VALÈNCIA. ¿Quién es Donald Trump? ¿Un empresario de éxito, un brillante político, un oportunista, un embaucador, un showman? Hoy, viernes 21 de septiembre, el afamado documentalista Michael Moore estrena en Estados Unidos, precisamente, Fahrenheit 11/9 (que no Fahrenheit 9/11). Un documental en el que se pregunta cómo fue posible el ascenso hasta la presidencia del país de un “bufón y un mentiroso”, según sus palabras.
Pero Fahrenheit 11/9 no es el único documental que da vueltas al fenómeno por el que logró la presidencia cuando nadie creía que fuera posible. Desde el 20 de enero del 2017, fecha de la toma de juramento de Trump, se han estrenado diversas producciones que analizan su carrera profesional y política desde múltiples perspectivas. En las principales plataformas de contenidos podemos encontrar títulos que nos aproximan al perfil de este polémico dirigente: la serie documental, emitida en Movistar+, El cuarto poder; el último episodio de la también serie documental Dirty Money, producida por Netflix; y un tercer título, disponible igualmente en Netflix, llamado Pásame con Roger Stone.
“El charlatán es un típico personaje estadounidense. Es el vendedor de aceites que visita un pueblo y convence a sus habitantes para que le compren la poción mágica. Alguien que se aprovecha de la confianza que otros depositan en él sabiendo perfectamente que no tiene ni la capacidad ni la intención de cumplir con nada de eso”. La descripción es de Tim O’Brien, periodista y autor del libro TrumpNation: The Art of Being The Donald. El ex colaborador del New York Times conoce bien al Presidente desde sus inicios. En el sexto episodio de la serie documental Dirty Money (Netflix), dedicada a sonados casos de fraude, O’Brien cataloga al presidente de los Estados Unidos como un embaucador. Junto con algunos viejos colaboradores de Trump, los testimonios repasan la trayectoria del Presidente de los EEUU desde sus comienzos en los años 80, cuando construyó algunos edificios y casinos, pasando por su peor momento a principios de los 90, cuando la Organización Trump llegó a tener una deuda de 3.000 millones de dólares en impagos, y su casino, el Taj Mahal, acabó en bancarrota.
A partir de ahí, la cinta relata cómo Donald Trump, al que ningún banco prestaba ya dinero para emprender, se dedicó simplemente a dejarse ver por los medios. A base de ser omnipresente y vender una imagen de hombre de éxito, logró construirse una marca que, aunque distaba totalmente de la realidad, atrajo a centenares de empresarios interesados en franquiciar su apellido, convirtiéndose en un hombre anuncio. 17 edificios en el país contenían su nombre, aunque en realidad Trump solo era propietario de algunas plantas en 5 de ellos, mientras que afirmaba constantemente por televisión de que era propietario de 90. Llegó a vender perfumes con su nombre, juegos de mesa con su nombre, muñecos y hasta un curso (Trump University) que costaba 35.000 dólares y supuestamente enseñaba cómo ser un emprendedor inmobiliario de éxito. “Lo de franquiciar su apellido le solucionó sus problemas a lo grande. No le hacía falta pedir prestado dinero ni trabajar”, explica el periodista del New Yorker Adam Davidson. “Pero nunca fue el mayor promotor inmobiliario de Nueva York ni de lejos”.
En paralelo, desarrolló su perfil como presentador, durante quince temporadas, en The Apprentice (El aprendiz), el reality en el que unos participantes competían por conseguir ser la mano derecha de Donald Trump. “Lo reposicionó en el imaginario estadounidense como la encarnación del emprendedor astuto y capaz, y del éxito empresarial”, relata O’Brian. “Nos pareció gracioso sacar a este señor que había quebrado cinco veces, que estaba acabado, y que vivía en un palacio de oro que pagaban otras personas”, explican en el documental los editores del popular programa de televisión. “Muchos de los que vieron El aprendiz creían en el Donald Trump que presentábamos, se creían el personaje”, reflexionan. “¿Se acuerdan de esa imagen cuando bajó por las escaleras mecánicas y anunció su candidatura? Esa misma escena la usábamos mucho en El aprendiz. Poníamos música tipo Funkadelic y quedaba fantástico”.
