MÁLAGA. Dolor y Gloria, de Pedro Almodóvar, se alzó como la gran triunfadora de la 34 edición de los premios Goya al obtener el galardón a Mejor Película y otros cinco cabezones, entre los que destacaron el de mejor actor protagonista para Antonio Banderas, mejor actriz de reparto para la veterana Julieta Serrano y mejor guión original y mejor dirección. Alberto Iglesias, con un nuevo Goya a mejor música original ayudó a incrementar el palmarés de la película más personal de Pedro Almodóvar. Un director único con un particular universo. "El cine ha sido la experiencia más importante de mi vida, como espectador y como director", dijo el director manchego. Tras conquistar España, aspira ahora a un nuevo Oscar a mejor película extranjera. El trabajo de Almodóvar se impuso a Mientras dure la Guerra, la visión de Alejandro Amenábar sobre la ingenuidad de Unamuno acerca del golpe de Estado de Francisco Franco al comienzo de la guerra civil española. La cinta del director de Tesis se llevó cinco cabezones, entre ellos el de mejor actor de reparto para Eduard Fernández. Intemperie, de Benito Zambrano, se llevó el Goya a mejor guión adaptado y Buñuel en el laberinto de las tortugas, el de mejor película de animación.
Belén Cuesta se alzó con el Goya a mejor actriz protagonista por La trinchera infinita, película que también se llevó un galardón a mejor sonido, superando a Marta Nieto, que con su papel en Madre, de Rodrigo Sorogoyen, era una de las grandes favoritas. Un galardón que le llega a Belén Cuesta por su primer gran papel dramático tras haberse consolidado como una de las mejores actrices de comedia de nuestro país. Si sorpresa fue ver a Cuesta recoger un cabezón por un drama, no menos sorpresa fue ver a Benedicta Sánchez, de 84 años, ganar un Goya a mejor actriz revelación por O que arde.
La apuesta ganadora por Sevilla el pasado año provocó que la Academia repitiera con la fórmula de trasladar la gran fiesta del cine español fuera de Madrid. La elegida fue Málaga, una ciudad ligada al cine español por el festival de cine que alberga y por ser la tierra de uno de los mejores embajadores de nuestro cine, Antonio Banderas. El escenario elegido fue el pabellón Martín Carpena, sede habitual de los partidos del Unicaja de Málaga de baloncesto, que en esta ocasión se transformó en un espectacular escenario. Puestos a repetir, y tras varios traspiés con los conductores de la gala, Silvia Abril y Andreu Buenafuente volvieron a tomar las riendas de una ceremonia que comenzó con un número musical homenajeando al cine de ayer y de hoy.
La gala tuvo los habituales chascarrillos a la situación política pero sin grandes escándalos. No es el humor de Buenafuente y Abril uno que reproduzca grandes polémicas y por ello no quisieron descarrilar en esta ocasión tampoco. La presencia del presidente del Gobierno, junto al ministro de Cultura y al de Consumo, apenas tuvo eco en una gala de los Goya que hace tiempo que aprendió a reivindicar su profesión, nuestro cine, y dejar a un lado polémicas. Así, el presidente de la Academia, Mariano Barroso, quiso destacar el buen cartel de nuestro cine en los grandes festivales del mundo como el premio a Marta Nieto como mejor actriz de la sección Horizontes de la Mostra de Venecia por 'Madre' o las nominaciones de Antonio Banderas y Pedro Almodóvar en la próxima edición de los Oscar. No faltaron los mensajes a la poca presencia de mujeres en los puestos de responsabilidad, una lacra que sigue lastrando la industria del cine, no solo en nuestro país, sino a nivel internacional.
El momento más emotivo de la noche llegó con el Goya de Honor a Pepa Flores que, fiel a su palabra, no acudió a recogerlo tras decidir hace más de 30 años bajarse de los escenarios y apartarse de los focos. En su lugar, fueron sus hijas María, Celia y Tamara quienes recogieron el cabezón ante un auditorio puesto en pie para rendir homenaje a una de las artistas más grandes de nuestro cine. Con su trabajo y su presencia, Marisol nos venía a decir que, incluso en los tiempos más difíciles –o en esos tiempos más que nunca–, la alegría, real o imaginada, es innegociable”, reflexionó el presidente, que destacó la unanimidad con la que se recibió la noticia del premio para Pepa Flores.
Los presentadores tuvieron menos peso que en otras galas y apenas dejaron huella más que en el número inicial y un par de comentarios presentando a los candidatos a mejor actor protagonista. No es mala idea pasar de puntillas en una gala que volvió a reivindicar la fuerza de nuestro cine y celebrar un año en el que, aunque la recaudación fue menor, si ha tenido eco en el panorama internacional como atestiguan los premios recibidos en todo el mundo. Tras los Goya, el cine español mira ya a los Oscar, donde espera ver a Pedro Almodóvar recoger de nuevo un Óscar que ponga al cine español en el mapa de Hollywood.
El periodista publica Almodóvar. Una retrospectiva (Blume), un viaje por la filmografía del manchego con material inédito y la colaboración de Antonio Banderas y Cecilia Roth