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MEMORIAS DE ANTICUARIO 

El día después en el ámbito cultural valenciano

“Lo que no me mata me hará más fuerte” (Friedrich Nietzsche)

26/04/2020 - 

VALÈNCIA. Va ser especial el día que volvamos a un museo y nos entreguen la entrada en la taquilla. Será para conservarla. El primero, en mi caso, será nuestro querido museo de Bellas Artes; ya está decidido. Por cierto, su director, Carlos Reyero, está colgando en las redes sociales breves pero muy interesantes y atinados comentarios de cuadros que ahora no podemos contemplar directamente. Allí nos estarán esperando, pacientes, las obras que hemos abandonado temporalmente muy a nuestro pesar. Viviremos la ilusión de que el arte nos necesita, nos reclama, porque nos pide a gritos nuestros ojos, pues de lo contrario carece de sentido. El arte carece de valor en sí mismo si no se lo damos nosotros. Si un día desapareciera el interés por éste no se perdería nada si fuera destruido, porque ¿qué es del arte en el reino de las tinieblas?. Puedo imaginar las vacías galerías del Museo Del Prado, de nuestro Museo de Bellas Artes o las magníficas salas del IVAM e intento hacerme la idea de una obra maestra sin su público. Es como un gran libro en busca de, al menos, un lector. La obra existiría, eso sí, pero como objeto inanimado, inerte, pues encuentra su lugar en el mundo cuando es interpretada a través de la observación, una interpretación que la dota de significado puesto que no lo tiene por sí misma, sino que somos los de fuera los que se lo damos.

De igual forma todos quienes formamos parte del sector cultural de este país “subiremos la persiana” para recibir de nuevo a quienes nos visiten, al público. No me gusta el término “reconstrucción” para referirme a lo que nos deparará el futuro próximo porque nada se ha destruido: la cultura y el arte ha estado también confinado pero volverá a nuestras vidas y, de nuevo, lo necesitaremos más allá de las visitas virtuales o a través de los libros. 

Es inevitable pensar, en estos días aciagos, sobre el futuro, escrutar en nuestras cabezas sobre el día después. Nadie dijo que fuera fácil y no lo va a ser. El mundo de la cultura de este país va a ser uno de los grandes afectados por esta pandemia. Un mundo que abarca cuatro grandes ámbitos. El  audiovisual y de las artes escénicas como gran damnificado es una gran sector en el que se integran profesionales y trabajadores de numerosos ramos como el cine, teatro, televisión: actores y actrices, directores de escena, propietarios de teatros, escenógrafos, diseñadores de vestuario, autores de obras escénicas, guionistas, etc. La industria musical también va a ser uno de los sectores más dañados por razones similares a las artes escénicas y que son fáciles de imaginar: músicos de todos los estilos, compositores, promotores, espacios donde se lleva a cabo la programación y una gran cantidad de trabajadores vinculados. Asimismo otro importante sector cultural es el editorial, en el que hay lugar para escritores, traductores, correctores, editoriales, librerías etc. Uno como otro tienen capacidad de influencia pues tienen sus canales, sus interlocutores, aunque, hay que ser realistas, en un contexto social y político (estatal, autonómico y local) español, en el que la cultura se ha venido considerando la cenicienta de forma endémica. El tercero, en el que me integro, sería el dedicado a las bellas artes, pero nunca lo he podido considerar un sector, sencillamente porque no lo es. De hecho ni él mismo se considera como tal puesto que nunca se ha mostrado así frente a la sociedad y frente a las administraciones. Estamos habituados a la lucha tanto como los otros dos sectores, pero no existe una unión porque tampoco se ha planteado esta, y pienso que en tiempos en los que el paradigma va a cambiar, quizás sea el momento de cambiar cosas e introducir un debate que ni siquiera se ha iniciado. El de las bellas artes debería aspirar a ser un sector -ahora no es ni  candidato-, para defender intereses que nos unen, que son más de los que creemos. Habría que reflexionar sobre hasta que punto esta falta de unión nos ha perjudicado a todos. 

