MADRID. El aumento de los precios del petróleo tiene efectos desiguales en las economías mundiales. Los modelos de crecimiento de los Estados productores del Golfo, así como de Rusia y de los exportadores latinoamericanos, como Colombia, están ligados a los ingresos por exportación de petróleo. Los importadores netos, como China, pueden ver cómo se deteriora su balanza por cuenta corriente, mientras que la India, que ya ha apelado a la OPEP para que limite las subidas de precios, se expone a un empeoramiento de la balanza comercial y a una mayor inflación impulsada por la energía.
Los movimientos del mercado del petróleo son inseparables de la geopolítica. Antes de la elección de Joe Biden, los inversores especularon con que Estados Unidos empezaría a normalizar las relaciones con Irán, potencialmente levantando las sanciones y permitir al país reanudar oficialmente las exportaciones de petróleo. El 25 de febrero, el gobierno de Biden ordenó un ataque aéreo en Siria. El objetivo eran las instalaciones en la frontera iraquí utilizadas por militantes respaldados por Irán, que según Estados Unidos eran responsables de los ataques de la semana anterior. Hasta ahora, la administración estadounidense ha indicado que no tiene prisa por volver al acuerdo nuclear con Irán.
De cara al futuro, las enormes repercusiones sociales y económicas de este último año han acelerado la tendencia a abandonar la dependencia de los combustibles fósiles. Aunque las consecuencias geopolíticas a largo plazo son difíciles de prever, el panorama estratégico ya ha cambiado para la industria petrolera a medida que la demanda se desplaza hacia fuentes de energía alternativas. Los inversores ya tienen la oportunidad de decantarse por las empresas que ofrecen soluciones más limpias o que están en transición hacia ellas. En algunos casos, se trata de empresas petroleras que están realizando inversiones tras reconocer que este cambio estratégico está muy avanzado.
Los inventarios, la oferta y los precios del mercado del petróleo se equilibrarán en función de la recuperación. El principal riesgo es que las tensiones en el seno de la OPEP+ hagan aún menos previsibles las decisiones de producción. A medida que el mercado del petróleo se acerque a un equilibrio en el transcurso del año, los productores de la OPEP+ pueden ver menos incentivos para alcanzar un consenso sobre los niveles de producción. En este sentido, nuestra previsión a 12 meses se sitúa en 60 dólares por barril y seguimos de cerca el impacto de la normalización de los precios del petróleo en nuestras carteras.
Stéphane Monier es CIO de Lombard Odier