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DISEÑO PARA EL PENSAMIENTO

El nuevo diseño del espacio

Se necesitaban nuevos referentes visuales para los astronautas de este siglo con una épica que recuperase el interés público por la exploración espacial

8/06/2020 - 

VALÈNCIA. La llegada a la Luna se produjo hace 51 años. Para los que nacimos alguna década después de aquello la idea de futuro dejó rápidamente de estar asociada a los trajes espaciales de la NASA y fue la ciencia ficción la encargada de inculcarnos imágenes más sofisticadas de la exploración espacial.

Por ser justos, el diseño debe a la carrera espacial probablemente algunos de los retos más interesantes a nivel tecnológico, y no tendríamos cámaras tan pequeñas en nuestros teléfonos móviles, posiblemente tampoco ordenadores portátiles, ni auriculares sin cables ni el ratón. Por no hablar del diseño de aislantes, sistemas de filtrado de agua, la leche de fórmula, tejidos especiales o la tecnología de los LEDs. Tampoco el mundo del packaging habría podido evolucionar mucho y tampoco el del diseño de automoción. Vamos, que la parte más estética relacionada con los viajes al espacio envejeció rápido pero sin embargo no se ha dejado de innovar, el problema es precisamente esa falta de sincronía que impide narrar correctamente una historia, un síntoma más para que la empresa privada norteamericana haya tenido que tomar el relevo a la agencia estatal americana vía contratos poniendo sus propios diseños, naves, vehículos y tecnologías.

Si la pionera en hacer habitables aquellas cápsulas espaciales fue Galina Balashova en los sesenta y Raymond Loewy en la década siguiente el encargado de diseñar la primera estación espacial americana,  hemos tenido que esperar bien entrado el nuevo siglo para ver un avance similar que supusiese aire fresco a esas naves y trajes. 

Hace una semana SpaceX, la compañía privada de de transporte aeroespacial fundada en 2002 por Elon Musk, saltaba de nuevo a las portadas por conseguir el primer lanzamiento y llegada a la Estación Espacial Internacional en misión privada, poniendo en órbita a los norteamericanos Doug Hurley y Bob Behnken a bordo del cohete Falcon 9 en la cápsula Crew Dragon, consolidando la historia de la reutilización de cohetes, base del gran avance de SpaceX que han sabido contar a través de imágenes épicas con las que están recuperando el interés público en la exploración espacial. 

SpaceX opera gracias a contratos de servicios comerciales de la propia NASA para transportar carga y tripulantes a la EEI, al igual que Boeing, que será la siguiente compañía privada en enviar astronautas al espacio con su nave Starliner. Y son estas naves, la Dragon y la Starliner, las que están renovando ese espíritu de exploración entrándonos por los ojos con una actualización de aquellos toscos paneles de control o trajes asociados a la NASA.

El diseño de la cápsula Dragon emana funcionalidad al servicio del usuario, una obra de ingeniería y diseño que hace patente la importancia de la belleza para el confort también en estos proyectos en los que tras Raymond Loewy hace medio siglo se volvió a prescindir de la parte más estética y del mimo por los detalles.

El mítico mono naranja que se utilizaba para el despegue y reentrada de astronautas ha sido sustituido en SpaceX por sus propios trajes espaciales, los Starman, blancos, hechos a medida y diseñados por el mexicano José Fernández quien es conocido por su trabajo creando uniformes y vestuario para películas de Batman, Avengers, Wonder Woman, Thor, Spiderman o hasta los cascos de Daft Punk. Desde su estudio californiano Ironhead se ha hecho un hueco en la industria de Hollywood y allí fue donde recurrió Elon Musk para contratar a Fernández lo que debía ser algo como “el esmoquin de los trajes espaciales”. Aunque desde los renders y la presentación de 2017 hasta la misión real de 2020 digamos que no han terminado de quedar lo icónicos que parecían.

Otro hito de diseño que se dio en esta reciente misión de SpaceX en colaboración con la NASA fue la recuperación de su logo original del siglo pasado, el conocido como the worm en un grueso y sintético trazo rojo creado por Danne & Blackburn en los setenta y que es uno de esos iconos pop de nuestra era que aportó cierto tono retro a la misión. Por cierto, el manual de identidad corporativa de the worm está libre y descargable aquí.

El caso de SpaceX es el de la importancia de saber contar con imágenes actualizadas y nuevos referentes un relato tan épico como es poner una nave en órbita, a dos astronautas dentro de una nave o hacer aterrizar de vuelta las distintas fases de una misión espacial, prestando atención a los detalles y contando con el diseño como narrador de ese nuevo discurso para recuperar el interés público por la exploración espacial.


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