A diferencia de lo que sucede en Europa, en EE UU son las ciudades y los distritos los que están liderando las medidas de protección medioambiental
MADRID. A diferencia de lo que sucede en Europa, en EE UU son las ciudades y los distritos, no los estados, los que están liderando las medidas de protección medioambiental. Tienen buenas razones para hacerlo. No es de extrañar que el presidente estadounidense se sienta frustrado al comparar los incendios que están arrasando la costa oeste norteamericana con la relativa calma que vive Europa. Su explicación es que los europeos, que en muchos casos viven en ciudades rodeadas de naturaleza, están gestionando mejor el riesgo de incendio porque, por ejemplo, limpian los bosques más a menudo.
No obstante, parece que las condiciones meteorológicas llevan tiempo empeorando al otro lado del Atlántico. Como resultado, Estados Unidos es el país desarrollado que incurre en más pérdidas financieras ligadas a fenómenos meteorológicos extremos. Según datos de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de EE UU (NOAA), entre 1980 y 2019 el país sufrió 263 catástrofes naturales, con un coste total de 1,77 billones de dólares.
Como muestra nuestro Gráfico de la Semana, es más del triple de la cifra europea. La Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA) estima en 480.000 millones de dólares las pérdidas provocadas por este tipo de fenómenos en la Unión Europea (UE) entre 1980 y 2017 (último año para el que se dispone de datos). Esto podría explicar por qué la adopción de medidas a nivel local está mucho más generalizada en EE UU que en Europa, en términos de porcentaje de población.
Un nuevo informe de NewClimate Institute revela que, en EE UU, 27 regiones y 121 ciudades se han comprometido a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero hasta alcanzar la neutralidad. Hablamos de más de 222 millones de personas, o el 60% de la población, y de casi la mitad de los estados estadounidenses, incluidos California, Luisiana y Nueva York.
En comparación, los compromisos equivalentes asumidos por las autoridades regionales o municipales europeas abarcan a 162 millones de personas, o el 36% de la población total de la UE. Mientras que la UE en su conjunto se ha comprometido a ser neutra en carbono en 2050, la intención de la administración Trump de abandonar el Acuerdo de París también explicaría que cada vez más gobiernos municipales y regionales, así como empresas e instituciones financieras, estén adoptando objetivos de emisiones neutras.
En lo que supone todo un hito en términos de acción por el clima, el presidente Xi anunció esta semana que China se ha propuesto que las emisiones de CO2 toquen techo antes de 2030 y lograr la neutralidad antes de 2060.
Un aspecto en el que Estados Unidos y Europa sí coinciden es en la preocupación que muestran sus ciudadanos con respecto al cambio climático y las medidas necesarias. Según una encuesta de Ipsos-MORI realizada en abril de este año, un 57% de los estadounidenses y de los alemanes afirma que sus respectivos gobiernos deberían darle prioridad al cambio climático en sus respuestas ante la covid-19.
La investigación demuestra que la mejor forma de estimular la creación de empleo es que los gobiernos potencien la sostenibilidad medioambiental. Las subvenciones a las energías renovables y las medidas de eficiencia energética crean tres veces más puestos de trabajo por cada dólar invertido que los subsidios a los combustibles fósiles. Y este no es el único ejemplo de que las buenas políticas climáticas no solo no son un obstáculo, sino que pueden ser la solución a muchos problemas.
Equipo de Análisis de DWS