La autoridad monetaria europea presidida por Christine Lagarde continuará comprando activos bajo el programa PEPP a un mayor ritmo semanal
MADRID. El Banco Central Europeo (BCE) reafirma su estancia ultra acomodaticia de la política monetaria, señalando que continuará comprando activos bajo el programa PEPP a un ritmo semanal significativamente mayor que los primeros meses del año. Lagarde también señaló que la actividad económica de la Eurozona probablemente volvió a contraerse en el primer trimestre del año en vistas de las amplias restricciones implementadas. Adicionalmente, la presidenta del BCE también mantuvo un tono relajado sobre el reciente repunte inflacionario en el mes de marzo, sugiriendo que este aparente avance de los precios es apenas una señal lejana y distorsionada de una recuperación sólida. De hecho, el modesto avance de las ventas minoristas, una medida de la confianza de los consumidores, aún advierte de perspectivas cautelosas sobre la recuperación de la economía.
No obstante, Lagarde destacó que el balance actual de riesgos en el corto plazo, si bien sesgado relativamente al lado negativo, es más una situación de dos caras. Por una parte, el alto nivel de contagio aún existente en el área y la amenaza de posibles mutaciones del virus, aún podrían descarrillar considerablemente el panorama económica. De otro lado, señales de un sólido repunte económico también comienzan a ser visibles. El sector de los servicios, el más afectado por la naturaleza de la crisis, ya muestra evidencia de haber tocado fondo. Asimismo, el apetito por inversiones continúa siendo resiliente, lo que sugiere un daño limitado de la crisis a largo plazo.
Por último, si bien las expectativas de inflación permanecen relativamente estables -aunque por debajo de la meta del BCE en el medio plazo-, las medidas basadas en indicadores de mercados a futuro ya dan muestra de una mayor alineación. Crucialmente, Lagarde puntualizó que el balance global de riesgos no se ha modificado significativamente desde el análisis de marzo, relajando expectativas de que el BCE lanzaría un mensaje mucho más optimistas. El tono “cauteloso” de la presidenta al destacar la “situación de dos caras” del panorama económico europeo, deja claro este mensaje.
Si los inversores estaban buscando señales explícitas de cuándo el BCE comenzará a reducir sus compras bajo el programa PEPP habrán salido decepcionados del evento. El banco puntualizó que las decisiones del Consejo de Gobierno no están dictadas por una agenda o calendario, y que la apropiada evaluación de los datos macroeconómicos entrantes es crucial para dibujar la ruta de política. Específicamente, Lagarde comentó que en la reunión no se discutió todavía la retirada gradual del programa, ciñéndose a insistir en el refuerzo de la expansión cuantitativa que ejercerá el Banco en el corto plazo para mantener “favorables condiciones de financiamiento”.
De conjunto, sin embargo, el tono de Lagarde suena esperanzador. En un escenario más probable de que la vacunación europea avance según lo planeado y el 70% de la población adulta sea vacunado para junio, el advenimiento del verano podría reanimar sólidamente a la economía. Esto sería consistente con una relajación de las compras del programa PEPP en la segunda mitad del año, lo que según nuestras estimaciones, dejaría un margen excedente de entre 3% y 5% del volumen total de PEPP sin utilizar. Estas previsiones se alinean con nuestra expectativa de apreciación del euro hacia finales del año, si bien la reacción inicial de la moneda ha tenido una dirección poco clara.
Si bien para el BCE es “obvio” que la normalización monetaria en la zona euro no podrá sincronizarse con la de los EE UU, el avance favorable de las vacunas y el éxito en la contención del virus podrían entregarle oportunidades alcistas a la moneda única en el medio plazo.
Olivia Álvarez es analista de Monex Europe