Al haberse cancelado todas las fiestas de España, el sector de la iluminación ha recibido un durísimo golpe con la pandemia. Culturplaza habla con una de las empresas de València: Iluminaciones Just
VALÈNCIA. Normalmente la ciudad de València se llena de luces un tiempo antes de que lleguen las Fallas o las Navidades. A mediados de febrero y a finales de noviembre ya se suelen ver las calles adornadas con todo tipo de guirnaldas y arcos de luz que caen desde lo alto de los edificios. Durante un tiempo permanecen allí, montadas, pero sin que nadie las encienda, como a la espera de que alguien pulse el interruptor que da inicio a las fiestas. Al menos aquí, en València, esas luces apagadas siempre son un símbolo del disfrute que se avecina, del recuerdo de años pasados en los que la ciudad fue iluminada de cabo a rabo sobre el pavimento abarrotado de gente.
Está comprobado que una persona, al ver una calle con iluminación fiestera y otra a oscuras, suele tomar el primer camino. Es algo psicológico: la mayoría prefiere envolverse del color y la alegría de una calle alumbrada. Es normal. Y más lo sería en una situación como la actual, en la que la mayoría se encuentra ávida de deseo por volver a las calles como antes: sin las fastidiosas mascarillas, sin la dichosa distancia de seguridad, sin las miradas inseguras de gente que ya no puede pasear tranquila. Todos quieren que eso desaparezca, que las calles vuelvan a llenarse de luz.
El sector de la iluminación ha sufrido un batacazo sin precedentes con la pandemia. Es algo tan sencillo como que si no se celebran fiestas en ningún lugar del país, no se iluminan las calles. Y si no se iluminan las calles, los negocios de alumbrado no tienen nada que hacer. Carolina Andreu es la dueña de Iluminaciones Just, una de las empresas más importantes de iluminación aquí en València. Se dedica a iluminar las calles, tanto de la Comunitat, como de Cataluña principalmente. Con la pandemia, la finalidad de su labor ha desaparecido y se ha esfumado -naturalmente- la posibilidad de alumbrar nada. Cuenta que desde las Fallas no han colgado ni una sola bombilla. Ni una sola.
La gente está tan acostumbrada a ver este tipo de alumbrados que pocas veces se para a pensar en si se trata de un arte o no. Evidentemente, este cuestionamiento no tiene lugar en el caso de las luces de la calle Cuba en Fallas. Nadie niega que esos inmensos trabajos de coloridas bombillas en movimiento sean un arte, pero eso es tan solo la punta del iceberg. ¿Qué ocurre con el resto de alumbrados que siembran todas y cada una de las calles de la ciudad?
El proceso de confección de las luces de Iluminaciones Just es bastante casero. Cada año suelen lanzar dos modelos nuevos, bien enfocados a las Fallas, bien a las Navidades. Después de un largo proceso bocetil, se deciden los colores que iluminarán la calle en cuestión. Carolina Andreu explica que, a partir de ahí, "la pieza se fabrica en el taller de la empresa. Luego el soldador hace una prueba" y montan la estructura de luces en la calle de la propia Andreu. A continuación, esperan hasta que sea de noche y aprietan el interruptor. En ese momento deciden los detalles, aclaran matices sobre colores y por la mañana lo desmontan para aplicar los cambios convenientes. Entonces, los trabajadores de la empresa (un total de 18 empleados en nómina), opinan sobre lo que han visto. "Cuando todo eso está claro, mandamos fabricar la pieza definitiva".
En cuanto a los criterios que rigen la decisión del diseño, Carolina Andreu cuenta que es ella misma la que se pasa todo el tiempo del año pensando. "Lo hacemos por consenso, y yo me paso todo el tiempo mirando revistas o pensando en nuevas formas. Al ver en la televisión un anuncio, al leer y ver las figuras que adornan la parte de abajo de las páginas de un libro..., me voy fijando en todo".
Durante los últimos años, el avance tecnológico ha obligado a Iluminaciones Just (y a cualquier otra empresa de alumbrado) a reinvertir en nuevos materiales más modernos. El sector tiene que pasar por un continuo proceso de reinvención, pues si las empresas no renuevan, se acaban quedando totalmente desfasadas. La empresa regenteada por Carolina Andreu nació en los años 50. Por aquel entonces trabajaban con finas ramitas entrelazadas a las que se le adherían las luces. Ahora se utilizan estructuras de aluminio, y durante este tiempo, esa renovación ha pasado por las bombillas, posteriormente por el hilo luminoso, después por el LED y finalmente, por la luz RGB en la actualidad. Esa última tecnología, la luz RGB, es la que permite que permite introducir movimiento a través de canales de luz. "El reto de ahora es acompasar el movimiento de las luces con el ritmo de la música. La reinversión que hago es siempre muy grande. Tenemos que hacer el nuevo material desde cero, porque es más caro adaptar el antiguo que adquirirlo nuevo".