Como se dice popularmente, en el sector de las bellas artes cada uno va por libre: galerías de arte contemporáneo, artistas, galerías de arte antiguo y antigüedades, restauradores, comisarios de exposiciones, fotógrafos de arte, críticos, docentes, historiadores, etc. A todos nos une un aglutinante indestructible, el arte: su producción, exhibición, comercialización, promoción, recuperación, enseñanza… pero a la vez nos separa un mundo.  Esta crisis podrías ser la puntilla o, por fin, albergo la esperanza, la oportunidad que estábamos esperando para poder usar aquello que  decía Nietzsche “lo que no me mata me hará más fuerte”. Está en nuestras manos más de lo que creemos.

Planes

La administración autonómica a través del área de Cultura de la Generalitat, va a poner en marcha el denominado plan ReaCtivem. Una iniciativa loable en cuanto a sus intenciones pero sobre la que albergo ciertas dudas. Por supuesto que la administración debe promover el arte y la cultura implicándose en ella con la adquisición de obra para sus espacios pero esta labor creo que debería llevarse a cabo de forma continua con un presupuesto anual concreto y conforme a las indicaciones de los expertos a través de visitas continuas a los espacios expositivos, talleres de artistas etc. Por lo dicho, creo que el comité de expertos debería ser un órgano con cierta vocación de permanencia. Sería largo de explicar pero una adquisición masiva, un tanto compulsivamente, de una gran cantidad de obra y en un momento determinado quizás no sea la forma más reflexiva de hacer las cosas. Por ejemplo determinada galería o un artista es posible que no disponga en ese momento de la pieza más interesante que sí puede disponer de ella unos meses después, pero ya no hay presupuesto para su adquisición. 

Por otro lado las adquisiciones inicialmente se van a centrar en el arte contemporáneo, de hecho así se viene haciendo desde hace unos años, y en un grupo de galerías determinadas. Con un sistema más continuado en el tiempo, estrechando lazos entre administración y profesionales, debería abrirse el abanico a adquisiciones a otros agentes que intervienen en el sector cultural de las bellas artes como galerías de arte antiguo y antigüedades. Es lamentable que salga al mercado una obra importante de un artista no contemporáneo a un precio más que interesante, como ha sucedido, y no pueda adquirirse por carecer de presupuesto para ello. Hay que pensar que el Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana lo integran también espacios museísticos donde la obra expuesta no es contemporánea y estas colecciones no pueden sustraerse a la necesidad de adquirir obra para enriquecer y mejorar sus fondos y hacer avanzar sus planes expositivos. 

Pero además la función de promoción cultural en el ámbito de las artes plásticas no debería quedarse en estas adquisiciones que son de alguna forma como dar el pez, que ayuda, por supuesto, pero no la caña. Las administraciones deben contribuir con sus medios a promocionar el coleccionismo privado a través colaboración permanente con los agentes culturales dotándoles de herramientas como puede ser la cesión de espacios para la exposición o promocionando los comercios culturales de nuestra ciudad (galerías, anticuarios, talleres, estudios, librerías tanto de libro antiguo como nuevo etc) de muchas formas que ahora es imposible detallar y el consumo de cultura.

Me consta de primera mano, y sería injusto no citarlo, que el Ayuntamiento de València a través de su Concejalía de Cultura está siendo sensible a lo que se nos viene encima. Es tiempo de pensar bien las cosas y diseñar la estrategia más acertada para afrontar un tiempo nuevo y desconocido. No podemos permitirnos que centro histórico de la ciudad (también otros barrios), castigado por la uniformidad que genera la franquicia, pero a su vez, bendita paradoja, el lugar donde se instalan muchos de los comercios y agentes culturales de la ciudad, dotándolo de una personalidad diferenciadora de otras ciudades, pierda uno sólo comercio cultural más. Un espacio menos donde se venda cultura, es una tragedia para la ciudad.

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