El documental sobre Leonard Nimoy, anunciado en 'Big Bang Theory', incide en la intimidad familiar del actor
VALENCIA. La verdad es no es una maravilla el tan anunciado documental de Leonard Nimoy, 'For the love of Spock' rodado por su hijo, Adam Nimoy. Recorre su vida en todas sus facetas, pero solo hay un aspecto que realmente merece la pena reseñar, la insistencia en mostrar a Spock, el personaje mitad vulcaniano mitad humano de Star Trek, como un icono para la gente inadaptada.
En unos de los vídeos grabados en una convención es lo que dice un chaval, que es un gay de Texas, era esquelético, nerd, y todo esto en los años 70: "No tenía precisamente una existencia cómoda, sufría un gran conflicto interno y así es la personalidad de Spock desde el principio de la serie, cuando lo vi con siete años no sabía por qué, pero me cautivo".
Algo parecido dice otro hombre, vestido como él en un encuentro de fans, que de crío era muy alto, demasiado, y se sentía apartado de los demás. Entonces se reconoció en él, porque Spock era extraño: "La gente que siente que no pertenece a un grupo se siente afín al personaje". Lo mismo que dicen unas chicas ataviadas de tripulantes de la famosa nave, que Spock gusta a la gente que no se podía relacionar con los demás con normalidad.
Es interesante este punto porque, mientras que para la gente que no se sentía cómoda con su entorno Spock era un icono, también despertaba interés sexual en otros casos. A Angelina Jolie le preguntan en una entrevista que cuándo fue la primera vez que se sintió atraída por los hombres y contesta que fue por Spock, que le veía tan reprimido que le entraban ganas de cogerle y hacerle gritar.
Mayim Bialik, Blossom o Amy en Big Bang Theory, cuenta que a ella también siempre le habían gustado los hombres más introvertidos y raros, y que llega a considerar que siempre habrá un hombre Spock para una chica Spock. Igual que a Zoe Saldana, que reconoce que tampoco le gustan los machos que van en moto y estas cosas y hablan como tipos duros, sino que le gusta más el prototipo de intelectual que le puede volar la cabeza solo en una conversación y Spock, sin duda, es uno de ellos y remata: "no me extraña en absoluto que las chicas se fijaran en él".
En la propia serie había momentos en los que le llamaban "freak" para insultarle cuando tenía alguna disputa con alguien, pero ese carácter le hizo convertirse en el protagonista de Star Trek. Llegó un momento en el que le tuvieron que decir a los demás actores que no se lo tomaran a mal, que si él subía la serie también subía y subían todos.
No se sigue en el documental con especial detenimiento todo lo que supuso Star Trek. Tan solo se nos habla de su éxito, de cuando apareció su dirección en una revista de adolescentes y a casa dejó de llegar el cartero para hacerlo un camión lleno de cartas de los fans. Nimoy no se cortaba un pelo y ponía a sus hijos a contestarlas.
Era un padre adorable, por supuesto, cuenta su hijo, director del docu reiteramos, pero no ejemplar. Pasaba poco tiempo en casa por el curro y cuando llegaba le costaba desconectar del personaje, seguía siendo el frío Spock. Nimoy dice en una vieja entrevista que no era nada fácil, que no era como darle a un botón de conectar y desconectar después de pasarse toda la semana actuando y ahí estaba el problema para su familia, que le finde seguía siendo Spock en el jardín de casa.
También revela el documental que tuvo un problema de alcoholismo prolongado. Se acostumbró a beber después de cada jornada de la serie y desarrolló la adicción hasta entrados los años 80, cuando tuvo que ir a rehabilitación. Su hijo confiesa que tuvo problemas con él por esta causa y que el divorcio de sus abuelos no le ayudó.
Sí resultan más interesantes los aspectos económicos en toda la biografía de Nimoy. Decidió ser actor en plenos años de la Depresión y a sus padres casi les da un síncope. Luego con Star Trek hizo dinero, pero en cuanto la cancelaron, se vio de la noche a la mañana sin un duro. Juró que nunca más volvería a hacerle eso a su familia y desde entonces aceptó todos y cada uno de los papeles que le propusieron. Llegó, con esta filosofía, a brillar especialmente en el teatro, donde comentan los entrevistados que en el papel de nazi daba verdadero miedo.
Por estas fechas tiene lugar su carrera musical. Nimoy, como tantos artistas de la época sacó varios discos. En su caso, su carrera no fue precisamente corta, sacó cinco LPs. Se esmeraba en hacer sunshine pop con el handicap de tener los registros vocales de un Leonard Cohen. Le fue mucha mejor en estas lides al actor británico David Hemmings o a Robert Mitchump por citar dos ejemplos.
Más adelante, descubrió que Paramount llevaba vendiendo su imagen para todo tipo de juguetes, promociones y demás desde hacía diez años. No había visto un duro por ello, les demandó y luego tuvo que retirar la denuncia si quería entrar en el papel de Star Trek la película, la cual Nimoy califica de porquería, se queja de que tenía un guión muy malo, solo centrado en los efectos especiales y que no abundaba en lo que había hecho especial a Star Trek, los personajes. Le dio verdadero gusto que su personaje muriera en la segunda entrega de la saga para luego vengarse dirigiendo las dos siguientes.
Pero los momentos que podían haber dado más volumen a la biografía del actor están centrados en la relación que mantuvo con su hijo quien, no en vano, es el que ha dirigido este trabajo y enseña lo que le da la gana. No tiene, de hecho, reparos en contar que tuvo un divorcio tras 18 años de matrimonio, rehizo su vida y su nueva esposa falleció de un cáncer fulminante. Es trágico, pero nos desvía del tema central, por mucho que luego Leonard Nimoy salga al rescate de su hijo y con su apoyo le ayude a superar una época tan chunga. Al final nos queda un retrato familiar e íntimo amable, pero como sobre su personaje, la sensación es que aún queda mucho por saber de Nimoy y eso que dura dos horas. A ver si alguna editorial traduce su biografía.