Posa siempre perfecta con las últimas tendencias, sale a los sitios de moda, publica sus 'selfies' y fotografía su día a día en una vida donde todo parece encajar… Podría ser cualquier 'instagramer' pero ella es Lil Miquela y no existe más allá de la pantalla porque no es humana
VALÈNCIA. Miquela, conocida en la red como @lilmiquela es la primera It-girl virtual y, como todas las influencers, a juzgar por las fotografías que sube a la red, parece tener una vida perfecta.
Según se deduce del contenido que publica en su perfil de Instagram, es una veinteañera que vive en Los Ángeles y trabaja como modelo y cantante, se deja ver en los restaurantes y clubes de moda, viaja, posa con ropa de firma con un estilo bastante ecléctico, visita las exposiciones del momento y se lo pasa en grande con un grupo de amigos muy cool donde hay cantantes, productores, modelos y actrices. Además, de vez en cuando, también apoya acciones solidarias y publica textos profundos como sacados de un libro de autoayuda. Una influencer perfecta de manual, vamos. Hasta aquí todo sería bastante normal en un mundo, el de las redes sociales que vende apariencia y “postureo”. La diferencia entre Miquela y el resto de miles de Instagramers como ella es un pequeño detalle: no es humana y no existe más allá de la pantalla.
Desde que abrió su cuenta de Instagram en 2016 ha alcanzado más de 500.000 seguidores y todos ellos se hacen la misma pregunta: ¿existe en realidad Miquela? De no ser así, ¿quién maneja su perfil? Su cutis sin poros y las pecas perfectamente dibujadas, el cabello renderizado y las sombras algo planas delatan su origen virtual que recuerda a una versión extremadamente realista de Los Sims. Muchas personas, entre los que se encuentran varios informáticos expertos en la materia, destacan que la única forma de conseguir un resultado tan humano como ese es combinando 3D y fotografía real. También circula la creencia de que Miquela es un ser humano pero que retoca sus imágenes hasta el extremo de parecer un ciborg creado a golpe de ratón.
Definir la línea que separa la realidad de la fantasía es, en el caso de Miquela, todavía más complicado que con la mayoría de perfiles que se encuentran en Instagram.
El debate respecto a esta misteriosa influencer continúa y se hace aún más enigmático cuando nos planteamos la finalidad de su existencia. Los hay que piensan que se trata de una original estrategia de marketing ya que nombra negocios reales de Los Ángeles o porque confían en que en algún momento se desvelará el misterio en forma de campaña publicitaria de, por ejemplo, algún videojuego o serie de televisión. Otra de las teorías existentes es que Miquela es el proyecto de algún artista digital avispado que ha encontrado la inspiración en el mundo irreal de las redes sociales para demostrar con su obra lo difícil que es en ellas distinguir entre verdad y ficción.
En algunas de sus fotografías posa con personas de carne y hueso pero cuando se les ha preguntado a ellos por alguno de estos interrogantes mantienen el secreto o juegan a la confusión. De momento, las hipótesis siguen creciendo al igual que la fama y los seguidores de @lilmiquela.
Pero la cosa no se limita a estilismos y selfies, Miquela ha dado el salto al mundo de la música lanzando un par de singles pop que ya tienen miles de reproducciones. No es la primera vez que una celebridad virtual ha tenido éxito en la música, a finales de los 90 el músico Damon Albarn y el artista Jamie Hewlett fundaron la banda virtual Gorillaz, cuya identidad visual consistía en cuatro personajes animados (2-D, Nicolás Murdoc, Noodle y Russel Hobbs) que alcanzó la aclamación de la crítica y ganó un premio Grammy en 2006.
También el mundo de la moda se ha dejado seducir por personalidades digitales, es el caso de Louis Vuitton que diseñó en 2013 el vestuario para el avatar virtual Hatsune Miku, una cantante japonesa de dieciséis años que interpreta su concierto en el escenario como un holograma animado y ha colaborado con Lady Gaga y Pharrell. Por su parte, Riccardo Tisci también creó un vestido exclusivo de alta costura para Miku. Más recientemente, Lightning, el personaje de pelo rosa del videojuego Final Fantasy, protagonizó la campaña de Louis Vuitton primavera-verano 2016.
La popularidad de Miquela en Instagram plantea la pregunta de si a las marcas les hará falta en el futuro que sus influencers sean reales o no para promocionarse a través de ellos.
¿Le basta a una firma aparecer en el perfil de una influencer virtual si tienen suficientes seguidores y llegan a su público objetivo? ¿Da lo mismo si un avatar tiene la misma influencia que una instagramer real? Estamos ante el principio de una fórmula totalmente distinta.
Por otra parte también hace que nos preguntemos cuál es el interés que les genera a sus seguidores un ente que saben que no existe fuera de la pantalla. Quizás sea exactamente el mismo que el despertado por el resto de influencers ya que no los han visto en persona y muestran una realidad que seguramente no existe tampoco fuera de la pantalla o, por lo menos, del modo en el que la presentan en Internet.
En los últimos años, Instagram ha pasado de ser una red social donde compartir fotos estéticamente atractivas a un escaparate donde miles de chicos y chicas prácticamente intercambiables se han creado un alter ego que muestra su vida con imágenes perfectas llenas de lugares comunes y tópicos de nuestra era -un desayuno de tostadas con aguacate, el brunch con las amigas, un viaje a alguna playa exótica, cena en el restaurante de moda de turno…- siempre patrocinados por una o varias marcas. “Personas escaparate” que venden una imagen de ellos mismos más cercana a la fantasía que a la verdad. Más virtual que real, casi tanto como Miquela aunque en su caso sí haya piel y huesos en lugar de vectores.
Es posible que el público esté empezando a saturarse de esa dinámica y de la cantidad de influencers con casi idéntico perfil. Siendo conscientes de que la “realidad” que muestran no lo es tanto puede que acaben prefiriendo partir de lo irreal para no dar lugar a engaños ni frustraciones. “Mejor una verdad que duela que una mentira que ilusiona”, dice el refranero español.
En las redes sociales es muy complicado establecer la frontera que separa realidad y ficción, Miquela es el ejemplo más claro de ese debate y también de la percepción tan poco real que muchas personas dan de sí mismos en ellas.
Pensándolo bien, la diferencia entre Miquela y muchas Instagramers es prácticamente imperceptible. ¿Será Kim Kardashian también un avatar? La nebulosa que flota sobre las redes sociales es cada vez más densa…