Tauroni: "Siempre intentamos colaborar diciendo la verdad, pero la verdad no les interesaba"
VALÈNCIA. El exconseller de Cooperación Rafael Blasco utilizó este lunes su turno de última palabra ante el tribunal que le juzga por las presuntas irregularidades en diez contratos con diferentes ONG por valor de más de cinco millones de euros, así como por el desvío de 350.000 euros destinados a la construcción de un hospital en Haití. Una causa que tachó de fake news.
Blasco, principal procesado junto al empresario Augusto César Tauroni, y su 'número dos' en la conselleria, Marc Llinares, explicó al Tribunal su versión de lo sucedido mientras estuvo al frente de la Conselleria de Cooperación. Pero también tuvo palabras, duras palabras, para el representante de la Fiscalía Anticorrupción, Jesús Carrasco, quien no le acusa en su acuerdo de conformidad de haber recibido ningún tipo de dádiva, pero que dedicó 30 minutos de su alegato a decir que sí la hubo, aunque no pida pena por ello.
Blasco comenzó diciendo que reiteraba su acuerdo con el Ministerio Público, "que tiene el valor de los hechos pactados". Pero que era un acuerdo al que había llegado "ponderando la situación personal", en su caso "estar en prisión".
Y al comenzar a hablar sobre la conformidad, solo pactada con el fiscal Carrasco, dijo que "en el punto primero del acuerdo, literalmente y de acuerdo con el Ministerio Público, no consta que Rafael Blasco recibiera dádiva por parte de los coimputados". "Algunas de las acusaciones -en referencia al propio fiscal- que se han vertido por los órganos acusadores deberían haberme ahorrado las acusaciones vertidas", añadió. Y sobre el hecho de no haber cobrado, recordó que en idénticos términos ya se había pronunciado el TSJ, el Tribunal Supremo y la Fiscalía Anticorrupción previamente y con el acuerdo firmado.
Otro de los argumentos que utilizó el exconseller, pese a haber pactado una condena mínima de tres años y medio, es que todo lo dicho en este juicio era una mera repetición, a su juicio, de lo acaecido en el primer juicio por el caso Cooperación, en el que fue condenado a seis años y medio de cárcel. A este respecto aseveró: "Si el tribunal tiene a bien consultar mi declaración de entonces, se recogen los mismos hechos y situaciones. El tribunal juzgador dijo que iba a preguntarme por las subvenciones entre 2007 y 2012 y más concretamente por Haití. Hago esta observación porque se me preguntaba por subvenciones en las que yo ya no estaba, 2012".
Y apostilló: "Se me preguntó por lo mismo que se ha cuestionado en este juicio, por las personas que están coimputados en este juicio. Es decir, todas las entidades que hemos escuchado en este juicio. Poniendo hincapié en Esperanza Sin Fronteras y la oficina técnica de Haití y las comisiones técnicas de valoración". Blasco explicó, una por una, las preguntas y puntos que coincidieron en ambos juicios, incluidos los proyectos que se realizaron cuando él ya no era conseller, concluyendo: "Hemos vivido una moviola de algo que ya sucedió hace 8 años. Estamos delante de una situación en la que se han visto repetidas las preguntas, las pruebas documentales y testificales, y hasta las cinco testigos de entonces, que mintieron y hasta se ha solicitado falso testimonio".
Pero si algo quiso dejar claro es que el pacto de conformidad lo firmó porque no había otra. No quería lo que él denomina ‘otro circo’. De hecho, dijo que "la conformidad la he hecho con todo el dolor de mi alma. Me ratifico porque desde el derecho romano los acuerdos hay que respetarlos, aunque el tribunal pueda cambiarlo, espero que no. Conoce el tribunal que estoy en insolvencia total porque todo mi patrimonio se ha entregado, incluida mi pensión de jubilación".
Añadió que tuvo incluso que hacer una dación en pago con un inmueble de una hija ya que no tiene ninguna clase de patrimonio ni dinero. Y fue entonces cuando entró al trapo y espetó: "Con la misma convicción que digo que tengo confianza en que se puede hacer Justicia, no he formado nunca en la vida parte de ninguna trama delictiva. No hay nada ni nadie que pueda atestiguarlo. Una cosa es acusar y otra difamar, y aquí se ha querido difamar hablando de una organización de carácter delictivo. Nunca me he beneficiado de ningún recurso público mientras estuve al frente de ocho consellerias".
