VALÈNCIA. El Informe Infoempleo Adecco 2016 revelaba que el 60,3% de los profesionales autónomos y/o freelance de nuestro país se sentían más felices desde que trabajaban de forma independiente. Sin embargo, cuando se les preguntaba si volverían a trabajar por cuenta ajena si se les presentaba la oportunidad, el 70,35% reconocía que la aceptarían frente un 29,65% que afirmaban que no volverían a su situación anterior. Recuperar la tranquilidad es la razón que apuntaron los nostálgicos de un jefe que te marque las directrices de tu día a día.
Cierto también que la opción de autoempleo llegó en muchos casos impuesta por la necesidad más que por la detección de una oportunidad en cuyo caso se intuye una predisposición más emprendedora. “La tranquilidad es algo que echamos de menos todos los que empezamos trabajando en una compañía y luego damos el salto al emprendimiento. Mi sueño actual es conseguir un fin de semana libre y desconectar totalmente y no como ahora que te acuestas, duermes y te levantas pensando en la empresa”, cuenta Patricia Manso, fundadora y CEO de Style Privé. Aún así, dice que de momento no se plantea volver a trabajar para otra empresa que no sea la propia. “Igual soy masoca, pero me siento ahora más feliz que antes. Pienso que es la factura que tengo que pagar por vivir mi sueño”.
Con apenas dos años de vida, Patricia ha pasado de tener un proyecto unipersonal a trabajar con un equipo de más de 350 profesionales, entre peluqueros, maquilladores y, ahora también, fisioterapeutas a domicilio. “No pensé que esto pudiera hacerse tan grande”, declara, y reconoce que una de las cosas que más le impone es la toma de decisiones a diario “y eso que creo que soy de las que sé delegar, pero al final, las decisiones más duras las tiene que tomar la persona que está al frente de la empresa. Ello implica riesgo y una gran responsabilidad porque hay mucho dinero e intereses particulares en juego”. En este sentido reconoce Patricia Manso vivir momentos de “!madre mía, pero dónde me he metido!”, pero que luego se ven compensados cuando recibe la felicitación de algún cliente por su trabajo o se hace merecedora de algún premio, como el que acaba de recoger con Womenalia.
También Juan Pablo Tejela empezó a concebir el que sería su proyecto empresarial antes de abandonar la empresa en la que trabajaba como ingeniero informático. Con un buen sueldo y un perfil profesional cada vez más demandado, reconoce que, en su caso, “no fue fácil dar el salto al emprendimiento, un mundo lleno de incertidumbres y sin cobrar al principio. No me arrepiento en absoluto, pero también es cierto que todas las semanas tengo un momento de esos que dices, con los tranquilo que estaría yo apagando el ordenador a las 6, marchándome a casa o donde fuese y no acordarme del trabajo hasta el día siguiente”.
Tejela fundó el pasado mes de febrero Metricool, empresa que ofrece a las empresas herramientas social media para analizar, gestionar y medir el éxito de sus contenidos digitales. Como principal atractivo de establecerse por su cuenta y montar una empresa habla de la capacidad de gestionar el tiempo y el trabajo, aunque el segundo se haya duplicado. En la parte más tediosa pone todo lo relacionado con la administración y la contabilidad “porque, aunque lo tenga delegado, es algo que absorbe mucho tiempo”. Le gestión de las personas dice que le resulta más fácil, aunque no tanto la selección. “He seleccionado trabajadores para otras empresas, pero para la mía me resulta más complicado, igual es porque busco la combinación de un perfil técnico con un carácter muy abierto y social”.
La respuesta de Clemente Cebrián, cofundador de El Ganso https://www.elganso.com/es/ es un rotundo sí. “Totalmente. Si te quedas en el paro y decides emprender y vas a por ello lo puedes conseguir igual que cualquier otro. Se trata de poner empeño”. De la misma opinión es Wilhelm Lappe, fundador de The bizTour http://www.thebiztour.com/. “Igual ese empujón inicial que hace falta se lo pegan las circunstancias, pero si al final hace lo que le gusta, aprende y desarrolla un proyecto puede llevarlo a buen puerto. El riesgo es que, si no le convence mucho, abandonará cuando le surja otra oportunidad laboral”.
“Yo compré el sueño que me vendieron de pequeño, ese de niño estudia mucho, haz una buena carrera y conseguirás un buen trabajo que te hará feliz el resto de tus días. Así lo hice, pero luego me di cuenta de que había factores que no dependían de mí. Llegó la crisis, tuvo que cerrar la empresa y me vi obligado, o animado, a emprender”, cuanta Yago Uribe. Tuvo sus dudas después escuchar una frase: “hay que emprender con metralleta”, por eso de que 9 de cada 10 negocios nuevos que se montan cierran antes de los 5 años. La solución que encontró Uribe con su socio fue montar 10 negocios para que al menos 1 funcionase. No obstante, aunque fue el desempleo lo que le empujó a emprender, reconoce Uribe que en su interior siempre había existido esa inquietud.
Pero tampoco se trata de reconvertir a todos los empleados en emprendedores porque sí. Hay muchas personas que se sienten satisfechas en el trabajo que desempeñan por cuenta ajena. “Yo creo que lo importante es sentirse a gusto con lo que haces y esto lo puedes encontrar perfectamente trabajando en una empresa por cuenta ajena -dice Cebrián- Además, existe el intraemprendimiento, que también resulta muy gratificante para las personas que quieren aportar iniciativas y para la empresa. La clave está en dar a cada uno la oportunidad de demostrar lo que vale”. Con respecto a si Clemente Cebrián era más feliz cuando trabajaba para Movistar que al frente de una gran compañía declara: “pues no lo sé, porque no me lo planteo, pero tampoco me atrevería a decir que no volveré a trabajar para otros”.