La semana tiene como epicentro dos plazas que distan unos pocos metros y que se encuentran en el corazón de la capital de España. De la concentración del pasado domingo, éxito para unos y pinchazo para otros, al Tribunal Supremo, sede de la Justicia en España que estos días juzga a los políticos catalanes
El fin de semana dejó las imágenes de la convocatoria precipitada que los tres partidos de centro y derecha (C’s, PP y VOX) convocaron para reclamar al actual presidente del gobierno que convoque elecciones generales cuanto antes. La discusión en torno a las cifras me parece menor, teniendo en cuenta que la concentración se promovió cuatro días antes y que desplazarse desde muchos puntos de la España radial supone ocho y diez horas de viaje (ida y vuelta), mucho mérito tiene quienes emplearon un frío domingo de febrero para viajar en autobús y sentirse ciudadanos y compatriotas de una misma nación, España.
El motivo de dicha convocatoria, que no manifestación porque no había un recorrido, sino una simple presencia con una lectura de manifiesto que pese a los profesionales de la comunicación que lo hicieron, fue manifiestamente mejorable en cuanto al formato y la presentación, decía que el motivo fue la acción del gobierno respeto al golpe de estado catalán, con especial énfasis por la aparición de la dichosa figura del ‘relator’, es decir, de una especie de persona “imparcial” que estuviera en unas negociaciones entre la gran nación catalana y la pequeña e inocente España. Este hecho supuso un terremoto político y mediático que generó que incluso muchos socialistas, algunos históricos, otros barones del actual PSOE, critiquen la actitud genuflexa del gobierno Sánchez con el independentismo.
Algunos considerarán que, estando el foco mediático en el gobierno y las críticas que diferentes sectores lanzaban sobre la condescendencia que mueve a su gabinete ante una afrenta como el desafío catalán, no era el mejor momento para movilizar y activar a esa ciudadanía que representa a la “España de los balcones” para el PP, a la “España viva” para VOX y a los “ciudadanos libres e iguales” para Ciudadanos, y probablemente a muchos otros que no están dentro de los votantes o simpatizantes de estos partidos. Pero es cierto que, la movilización en la calle suele ser un patrimonio que se considera de la izquierda, por su activismo cuando no radicalización; y cada vez más una mayoría silenciosa (y a veces perezosa) considera que hay que hacer ruido, salir a la calle y manifestarse las veces que haga falta.
Todo esto aconteció en la Plaza de Colón y sus calles adyacentes, una de ellas la calle Génova que casi linda con la Plaza de la Villa de París donde tiene su sede el Tribunal Supremo y donde desde ayer se realiza el juicio a los políticos independentistas acusados de promover y ejecutar el pulso al Estado que culminó en la consulta secesionista ilegal del 1 de octubre de 2017. Un asunto grave y que afecta en especial a la situación institucional y política actual. Justo mientras se iniciaba el proceso judicial del prusés, a pocos metros también y en la Carrera de San Jerónimo, nuestros representantes debaten los presupuestos generales del Estado, con la dependencia del voto de los compañeros de partido de quienes se enfrentan a la justicia. Un sinsentido sólo posible en 'Mi querida España', como cantaba Cecilia.
Y con todo este circo político, judicial y mediático llenando radios, diarios y televisiones y saturando al españolito de a pie con información y también generando un interés por la política que hacía tiempo que no se daba en nuestro país, volvemos a remover a los muertos, volvemos al pasado para maltratarlo y utilizarlo como arma arrojadiza y de enfrentamiento. El gobierno anuncia algo que posiblemente no podrá hacer, que este viernes desentierren a Franco del Valle de los Caídos y unos descerebrados profanan la tumba de Dolores Ibarruri, la Pasionaria y de Pablo Iglesias, el auténtico, el fundador del PSOE. Todo sirve para la estrategia del tándem Redondo-Sánchez que ya no saben si convocarnos elecciones el día de la república o pensar en economizar y juntar todas las citas electorales en ese superdomingo de mayo donde quizá podría florecer la primavera de nuevo en España.