Iluminaciones Just nació en los años 50 de la mano del abuelo de Carolina Andreu. Era la época en la que se utilizaban aquellas ramas de árbol como estructura para las luces. Años después, al fallecer el fundador, el negocio pasó a manos de Celia Just, la madre de Carolina. "Mi madre fue toda una revolucionaria. El año en que murió su padre coincidió con el año en que se casó, así que pasó en cuestión de meses del rol de hija al de jefa, mujer y madre". Su marido, que era Auxiliar de Transporte Sanitario, tuvo que dejar su trabajo en un hospital para ayudar en el negocio. Fue a partir de ahí cuando la empresa comenzó a ascender. Andreu explica que las dificultades que viviera Celia Just son incomparables a las que ella vive por el hecho de ser mujer. "Ahora las cosas se han normalizado. Ser mujer electricista no es lo normal, pero la verdad es que yo no me siento ni desfavorecida ni menospreciada por el hecho de que mi entorno esté lleno de hombres. Quizás es porque yo me valoro mucho a mí misma y a mi trabajo. Mi madre sí tuvo que luchar, mucho más que yo. Tanto mental como físicamente".
Y ahora, después de un recorrido tan largo, Iluminaciones Just se ve contra las cuerdas como nunca antes. "Desde las Fallas no hemos colocado ni una bombilla en ningún sitio", explica Andreu con cierta pesadumbre. Su intención es centrarse a partir de ahora en la campaña de Navidad. De hecho, el próximo 14 de septiembre viajará a Barcelona para iniciar de una vez por todas los preparativos. No obstante, señala que, aunque todos los contratos de las Fallas se cancelaran de forma anticipada, muchas luces ya estaban montadas. "En ese sentido ha ido bien, los clientes han podido pagar lo que debían".
A partir de ahí, infinidad de contratos en celebraciones de moros y cristianos, en la Virgen de Agosto, en las hogueras de San Juan, en fiestas de localidades pequeñas, o incluso en festivales como el Rototom o el FIB; todos, se esfumaron. La empresa, contra todo pronóstico, sigue abierta. El pasado mayo se vieron obligados a hacer un ERTE, y ahora acude a trabajar la mitad de la plantilla medio mes y la otra mitad, el medio mes restante. "Confío en la campaña de Navidad -indica Andreu ciertamente esperanzada-. Aunque no pueda haber grandes aglomeraciones, no van a dejar de iluminar las calles. Al fin y al cabo, la luz es vida, es todo un reclamo comercial".
Además, en relación con esto último, ha ocurrido algo que no era del todo esperado: "Los comercios ganan mucho si su calle está iluminada, y como ha ocurrido todo esto, muchos pueblos incluso están contratando más luces en sus calles para dar más alegría. La verdad es que las contrataciones de navidad están funcionando".
Carolina Andreu asegura que el lugar perfecto para una iluminación es "la calle de la Paz". Explica que su distribución "es tan recta que cada veinte metros puede haber un arco de luz, de manera que se vean todos". La disposición de las luces es, según ella, de suma importancia. "Hay veces que el dibujo que has plasmado en las luces es feo, pero si lo cuelgas de la manera adecuada, puede llegar a quedar muy bien. Mucho mejor que otras veces que te encargan un dibujo muy trabajado pero que, al ejecutarlo, no va a funcionar".
Así, la clave está, desde su punto de vista, en la distancia prudencial entre arco y arco. "Las piezas centrales tienen que estar siempre una detrás de otra, las laterales deben terminar siempre a la misma altura". De esta manera, armoniosidad y cadencia son elementos indispensables en la construcción de una estructura de luces.
Iluminaciones Just lleva sus luces, principalmente, a Cataluña. Después, también ilumina las Fallas y Navidades de una ingente cantidad de pueblos y calles de la Comunitat, y también las de algunos pueblos del interior. Por otro lado, el negocio tiene más material que mano de obra, así que parte de su materia prima la alquila a otras empresas de electricidad. En definitiva, las luces de Carolina Andreu llegan también a Santander, País Vasco y Galicia. "Todos los pueblos, por pequeños que sean, quieren poner algo de luz en sus calles cuando llega la Navidad. Y ahí es donde entramos nosotros".