La gestión sanitaria de la pandemia, conflictos raciales y escalada de tensión con China elevan la percepción del riesgo político
MADRID. Trump por el Partido Republicano y Biden por el Demócrata serán formalmente candidatos para las elecciones presidenciales de noviembre en sus convenciones nacionales este agosto. Dos áreas son de particular importancia: impuestos y relación con China. De momento las crisis del coronavirus puede afectar a las posibilidades de Trump. Hay que tener en cuenta que la situación sanitaria continúa deteriorándose, especialmente en los Estados del sur y que Joe Biden, contendiente del partido Demócrata, le acusa de gestionar mal la pandemia. A ello se añade que la economía estadounidense se enfrenta a un shock agudo por las limitaciones a la actividad de los gobiernos estatales y locales y los cambios del comportamiento y gasto de los consumidores ante las preocupaciones generalizadas sobre la salud.
Más aún, una economía fuerte era clave para la reelección de Trump y, aunque todavía destaca la resistencia del mercado de valores tras marzo-abril, la pandemia le supone un gran golpe. De momento el consenso de Bloomberg es que el PIB de EEUU se contraiga 5,5% este año, casi el doble que el 2,8% de la Gran Crisis Financiera Mundial en 2009. Además su mercado laboral puede tardar tiempo en sanar, pues varios sectores, como restaurantes y viajes, se están viendo obligados a cambiar de modelo de negocio. De manera que la tasa de desempleo "oficial", en máximo de 14,7% en abril, seguía en 11,1% en junio y esperamos se situé alrededor de 9% para finales de año.
De hecho Trump está muy rezagado respecto de Biden en las encuestas de opinión -un 9% por debajo según Real Clear Politics-, incluyendo los Estados cruciales de Pensilvania y Florida, que Trump ganó en 2016. Los demócratas lo tienen más complicado para el Senado, que el Partido Republicano controla, pues sólo un tercio de escaños se renuevan en noviembre. Cuatro Estados pueden ser clave: Iowa, Montana, Maine y Carolina del Norte, donde los sondeos están ajustados. Además la legislación del Senado precisa mayoría de 60 sobre cien votos, excepto para asuntos presupuestarios.
El caso es que Biden ha dicho que quiere revertir parcialmente los recortes de impuestos de Trump, aumentando el tipo de sociedades al 28% desde 21% (35% antes de las reducciones de 2017). Pero si es elegido probablemente sea pragmático, centrándose primero en mayor estímulo económico para evitar socavar la confianza empresarial. El tipo efectivo que pagan las empresas del índice S&P 500 está bastante cerca de 21% y un aumento al 28% golpearía desproporcionadamente a las orientadas a tecnología y las defensivas. Las expectativas de beneficios en 2021 el S&P 500 son de aumento del 29,5%, pero la subida del impuesto, los reduciría casi a la mitad. De momento la volatilidad implícita del mercado en cuatro a cinco meses es mucho mayor que la actual, lo que ilustra la preocupación de que Biden revierta los recortes de impuestos.
Además un aumento de impuestos puede reducir las recompras de acciones, que alcanzaron casi 200.000 millones de dólares el primer trimestre, dos tercios atribuible a sectores de tecnología, finanzas y servicios de comunicación. En 2020 los dividendos pagados por las empresas del S&P 500 pueden caer entre 12% y 15% y, por primera vez desde finales de la década de 1990 en EE UU, darse un reparto 50 % dividendos y 50% recompras. Las proyecciones de Factset para Alphabet, Amazon, Apple, Cisco Systems, Facebook, Intel, Microsoft y Netflix de principios de 2019 a finales de 2022 sugieren que supondrán 25% de la capitalización de S&P 500 y 17% de los beneficios en ese período -superando al índice en 5% anualizado-, pero supondrán sólo 13% de los impuestos.
Mientras los beneficios en el sector de atención médica han sido casi tan resistentes como en tecnología, con valoraciones menos exigentes. Ambos candidatos presidenciales piden menores precios de los medicamentos, aunque no están impulsando una reforma significativa. La plataforma de Biden, que incluye una opción pública para el seguro de salud, parece mucho más suave que lo que sus antiguos rivales para la nominación Demócrata habían estado proponiendo.
Por su parte sector de petróleo y gas, que sólo supone 2,5% de la capitalización del índice S&P 500, debe beneficiarse de la recuperación, pero no será decisivo, aunque el programa económico de Biden puede poner limitaciones ambientales al fracking de petróleo y nuevos oleoductos, Por otra parte, Biden, como Trump, insiste en aumentar el gasto en infraestructuras, un tema recurrente en Washington DC los últimos años, empantanado en debates de prioridades, financiación y responsabilidades.
Mientras la relación con China se ha deteriorado notablemente bajo la administración Trump, con mayores aranceles a gran parte de las importaciones chinas, la mayoría vigentes incluso tras el acuerdo comercial de Primera Fase de enero de 2020. En cualquier caso las cuestiones comerciales se han visto superadas por otros temas, como la rivalidad tecnológica y consideraciones geopolíticas.
Biden es senador desde la década de 1970 y antes de convertirse en vicepresidente de Obama fue presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, así que está versado en relaciones exteriores. Aunque ha criticado a Trump la retirada de los acuerdos y organizaciones multilaterales, puede estar más cerca de Hilary Clinton que de Obama y creemos se adaptará al dramático cambio de la opinión pública estadounidense los últimos años respecto a China.
Ahora bien, puede poner menos énfasis en los aranceles, renombrándolos 'verdes' o 'de sanción' en represalia a los acontecimientos en Hong Kong. También puede poner más énfasis en las disputas geopolíticas, especialmente las reclamaciones territoriales en el Mar de China Meridional.
Thomas Costerg y Jacques Henry son economistas de Pictet WM