El exhaustivo documental repasa los posteriores negocios alrededor de su marca hasta llegar a algunos cuya ética, incluso legalidad, están todavía hoy en cuestión, existen juicios pendientes o protagonizan las portadas de la prensa.
Dirty money finaliza con el testimonio de Walt Shaub, ex director de la ‘Oficina de ética del Gobierno de EEUU’, que dimitió de su cargo tras los primeros meses de Trump en el Gobierno. “El programa de ética del Gobierno se basa en la suposición de que al presidente le importa la ética y se la exige a su personal. Pero, desde el principio, cuando dijo que no renunciaría a sus intereses, se desvió de una norma ética que habían respetado todos los presidentes desde los años 70”, explica a cámara. “Uno de los mayores engaños que nos ha querido vender es la de aparentar que se ha apartado de sus negocios. Ahora vende acceso al Gobierno”. Para el ex funcionario esto “es una monetización total de la presidencia”.
Los seis episodios de esta serie documental, producida por Showtime y emitida en Movistar+, realizan un seguimiento al día a día de los periodistas políticos del New York Times durante el primer año de Gobierno de Trump. Un equipo de competitivos articulistas investigan concienzudamente los asuntos turbios del nuevo presidente mientras este jalea a sus seguidores contra la prensa, a la que tilda de “the enemy of the people” (el enemigo de la gente). En una de las escenas más incómoda del documental comprobamos como algunos periodistas están a punto de ser linchados por los enfurecidos seguidores de Trump durante un evento.
Durante ese primer año, el equipo del prestigioso diario saca a la luz algunos escándalos que todavía siguen protagonizando portadas, mientras que en paralelo conviven con la crisis de la prensa en papel y la búsqueda de la rentabilidad en la nueva era digital.
Llama poderosamente la atención el disparate que nos muestra el documental: Trump, el político que salió beneficiado de las noticias falsas publicadas masivamente en Facebook durante las elecciones del 2016, ataca, sin embargo, con fiereza a los medios convencionales, ya sea en sus discursos y ruedas de prensa, ya sea por Twitter, acusándolos de publicar, precisamente, ‘fake news’. Y lo más peligroso: pone en entredicho la vital función del cuarto poder a la hora de salvaguardar la salud del sistema democrático.
Disponible en Netflix, nos aproxima a la figura de Roger Stone, el excéntrico asesor político de Trump (antes de otros políticos republicanos). El documental realiza un seguimiento al personaje durante la campaña política de Trump, y nos da a conocer lo que él llama como las “reglas de Stone”, una serie de consejos de este agresivo asesor, que se define a sí mismo como “un agente provocador”. Máximas como “que se hable de ti aunque sea mal”, “ataca, ataca, nunca te defiendas” o “los negocios son los negocios”. El propio Stone protagoniza, ante cámara, el documento, y nos regala agresivas declaraciones como “me deleito en vuestro odio, sino fuera eficaz no me odiaríais”.
Otro aspecto del documental muy bien hilado es el trabajo de documentación histórica, gracias al cual comprobamos cómo algunas de las frases más recordadas de los discursos de Donald Trump en campaña no son originales del actual presidente sino que provienen de discursos de políticos históricos republicanos como Nixon o Ronald Reagan. “We will make America great again” (haremos grande a América de nuevo) fue utilizado por Ronald Reagan antes que por Trump, y “la mayoría silenciosa” se escuchó por primera vez en boca de Nixon.
Se bromeaba hace años con la noche de los unfollow largos en Twitter conforme se fue recrudeciendo el procés en Cataluña. Sin embargo, lo que ocurría en las redes se estaba reproduciendo en la sociedad catalana donde muchas familias y grupos de amigos se encontraron con brechas que no se han vuelto a cerrar. Un documental estrenado en Filmin recoge testimonios enfocados a ese problema, una situación que a la política le importa bastante poco, pero cambia vidas