La máxima autoridad del Banco Central Europeo tuvo el pasado jueves un discurso bastante pesimista sobre la economía comunitaria durante la reunión de abril
MADRID. La presidenta del Banco Central Europeo (BCE) tuvo el pasado jueves un discurso bastante pesimista sobre la economía comunitaria. El foco se centró en una interesante pregunta que le formularon durante la rueda de prensa donde le cuestionaron si el quiere emular los pasos de otros bancos centrales, tal y como hemos visto recientemente en los casos de la Reserva Federal de Estados Unidos o del Banco de Canadá.
La presidenta del BCE reiteró que la situación económica y las expectativas de inflación existentes en Estados Unidos son muy diferentes a las de la Eurozona; mientras por el momento no tiene previsto emular ningún tipo de movimiento que hagan sus homólogos al otro lado del Atlántic y se centrará principalmente en la zona euro. Todo ello resaltando que la situación en la que nos encontramos no es muy buena.
A la hora de justificar su respuesta admitió que el Banco de Canadá ha reducido -e incluso ha eliminado algunos factores de riesgo-, siendo la inflación en Canadá significativamente mayor a la que tenemos en Europa, algo que les ha permitido reducir su programa de compras de bonos. Mientras que el Banco Central Europeo va a mantener sin cambios.
Además, y dentro de la explicación de las decisiones tomadas por el organismo europeo, Christine Lagarde justificó que las tasas de depósito negativas no generan beneficios para aquellos que ahorran dinero, pero que son buenas para la economía. Según sus palabras, el BCE ve la economía como un agregado.
Mientras tanto nosotros, que sabemos que mientras la Reserva Federal es un organismo dentro de un único país -aunque esté formado por estados independientes relativamente, en Europa el BCE tiene un reto mucho más exigente, dado que sus clientes son estados soberanos totalmente independientes. Además, uno de los principales factores que hacen más compleja la situación en el Viejo Continente es la independencia de la gestión económica y, sobre todo, de la gestión fiscal.
Sabemos que por varias cuestiones sigue siendo la asignatura pendiente de los países miembros, principalmente de aquellos que tienen asumido el euro como moneda. Eso permitió que el Brexit del Reino Unido saliera adelante y si ponemos el foco en otros países que tampoco tienen asumida la moneda comunitaria ¿es esta una ventaja o realmente es la mayor de las desventajas?
Darío García es analista de XTB