El terrorismo envuelve una complicada historia de amor y traición en 'El padre de Caín', la nueva miniserie de Telecinco que se ha emitido en dos capítulos
VALENCIA. Tras presentar Mediaset la miniserie sobre Serrano Suñer como un héroe en la mediocre ficción 'Lo que escondían sus ojos', Telecinco ha vuelto a causar polémica 'El Padre de Caín', una adaptación de la novela homónima de Rafael Vera, secretario de Estado de Seguridad entre 1984 y 1994 y condenado por el Tribunal Supremo en 1998 a 10 años de prisión por su implicación en el secuestro de Segundo Marey por los GAL.
Mediaset estrenó el 6 de diciembre de 2016 el primer capítulo, dos entregas que tiene como contexto los años del plomo de ETA. Las redes se hicieron eco de este proyecto y ardieron entre los que defienden la ficción y los que consideran que no es fiel a la realidad. La polémica se centró en si realmente el guión se ciñe a la realidad de lo que se vivió en el País Vasco de los 80.
La historia sigue a Eloy, un joven teniente de la Guardia Civil que deja a su esposa embarazada en Madrid para viajar al barrio donostiarra de Intxaurrondo, centro operativo en la lucha contra ETA en San Sebastián. La figura de Vera no deja indiferente a nadie y es bastante arriesgada. Allí el protagonista vive de cerca los horrores del terrorismo.
Quim Gutiérrez es el protagonista de esta ficción dirigida por Salvador Calvo, con guión de Alejandro Hernández y Michel Gaztambide.
Tras cinco años del cese definitivo del terrorismo de ETA, Gutiérrez no cree que la ficción vaya a levantar ampollas pero la realidad ha sido distinta. Patxi Freytez, que da vida al sargento Delgado, explica que los agentes allí destinados "cobraban el doble y luego podían elegir destino, porque muchos caían como ovejas en el matadero". Una vez instalado en un albergue, se sentirá atraído por la dueña, Aura Garrido. El elenco lo completan Luis Bermejo, Patrick Criado, Ricardo Gómez, Cristina Plazas y Luis Zahera, entre otros, mientras que Víctor Reyes, ganador de un Emmy, pone la música.
Las interpretaciones no son magistrales, ni mucho menos, pero acaban cuajando gracias a un escenario que se lleva todos los méritos. El miedo se reflejan en cada plano.
El espectador asiste enseguida al primer atentado, dentro de una tensión creciente y que se palpita en cada escena. Más de una vez el protagonista vivirá la angustia de no saber si una bomba se activará al arrancar un coche. El ritmo de la historia es bastante lento y en ocasiones se echa en falta algo más de movimiento y menos silencios.
Tampoco están de acuerdo con la imagen sobre las supuestas torturas que se reflejan en la serie en dependencias de la Guardia Civil, en los calabozos de Intxaurrondo. Los espectadores denuncian que en el cuartel donostiarra no se construyeron esas celdas temporales hasta hace unos diez años.
Lo más frívolo de todo es el hecho de que se emita en televisión una serie basada en un libro de Rafael Vera, condenado por los crímenes de los GAL. "Espero que no haya nadie que haya sufrido la historia del personaje". Con estas palabras, Quim Gutiérrez presentó el proyecto y dejó constancia de la dureza de la trama. Un drama en el que ya ha pasado tiempo suficiente para hablar de ETA.