En la parte final de su discurso, el exconseller dijo que quería aprovechar esa oportunidad para decir que no ha participado en ninguna irregularidad administrativa en los expedientes: "Ningún testigo me ha asociado a ninguna irregularidad, sino por algo que han ocultado las acusaciones, tenía delegada la fiscalización de esos expedientes, por lo tanto, ni intervine directa o indirectamente en esos expedientes, pero además estaban delegadas. Me limité a firmar las resoluciones de las subvenciones que me proponían las comisiones. Las acepté todas y me procuré tener el aval de la intervención y la Abogacía de la Generalitat que jamás discreparon de esos trámites".
Por último, Rafael Blasco aseguró que confía en la Justicia. "Necesito creer en que se pueden reconducir algunos daños irreparables que se han producido estos años. Ojalá el tribunal acabe con una de las mayores fake news, que es el mal llamado caso Blasco. El daño a la cooperación se ha hecho por aquellos que se han arrogado una defensa que es muy discutible".
Así como Blasco demostró la entereza que siempre le ha caracterizado, otro de los principales acusados, el empresario Augusto César Tauroni, no pudo evitar romperse en su turno de última palabra. No quería llorar, pero no lo pudo evitar. Con la voz rota, el empresario dijo que su esposa, también procesada, es "una buena persona que se ha visto involucrada". Fue la primera vez que lloró.
También tuvo palabras, al igual que su hermano también sentado en el banquillo, para Joaquín Blasco, trabajador de una de sus sociedades que no se ha sentado en el banquillo, y sobre el que dijo que "buscamos la justicia por caminos torcidos. Las personas actúan por su propio pellejo, la gente dice todo menos la verdad", ya que varios de los acusados han sugerido a lo largo del juicio, e incluso con total rotundidad como en el caso de su hermano, Arturo Tauroni, que aseveró en su última palaba que Joaquín Blasco "debía haberse sentado también en el banquillo de los acusados".
Finalmente, el empresario realizó un alegato para pedir disculpas: "A la sociedad valenciana, perdón por la confianza dañada en sus instituciones públicas, y a las organizaciones que cumplen, también". Y concluyó diciendo: "He cometido errores y los admito. Podré haber hecho dos, pero no 20. Al final hemos tenido que aceptar diez. Ni se me pasaba por la cabeza no ejecutar los servicios a los que me comprometí. La idea era hacer las cosas bien, el último error que cometí es llevar a un sector como la cooperación una mentalidad empresarial. Ha habido quien se ha dedicado a azuzar ese juego por intereses espurios".
El hermano del empresario hizo uno de los discursos más duros. De hecho, vertió varias acusaciones que cambiaron la cara de más de uno. Literalmente dijo: "Quería pedir disculpas por aquello que haya hecho que se pueda interpretar como algo ilegal. He pagado y voy a tener que pagar un gran peaje. Llevar el apellido Tauroni es una lacra social. Decidí ayudar a mi hermano. Joaquín Blasco pasará a la historia negra de la Fiscalía Anticorrupción. Ustedes lo han dejado ir. Es una vergüenza. Todo lo que se me imputa a mí son cosas que ha hecho él y eso lo han hecho ustedes. Estoy estigmatizado y no saben hasta qué punto. Cuando dices 'soy Tauroni', los gestos cambian y las miradas condenan. Con esto estoy marcado desde los 27 años y lo voy a estar el resto de mi vida. Hoy empieza mi nueva vida, o mejor, desde que ustedes decidan qué hacer conmigo. Con Torres hemos estado en reuniones Kafkianas donde me decían no tienes que decir la verdad, ya sabes lo que tienes que decir".
La otra pieza clave del tablero, la mano derecha de Blasco en la conselleria, el exjefe de área de Solidaridad Marc Llinares, fue uno de los procesados que hizo un uso de última palabra más corto. Llinares se ratifico en el acuerdo alcanzado y la entrega de los únicos bienes que afirmó que tiene. Y dijo: “Me gustaría pedir disculpas a todo el mundo por aquello que haya hecho mal. No era consciente de lo que allí estaba sucediendo".
Llinares, absuelto en el primer juicio por un error en la acusación, defendió el proyecto de Haití, por el que, dijo, se agradeció desde la Agencia Española de Cooperación a València. "El gobierno valenciano tenía una convicción formal y seria de construir un hospital", aseveró.