por la entidad del único disco que editaron en esa primera y brevísima etapa entre el 86 y el 87, después de KK For Yu. Producido por Gabotti y Remi Carreres, De Espías, Policías y Ladrones contenía con total probabilidad el mejor punk-rock valenciano. En aquella época, Rafa Cervera hablaba de ellos como “le futuro del rock valenciano”: “incluso se puede decir que parte del futuro del rock nacional depende de ellos”, añadía. Tras su separación en el 87 trataron de volver como Recién Nacidos (Teo Cardalda ya había registrado el nombre), pero la cosa duró menos aún. Como La Resistencia, renacieron en el siglo XXI: el año pasado publicaron Aviso: Se Lee 3Cómplices.