Un dólar más débil no es una solución a largo plazo para las preocupaciones sobre el crecimiento mundial, pero durante los próximos meses podría hacer que todos esos problemas sean mucho más fáciles de ignorar
MADRID. La depreciación que ha sufrido el dólar tras la reunión de política monetaria de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) de la semana pasada ha sido notable donde la apuesta por unos tipos más bajos ha provocado dicho movimiento. Aún en estas circunstancias no se han adoptado medidas drásticas, ya que las condiciones económicas no son terribles y no se requieren tres o más recortes -de tomarlas-, no estarían justificados en una situación económica como la actual. El replanteamiento de la política de la FED -después que el presidente Jerome Powell comentara que el crecimiento era decepcionante- provocó que la caída fuera mucho más contundente.
Este hecho tuvo también trascendencia en el rendimiento de los bonos estadounidenses y ha reducido la presión alcista sobre el dólar, al hacer que el diferencial -o rendimiento extra disponible de los bonos del Tesoro en relación con los bonos europeos- retroceda desde lo que parecían ser niveles extremos. También de manera directa el reciente repunte del oro implica una mayor debilidad de la divisa americana. El oro se ha mantenido como una amenaza viable para los pasivos en dólares. La depreciación del dólar estadounidense favorecerá al oro en detrimento de los bonos estadounidense.
Los inversores están preocupados porque las inversiones en treasurys (bonos americanos) se transformen en oro. La ruptura de correlación entre los tres activos (dólar, bonos y oro) puede ser una señal positiva para uno, pero tremendamente negativa para el otro.
La realidad es que un dólar débil hace la vida más fácil a casi todo el mundo. En primer lugar a la economía estadounidense, que podría reducir el déficit comercial más rápidamente. China también quiere un dólar más débil, porque hace mucho más fácil evitar la devaluación de su propia moneda. Un dólar más débil también alivia la presión sobre los mercados emergentes de todo el mundo y, en particular, sobre aquellos como Turquía y Argentina. Los exportadores de la Eurozona no se verían beneficiados por esta circunstancia, pero al menos un dólar más débil ofrece a los inversores estadounidenses más incentivos para invertir en empresas europeas y reducir así la presión a la baja sobre los precios de las acciones europeas.
A todas estas circunstancias se le suma un dato demoledor: el mercado de valores estadounidense ha mostrado debilidad cuando han existido periodos de fortaleza del dólar. Cuando el dólar se debilita o estabiliza la renta variable norteamericana ha subido. Esto también ha sucedido en los últimos años y conviene recordar que todos los períodos de debilidad de la renta variable estadounidense después de la crisis se produjeron con un dólar fuerte.
Un dólar más débil no es una solución a largo plazo para las preocupaciones sobre el crecimiento mundial, pero durante los próximos meses podría hacer que todos esos problemas sean mucho más fáciles de ignorar y permitir un último impulso en el mercado alcista de Estados Unidos. Pero si el repunte se basa en gran medida en la caída de la divisa, debería haber mejores alternativas. El oro sería una forma directa de beneficiarse del debilitamiento del dólar.
Jorge López es analista de XTB
Informe elaborado por Enrique Díaz-Alvarez, Matthew Ryan, Roman Ziruk e Itsaso Apezteguia