MADRID, (EP). Hoy todo el mundo está conectado a través de Internet, sin embargo, el uso de este por parte de los jóvenes puede llegar a convertirse en un problema debido a la dependencia que provoca, tanto que el 69 por ciento de estos afirma que se siente mal si no puede utilizarlo, según el último informe PISA 2015 sobre el bienestar de los estudiantes.
Los jóvenes sufren la ausencia de Internet porque, según ha explicado la socióloga y profesora de los Estudios de Artes y Humanidades de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Natàlia Cantó-Milà, "es una de las formas principales de estar conectado con los amigos y, en una cultura de la inmediatez, no saber qué se está diciendo o dónde se está quedando puede significar quedarse excluido".
El informe analiza a más de medio millón de adolescentes de 15 años de 72 países y señala que el 91 por ciento de los estudiantes tiene un teléfono móvil conectado a Internet en casa y que el 61 por ciento se inició en la red antes de los 10 años. Además, 9 de cada 10 de los encuestados admite que lo pasan bien utilizando dispositivos digitales.
Sin embargo, "la sensación de felicidad que puede conllevar la hiperconexión es un espejismo, y construir la identidad a partir de la respuesta en redes provoca un círculo vicioso de dependencia que puede llegar a comportar cuadros de ansiedad y depresión", ha destacado el doctor en Filosofía, profesor de los estudios de Humanidades de la UOC y autor del libro 'La gran adicción. ¿Cómo sobrevivir sin internet y no aislarse del mundo?', Enric Puig Punyet.
Además, el informe también hace un recorrido por las ventajas y los riesgos que puede suponer el uso de la red para los jóvenes, pues aunque este puede "aumentar el bienestar, ya que provee entretenimiento y elimina los obstáculos para la socialización", también puede suponer, en exceso, realizar menos ejercicio físico, provocar trastornos del sueño y obesidad, además de minar la motivación y la concentración de los alumnos y conducirlos a un mayor aislamiento.
"El problema fundamental de Internet y las redes sociales es la crisis de la atención y la focalización que están provocando, y la ansiedad por la inmediatez y la disponibilidad constante", ha subrayado Puig Punyet, quien ha añadido que estos son problemas estructurales y, por ello, hay que "pedir responsabilidad a los desarrolladores y alertar a la sociedad de que hay que tomar conciencia del diseño adictivo de estas herramientas, para así lograr la liberación del usuario".
Así, el filósofo ha querido recalcar que, a pesar de que las redes sociales puedan tener ciertos beneficios, estas y su ideología de fondo "están promoviendo una pérdida de la calidad en las interacciones humanas en beneficio de la cantidad, ya que la satisfacción es pasajera; el comentario o la respuesta se olvida rápidamente y se busca más; y el reconocimiento nunca es definitivo".
Por ello, la profesora Cantó-Milà ha asegurado, por su parte, que no hay que dejar que los adolescentes estén demasiadas horas conectados, momento en el que la responsabilidad de los padres y de la escuela entra en juego para enseñar a los menores a desconectar y a emplear de forma equilibrada las herramientas digitales.