VALÈNCIA. (EP). El 90 por ciento de los jóvenes entre 14 y 30 años ha admitido cometer faltas de ortografía cuando escriben en las redes sociales y otro 88,5 por ciento ha asumido que no cuidan la elaboración de sus textos al escribir en dispositivos móviles como lo harían en otro formato, según un estudio sobre los hábitos de escritura de los jóvenes en los dispositivos móviles en el año 2017 de la profesora de lengua española de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH) Silvia Gumiel.
Además, en el estudio señala que en torno al 20 por ciento de los estudiantes de la ESO afirmaban "escribir como hablan". La pregunta a responder es si este problema detectado en unas oposiciones es generalizado en el ámbito universitario.
La cuestión es "compleja", según esta profesora, ya que "va más allá de las faltas de ortografía que pueda cometer un graduado universitario y se extiende a las cuatro destrezas básicas (expresión oral y escrita y comprensión oral y escrita) desde edades tempranas".
"Creo, en primer lugar, que hay una falta de interés por el cuidado a la hora de escribir. Nuestro nuevo estilo de vida pone la rapidez por encima de todas las cosas y un texto bien escrito requiere un proceso que necesita tiempo: hay que pensar el texto, escribir las ideas principales, hacer un borrador, modificarlo, escribir el texto, volver a modificarlo", ha expuesto.
Asimismo, esta profesora ha indicado que hay otro factor que es "la falta de amor por la lectura", ya que el "buen lector amplía el vocabulario, corrige las faltas de ortografía y mejora su capacidad de escribir utilizando estructuras más atractivas".
"En definitiva, un buen lector es un buen escritor. Es cierto que este problema no es reciente; las generaciones anteriores tampoco leían demasiado y no había estos problemas tan agudizados en la escritura. El problema, y la diferencia con la generación anterior, es que hay alumnos que no saben escribir en absoluto y que, sin embargo, han llegado a la Universidad", ha sostenido Gumiel.
El tercer factor que señala es "la absurda diferenciación en la que se está incurriendo entre estudiantes de Humanidades y de Ciencias". "Se ha asumido erróneamente, en algún momento, que escribir es una actividad propia de los saberes humanísticos, de manera que no se ha potenciado en todos los estudios por igual", ha lamentado.
A su juicio, los estudiantes han podido pasar por gran parte de su vida formativa sin tener que escribir, simplemente contestando con oraciones simples o rellenando encuestas tipo test. En la Universidad, según expone, "se empieza a ver el problema cuando llegan al último curso y tienen que escribir un Trabajo de Fin de Grado".
En ese punto, "lo más normal es que encuentren algún tipo de ayuda y puedan seguir adelante, con lo cual se están incorporando al mundo laboral individuos con conocimientos suficientes, pero con problemas muy graves en destrezas básicas como la escritura".
A pesar de todo, la experta es "optimista" y cree que "siempre hay tiempo para aprender a leer y escribir", aunque "las soluciones tienen que producirse en la enseñanza preuniversitaria, con la elaboración de un plan consensuado para enseñar a los estudiantes a leer, escribir, escuchar y hablar".
"Tiene que ser un plan de carácter transversal, que no recaiga solo en el profesor de lengua, y debe estar acompañado de formación para los propios docentes ya que, en ocasiones, tampoco escriben como se espera de ellos. En cualquier caso, nada tendrá éxito si no hay un cambio en la percepción de la sociedad y se empieza a valorar la importancia de escribir bien", ha concluido.