VALÈNCIA. En Teresa pasan cosas. Qué cosas pasan en Teresa. La pequeña localidad castellonense, que apenas suma trescientos habitantes, se ha convertido desde hace algunas semanas en el escenario de una suerte de experimento cultural, un espacio para reivindicar las artes más allá de los grandes centros. Teresa es el principio y el fin del colectivo Libélula Negra, compuesto por Águeda Forés, Pilar Cortés y Enrique Forés, que nace con el objetivo de recuperar cultura, arte y tradición del municipio y generar un foco en aquello que llaman la ‘España vaciada’. “Es el momento de actuar, de utilizar la cultura como dinamizadora socioeconómica del territorio y así detener su despoblación, combatiéndola con el cuidado y la belleza de las artes”. Esta es la carta de presentación de un colectivo que, en tiempos de confinamiento y limitación de los desplazamientos, ha decidido tomar las riendas de la programación cultural de su pueblo.
Aunque su relación con las grandes urbes no la define, lo cierto es que su distancia -se encuentra a más de 80 kilómetros de Castelló o València- marca su carácter, una ubicación que la obliga a forzar la imaginación para contar con una vida cultural que, explican sus impulsores, tiene la mirada demasiado fija en la capital. “Pagamos los mismos impuestos que en las ciudades y no tenemos derecho a disfrutar de teatro, cine, museos… que también se pagan con nuestros impuestos. Yo estoy a favor de exposiciones de arte y representaciones de teatro itinerantes, tipo La Barraca de Lorca en la República. Hace poco oí que se hizo ópera itinerante en los pueblos en la provincia de Valencia y me pareció una gran idea”, explica Pilar Cortés. “Se pierde mucho mirando solo a la ciudad, aquí hay todo un mundo por hacer y de forma mucho más cercana al público que en la ciudad”, apunta Águeda Forés, que destaca el trabajo por establecer un diálogo entre la zona rural y la ciudad de artistas como Mafalda Bellido o Meluca Rendón.
La primera aventura del colectivo les llevará a inaugurar una exposición y una obra de teatro en los próximos días, un trabajo que, en realidad, no tiene tanto de programación cultural, sino que busca tejer redes con los propios vecinos y vecinas de la localidad. De esta forma se ha construido la exposición In Teresa. Memoria del presente, que se inaugurará el viernes 30 de octubre en la Casa de la Cultura, una muestra que se basa en los testimonios de personas mayores del pueblo, recabados a través de un proceso participativo que ha derivado en un proyecto que pone en valor la tradición oral del municipio, así como objetos cotidianos que esconden experiencias y vivencias que ayudan a construir una memoria común y desconocida. El proyecto, además, ha contado con el apoyo y participación del Servicio de Extensión Universitario de la UJI y del escritor Paco Inclán, “que nos ha ayudado mucho a conseguir un hilo conductor entre los testimonios que hemos conseguido”.
El proceso, sin embargo, no ha sido un camino de rosas. “El proceso de ha sido un poco difícil porque era una exposición participativa y había que motivar a las personas para acudir a las reuniones y todos tenemos muchas actividades y falta de tiempo. Después vino la covid-19 y el confinamiento y nos dio en nuestra línea de flotación, ya que no podíamos acceder a las personas mayores para recoger las historias ya que estas eran personas de riesgo y no queríamos ponerlas en peligro”, explican sus impulsoras. Y es que en la ambición de Libélula Negra no está solo ‘dejar caer’ proyectos culturales, sino generar una conversación constante con aquellos que habitan Teresa.
El segundo proyecto en el que trabajan también pasa por la recuperación de otra tradición. Durante muchos años, en esta localidad del Alto Palancia se representaba en la noche de Todos los Santos Don Juan Tenorio, en la que actuaban gente del pueblo o pequeñas compañías de teatro. Para su representación (este sábado a las 19 horas en el Salón de actos de Teresa) traen a la compañía de teatro La Tartana, que escenifican una versión contemporánea del clásico José Zorrilla. Una obra de teatro de títeres y actores para público adulto y juvenil, que cuenta la historia de un Don Juan delincuente, acorralado por la ley, que se enfrenta en sus últimas horas de vida a los fantasmas de sus víctimas, recriminándole sus vicios y obligándole a recordar sus fechorías pasadas. La dramaturgia respeta el espíritu clásico que permanece intacto, apoyado con toda la magia de los títeres que recrean el momento misterioso e imborrable del cementerio, potenciando todo su imaginario.
“Recuperar esa tradición es el inicio de una programación anual, queremos recuperar la costumbre de ir al teatro que antes existía, incluso ahora mantienen pero trasladándose a València a ver obras. Queremos que la cultura venga al pueblo, no que el pueblo se tenga que desplazar para disfrutar de la cultura”, explica Pilar Cortés. Con esta puesta en marcha, la ambición de Libélula Negra es seguir programando dos o tres obras de teatro al año y tratar de hacer una exposición anual o bianual, un proyecto que comienza a dar pequeños pasos para conseguir que la cultura llegue a todas partes. "Es muy bonito hacer cultura de base. Nuestro lema desde el principio ha sido: pequeño pero bonito".