VALÈNCIA. Resulta prácticamente imposible pasear por Londres y no pensar en cómo se desenvolvería por aquellos adoquines, pipa en mano, Sherlock Holmes, el personaje creado por Arthur Conan Doyle que ha traspasado siglos y fronteras para convertirse en el detective más famoso del mundo.
La primera parada obligatoria es, sin duda, Baker Street 221 B, la calle en la que vive Holmes. Justo allí es posible ver una estatua del personaje de Doyle. Pero, ¿por qué eligió el escritor esta calle y no otra? Michael Sims, autor de Conan Doyle y la creación de Holmes (publicado en Alpha Decay), describe así cómo fue la decisión de que allí se localizara el escenario principal:
Por entonces, Baker Street no medía más de cuatrocientos metros. El trecho que quedaba al norte, después de cruzar Marylebone Road, se llama Upper Baker Street, donde los números continuaban hasta incluir el 221. Pero luego Arthur tachó “Upper”, con lo que domicilió a sus héroes en el trecho sur de Baker Street, convirtiendo el número 221 en pura ficción.
Pero, ¿cómo era aquella calle, aquel barrio –al que ahora se llega con las líneas de Hammersmith, Circle, Metropolitan o Bakerloo)?
Baker Street era una calle llena de historia londinense. En el siglo xviii, William Pitt el Viejo, dos veces primer ministro, había vivido en Upper Baker Street, junto a Regent’s Park. En esta calle tuvo su casa la glamurosa Sarah Siddons, la trágoca galesa famosa por su inolvidable encarnación de Lady Macbeth, y allí nació el novelista Edwuard Bulwer, posteriormente Lord Lytton.
Aquel era un piso compartido por Watson y Holmes en un barrio lleno de actividad y muy cerca de Regent’s Park. Pero, ¿de dónde salía esa B que acompañaba al 221? Sims lo aclara:
La B del número de la calle indicaba que su piso estaba en la planta segunda del edificio más grande, que Arthur seguramente imaginaba como uno de los casi ochenta edificios de estilo georgiano, fachada lisa y cuatro plantas que hay en este encopetado vecindario. Algunas direcciones de Londres llevaban un bis después del número de la calle para indicar que un edificio que había sido una sola casa fue luego dividido en dos viviendas, y a veces el bis se abreviaba B.
En esa misma ubicación se encuentra en la actualidad The Sherlock Holmes Museum. Esta casa está protegida por el gobierno debido a su "interés arquitectónico e histórico especial". El estudio del primer piso con vista a Baker Street se mantiene fielmente, tal y como lo dejó la famosa Sra. Hudson en Victorian Times. Visitar este museo es lo más parecido a habitar en una novela de Doyle. Además, algo curioso sucede con la numeración porque el Gobierno permite que este lugar mantenga el 221B por tener a un residente tan ilustre. Sin embargo, el número que le correspondería en la actualidad es el 239.
Hay otros tantos lugares que nos recuerdan el paso de Holmes por la ciudad, por ejemplo, en el número 79 de Baker Street se encontraba la farmacia a la que ocurría con asiduidad Conan Doyle. Hemos de recordar, además, que Doyle era médico de profesión. En 1876 empezó a formarse como médico en Edimburgo y después realiza la especialización de oftalmología en Viena. Buena parte de sus prácticas las hizo en barcos mercantes, es decir, era experto en medicina naval y llegó a ejercer también como médico militar en Sudáfrica. Su consulta, por cierto, estaba en el número 2 de Devonshire Place, mientras que su hogar estaba en el número 2 de Upper Wimpole Street,
Otro enclave importante de la Baker Street, en el número 32, es donde estaba la casa del Coronel Moran, el malvado asistente de Moriarty que dispara a Holmes en el mítico relato de La casa vacía o La casa Deshabitada. Así describe Doyle a Moran:
Se trata de un hombre de edad avanzada, con nariz fina y pronunciada, frente alta y calva, y un enorme bigote canoso. Llevaba un sombrero de copa echado hacia atrás, y bajo su abrigo desabrochado brillaba la pechera de un traje de etiqueta. Su rostro era sombrío y atezado, surcado por profundas arrugas.
No dejen de visitar tampoco el Café Royal, ubicado en el número 68 de Regent Street. Se trata de una antigua cafetería a la que acudían escritores como Doyle. Pero si hablamos de restaurantes importantes, el Criterion, situado en el 224 de Piccadilly es fundamental. Allí, en el año nuevo de 1881, se conocieron –según Doyle- Holmes y Watson.
Para terminar, tomen un café en el Simpson’s-in-the-Strand, el restaurante preferido de Holmes y Watson, que se fundó en 1828. Fue frecuentado por ilustres nombres como Vincent Van Gogh y Charles Dickens.