VALÈNCIA. Una bailarina puede llegar a utilizar hasta cien pares de puntas en un año. Estas zapatillas pasan a formar parte del día a día de una artista desde la preadolescencia, una etapa en la que comienza la búsqueda de un modelo que se ajuste a la fuerza y flexibilidad de sus pies. Y es por ello que la marca valenciana DeVallet ha creado unas puntas fabricadas a partir de impresoras 3D, que se adaptan a las necesidades de esta disciplina.
Una fusión entre tecnología y tradición que surge de la unión entre una ex bailarina profesional, también diseñadora industrial, y un ingeniero aeronáutico. Dos perfiles con competencias dispares que constituyen el engranaje perfecto de la ‘startup’ liderada por Silvia García y Miguel Moratilla, que fue activada en septiembre y se encuentra en estos momentos en plena fase de crecimiento en la incubadora de empresas de Juan Roig.
Silvia retomó el ballet después de haberlo abandonado por una lesión, pero para entonces, las características de las puntas apenas habían evolucionado: “A pesar de que habían pasado años, seguían siendo igual de incómodas”, explica a este diario. De este modo, la idea comenzó como un proyecto de una tesis doctoral y se convirtió en una iniciativa empresarial, perfilada gracias a la colaboración con bailarinas que pusieron en común sus principales problemas con respecto al uso de las zapatillas.
Uno de ellos es la cantidad de pares que utilizan, pues acostumbran a tener varios con diferentes durezas. Ante esto, el equipo ha ideado un producto que cuenta con ‘almas’ -plantillas interiores- intercambiables, que permiten tener varias durezas en una misma zapatilla. A su vez, pueden ser distintas en cada pie, pues según apunta la experta en danza, “siempre se tiene más fuerza en uno que en otro”.
A ello se suma la mejora en durabilidad que han logrado gracias al estudio de los materiales y al método de impresión tridimensional, que permite moldear el espesor de la zapatilla, profiriendo un mayor grosor en la base y más flexibilidad en la zona del empeine. El interior es acolchado, por lo que mitiga las molestias que sufren a diario las artistas, que suelen utilizar protectores de silicona en los dedos de los pies.
De hecho, los líderes de la corporación contactaron con la bailarina profesional y física cuántica Merritt Moore, quien testó las puntas para bailar en escenarios urbanos. La doctora, candidata a astronauta, fue la fuente de inspiración para que el equipo llevase a cabo un inusitado propósito: lanzar una punta a la estratosfera, con un globo de helio de tres metros de diámetro que ascendió hasta los 38.000 metros sobre el nivel del mar, a temperaturas inferiores a -45Cº.
Con esta acción, llevada a cabo el 29 de mayo, celebraron el aniversario de la empresa y homenajearon a la científica americana que baila con robots, pues como aseguran García y Moratilla, “la innovación en el sector de la danza es posible manteniendo la esencia”.
Por ello, continúan explorando las técnicas para mejorar el producto y ampliar el catálogo con nuevos modelos para principiantes y, aunque los hombres por norma general no suelen utilizar puntas sino zapatillas de tela, la tendencia en su uso es cada vez mayor, por lo que DeVallet también tiene un modelo para bailarines.
Así, la entrada en Lanzadera supuso “un avance a nivel empresa”, según explica Moratilla, pues entraron antes de empezar a vender y, en estos momentos, poseen clientes a nivel nacional y tienen la vista puesta en la internacionalización de cara a septiembre. Prevén ir a la feria de danza de Florencia en febrero y no pierden de vista la potencialidad del mercado en países de América Latina como México, desde donde reciben un feedback significativo a través de redes sociales como TikTok.