Protestaba en mi artículo anterior, A mi generación, porque muchos conciudadanos todavía no eran conscientes de la gravedad que atesoran las circunstancias que vivimos. Y lo cierto es que, tras mucho meditar, quizá por eso este espacio se defina Reflexionando en frío,me he dado cuenta, de que es difícil percatarse del impacto que este enemigo invisible tiene en nuestra existencia si algunos poderes no hacen más que blanquear el panorama, quitándole hierro con un sentimiento pedagógico que, en ocasiones, amenaza con violar el derecho a la información regulado en el artículo 20 de la Constitución.
Una libertad que, para muchos profesionales de la información, está en peligro. Charlando con Pablo Fuente, uno de los investigadores más entendidos de la pandemia de nuestro tiempo, y que profetizó a finales de febrero en Cuarto Milenio todos los efectos devastadores del Covid-19 en nuestra sociedad cuando todos veíamos como una quimera el hecho de no poder salir de nuestras casas y no disfrutar de una caña en el bar, no dudó en asegurarme que no teníamos que mirar a China para ver cómo se coarta la soberanía de la ciudadanía, y que en nuestro país corremos el riesgo de perder las garantías que tanto nos ha costado conquistar. Profesional independiente, al que tachaban de alarmista cuando en el programa de Iker Jiménez anticipó todo lo que ahora está sucediendo, para que posteriormente, esa intervención se hiciera viral compartiéndose en un sinfín de grupos de WhatsApp. Vaya sorpresa. Desconcierto generado en parte por un poder político y mediático, que ha sobrepasado los límites de la pedagogía de la información, ocultando los datos de lo que se avecinaba, y que callaba ante las alarmas activadas por los científicos. El mismo Pablo Fuente, durante nuestra conversación, cambió su tono de voz sereno y exclamó, "¿Por qué se ignoró a la ciencia?".
Unos expertos, que llevaban desde principio de año alertando sobre la pandemia, y mientras tanto, a nuestros gobernantes solo les importaba sacar a los mártires de la Guerra Civil. Quien les iba a decir que iban a terminar enterrando a otros inocentes… Paradojas del destino. Y no se alarmen por lo que acabo decir, es un hecho que, si los líderes del viejo continente hubieran tenido en consideración las opiniones científicas, no estaríamos así. Se habrían tomado medidas anticipadas, y que no perjudicaran tanto a los ciudadanos o que pusieran en riesgo a miles de profesionales. Lo digo sobre todo por la señora Von der Leyen, la Presidenta de la Comisión Europea, que si hubiera cerrado las fronteras con China en el momento que el coronavirus desoló la normalidad en Wuhan, esto no hubiera pasado. Los intereses primaron más que el sentido común… Réditos, criticados por los que tienen que contarnos la verdad, por periodistas como Antonio Pérez Henares, que renunció a seguir participando en Al Rojo Vivo por la falta de rigor en la labor de "los corifeos mediáticos" y por la falsa verdad de que hay brotes verdes en el avance de la pandemia cuando todavía se cuentan por miles los fallecidos diarios. Ya dijo su colega Enrique de Vicente, que "en toda guerra, la primera víctima es la verdad".
Atentado contra lo veraz, de la que tienen culpa algunos mensajeros, pero que también tiene que ver el hecho de que el mundo creyera a las autoridades chinas cuando enviaban informes de la evolución de la enfermedad en sus fronteras. ¿Cómo pueden tomar como verídicos los datos que aporta una dictadura comunista? A veces detecto, que, deforma ingenua, omitimos ese detalle. Es lo que tiene vestir una tiranía marxista con el abrigo del capitalismo, que al final, parece tan normal como el resto de los estados liberales. Nada más lejos dela realidad, el país asiático, es más autoritario que nunca. Su presidente, Xi Jinping ,acumula mayor poder que cualquier otro mandatario chino desde Mao gracias a que en marzo de 2018 modificó la Constitución de la nación para suprimir el límite de dos legislaturas, y así perpetuarse en el poder más allá de 2023. Dominio que emplea con mano de hierro, censurando a todo aquel que se atreve a poner en entredicho su gestión y la propaganda maquinada por el Partido Comunista. Ha encarcelado a blogueros y activistas por desmentir los datos ofrecidos por el régimen respecto al coronavirus, el médico que alertó de la gravedad del Covid-19 falleció a los pocos días de grabar aquel vídeo… Sin duda estamos ante un país democrático del que uno se puede fiar… A lo mejor que la deuda pública de países como EEUU y España esté en manos de China, ya alertó el financiero Raúl Aznar en un artículo de 2019 en Valencia Plaza del peligro que esto suponía, influye en la fe ciega de occidente a todo lo revelado por el Gobierno de un déspota.
Menos mal que todavía existen disidentes afincados en occidente como el aclamado artista chino Ai Weiwei para alertarnos sobre la manipulación del gigante asiático… El célebre personaje, al igual que Descartes, duda absolutamente de todo. Aseguró en una entrevista en El País que, con la crisis sanitaria, el presidente de China pretende ensalzar la eficacia de su régimen mientras pone en evidencia a los occidentales tras un fiasco de su propia gestión. Diligencia que intenta ocultar el número real de muertos por coronavirus en Wuhan, quizá por eso haya tanto ocultismo y cuidado de silenciar a los que revelan la verdad. ¿Ustedes creen posible que en un país con 1.300.000 millones de habitantes y un sistema sanitario menos robusto que el de España pueda haber menos víctimas por el covid-19 que en nuestro territorio? Lo dudo. De momento, -esto son datos aproximados-, la inteligencia británica ha asegurado que al menos 20.000 personas perecieron en China por la enfermedad.
No podemos cometer el mismo error que ellos, y ocultar los hechos a la ciudadanía utilizando mantras que alivian, pero que no hacen más que atentar contra el derecho a ser informados que ostentan los ciudadanos. No se deja de decir que el virus tiene fijación por los ancianos, pero al mismo tiempo, un 25% de personas menores de 50 años han perdido la vida en Italia en manos del enemigo, no dejamos de trasmitir calma mientras en Madrid se ha instaurado una tercera morgue, y en Nueva York se utilizan los parques para apilar los cadáveres a modo de fosa común. Lo que está pasando, es grave. Nos puede pasar a cualquiera, estamos en un camino de la pandemia en el que a quien más y a quien menos le ha afectado directa o indirectamente ya sea porque hayamos perdido a alguien, o porque conozcamos a personas que si lo hayan sufrido. Merecemos saber la verdad, es lo que nos hará libres. Realidad, que se le debe exigir al gobierno chino con todos los recursos a nuestro alcance. Unos hechos, que de haberse anunciado de manera veraz y si esta nación hubiera cerrado fronteras con otras potencias, el enemigo no habría hecho mella en el resto del mundo. Algo falla cuando bajo tu batuta un virus pasa de estar acorralado en una ciudad a viajar por todo el mundo… Evidentemente se nos está ocultando algo que esperemos que ninguno de los responsables se lleve a la tumba.
La verdad, aunque duela. Certezas, que deben de ser reveladas, porque,-como reza el editorial de Alicante Plaza publicadoel pasado martes-, "el periodismo no debe renunciar al papel que tiene en toda democracia". Democracia que es igual a libertad, una que solo conquistaremos con la realidad.