MADRID, (EP). El hambre hedónica, la que nos hace ingerir alimentos ricos en calorías incluso cuando estamos saciados, nos induce a ingerir entre 2.500 y 3.000 calorías en cada una de las comidas o cenas navideñas debido al potencial adictivo de algunos productos, sobre todos los dulces, que, si no los controlamos, pueden provocar la obesidad.
Según ha explicado María Francisca Carvajal Ruiz, profesora en el Máster de Psicología General Sanitaria de la Universidad Internacional de Valencia (VIU), este impulso por el que nos resulta difícil decirle que no a unos turrones o a los típicos dulces nos conduce a consumir comida "no solo para satisfacer nuestra demanda de energía, sino también por ese anhelo que experimentamos cuando el estómago está lleno pero nuestro cerebro sigue siendo voraz".
La experta ha añadido que no todos los alimentos tienen el mismo valor hedónico, ya que depende tanto de "las propiedades organolépticas (sabor, olor y textura) de los alimentos, como de las experiencias previas que hemos tenido con ellos".
Carvajal ha destacado que "cada vez están surgiendo más estudios científicos que sugieren que alimentos altos en calorías y ricos en azúcares podrían tener un potencial adictivo".
Consumir alimentos ricos en calorías (o incluso ver una fotografía de ellos o pensar en su ingesta) hace que se activen nuestros centros del placer, al igual que lo haría cualquier droga de abuso, ha comentado.
"Los estudios de neuroimagen muestran similitudes entre la obesidad y la adicción, ya que tanto la obesidad como la adicción se asocian con un menor número de receptores dopaminérgicos D2 en el cerebro, sugiriendo que son menos sensibles a los estímulos reforzantes y más vulnerables a la sobreingesta de alimentos o al consumo de drogas", ha asegurado.
Según Carvajal, investigaciones recientes han demostrado que neuropétidos como las melanocortinas y las orexinas implicadas en la ingesta de comida "están involucrados en el consumo de drogas y su expresión cerebral se altera tras el consumo de atracón de drogas o sustancias palatales (calóricas y no calóricas)".
Para la investigadora, las teorías de la "adicción a la comida" sugieren que ciertos alimentos altamente procesados pueden tener "un elevado potencial adictivo y pueden ser causantes de algunos tipos de obesidad y de trastornos de alimentación como resultado a una respuesta adictiva a este tipo de alimentos".
"Por este motivo, se hace imprescindible la inclusión de la terapia conductual como un componente fundamental del tratamiento de la obesidad para obtener tratamientos más eficaces con los que lograr no solo una mayor pérdida de peso, sino también un mayor mantenimiento en el tiempo del peso perdido", ha indicado.
Algunos autores sugieren que la adicción a la comida podría ser un fenotipo válido para la obesidad, ya que el 25% de los adultos obesos cumplen el criterio de adicción a la comida.
Otros datos que apoyan esta hipótesis es el hecho de que el 15% de las personas en tratamiento de pérdida de peso y el 47% de las personas a las que se les ha realizado una cirugía bariátrica son adictos a la comida.