Hoy es 23 de diciembre

SILLÓN OREJERO

Bill Maudin, el soldado que relató su lucha contra los nazis en comics que subían la moral de sus compañeros

Era lo único que no censuraba el ejército americano, la viñeta de Bill Maudin. Chistes que se mofaban de la disciplina, que enervaron a Patton, que mostraban lo dura que era la vida en el frente, pero que servían para que los soldados se desahogasen echándose unas risas. Maudin desembarcó en Sicilia y recorrió Francia, Bélgica, Luxemburgo y Alemania relatando la vida de sus compañeros. A los 23 años, recibió el Pulitzer. El cómic también fue a la guerra

29/07/2019 - 

Descendiente de militares, Bill Maudin participó en la Invasión de Sicilia y la campaña italiana que llevó a cabo el ejército estadounidense en la II Guerra Mundial. Sin embargo, su arma era un lápiz. Estaba enrolado en el diario Star and Stripes, el periódico de los militares, donde dibujaba una viñeta cómica sobre Willie y Joe, dos soldados arquetípicos. Fue herido en Monte Cassino por un mortero, pero siguió dibujando, con lo que ganó el Pulitzer al final de la guerra. Su personaje Willie, llegó a aparecer en una portada de la revista Time el 18 de junio de 1945.

Su humor político duró muchos años más, pero su trabajo durante la guerra fue realmente meritorio. Para los soldados, esas viñetas les ayudaban a mantener una moral elevada mientras luchaban contra los nazis y, además, no renunció a sus principios libertarios. En esos chistes criticaba la estúpida disciplina propia del ejército, sobre todo en aquella época, y el mismísimo Dwight Eisenhower tuvo que salir en su defensa tras un escándalo por un chiste que se burlaba de la orden de Patton de que los soldados tenían que estar afeitados el día de la batalla. Él dijo en entrevistas que no quería destruir al ejército, sino reformarlo. Lo cierto es que sus viñetas, que no gustaron a los oficiales, le encantaban sin embargo a los soldados, y por eso sobrevivieron.

Fantagraphics recogió toda su obra sobre estos dos personajes en 2008 en dos tomos titulados Willie & Joe: The WWII Years. Los dos personajes los creó en tiempo de paz, antes de Pearl Harbor, pero él ya estaba haciendo la instrucción de la 45 División de Infantería. Se enroló en las Fuerzas Armadas por la Gran Depresión, veía que no iba a tener posibilidades de ganarse la vida como ilustrador tal y como estaba el panorama. Si se metió luego en el periódico de la división, que acababa de aparecer, fue porque estaba deseando dejar de limpiar letrinas.

Cuando participó en la invasión de Italia, vio morir, salir heridos o ser capturados a la mayor parte de los compañeros de su reemplazo. Eso sumió al dibujante en un estado de tristeza que se manifestó en sus personajes. Estaban llenos de arrugas, con caras de viejo en cuerpos de veinteañeros.

Cuesta entender a veces los chistes, porque están escritos imitando el acento de los barrios marginales y muchas palabras son de jerga propia de los militares rasos de aquel tiempo. Sus "personajes de nariz ganchuda", como él los describió, representaban a la gran cantidad de nativos americanos que había en su unidad, una anomalía dentro del ejército. Combatían segregados, pero en su división no porque era la que más tenía. Maudin era de Nuevo México. En un chiste sobre la contienda, salían dos alemanes diciendo que Dios estaba de su lado, como era el lema del führer, "pero los americanos tienen del suyo a todos los indios".

Gracias a todos los chistes que dibujó mientras pasaba por una experiencia tan traumática como la guerra se pueden comprender ahora fenómenos y sucesos que no ha transmitido la Historia. Por ejemplo, en una viñeta un fotógrafo le decía a un soldado que felicidades, que era el soldado número cien que posaba con una botella de Coca-cola. Otro detalle con intrahistoria lo vemos en una viñeta en la que un soldado alemán hecho prisionero está contando un fajo de billetes y dice: "100 dólares por la Luger, 150 por la cámara, 12 por la Cruz de Hierro, qué maravilla que te capturen los americanos".

Sobre los italianos, se reía de sus uniformes. En una ocasión, un soldado detiene a un hombre con una gorra de plato y lleno de medallas pensando que es un general y resulta que era el jefe de policía. También se mostraba el enfado de los civiles que habían perdido sus casas en bombardeos con el ejército estadounidense.

La campaña italiana no fue en absoluto un paseo para los estadounidenses. Las tropas alemanas eran expertas, el terreno escabroso y la superioridad americana fue neutralizada fácilmente por la wehrmacht. Los soldados llevaron una vida miserable, en unas condiciones climatológicas adversas, escondidos en agujeros durante días o meses. En esa situación, una viñeta sobre su suerte, paradójicamente, les subía la moral.

Los reportajes de la prensa sobre toda esa situación eran cuidadosamente censurados, pero a Star Spalngled Banter, la viñeta de Maudin, la dejaron. Cuando se cuestionaron si era sano para la moral que un cómic criticase la vida militar y la disciplina, hubo oficiales que salieron en su defensa con el argumento de que esos chistes le servían a la tropa para desahogarse y ventilar sus quejas de una manera controlada. 

En un momento dado, Maudin tuvo su propio jeep para moverse entre las líneas y conocer de primera mano la situación en todos los frentes. Después del desembarco de Normandía, estuvo en Francia, Bélgica, Luxemburgo y Alemania siguiendo el avance de sus compañeros. Si una viñeta representó los años que estuvieron aquellos soldados soportando la guerra fue la de uno de ellos, llorando mientras limpia su fusil, y diciéndole: "Te he dado los mejores años de mi vida".

Tras el desembarco, la guerra no fue la misma. Los alemanes dejaron de combatir como en Italia y los americanos avanzaban en un día lo que había tardado meses en recorrer en la península. En la biografía de Maudin que escribió Todd DePastino viene una anécdota que explica la diferencia. El dibujante se perdió con su jeep y acabó en un monasterio, donde los frailes le regalaron botellas de chartreuse. Se quedó muy asombrado, acostumbrado como estaba a la miseria que había visto en Italia. Eso quedó reflejado en sus chistes, donde los civiles ya no aparecían malhumorados y arruinados, sino que se reflejaba un ambiente más festivo y, por supuesto, con botellas por todas partes.

El dibujo que desarrolló durante estos años Maudin llegó a tener una calidad altísima. El agotamiento de los soldados se transmitía perfectamente con sus gestos y, a la vez, las viñetas no estaban exentas de realismo si tenía que dibujar vehículos o edificios. En 1945, con 23 años, le dieron el Pulitzer por todo este trabajo. Nada de eso le ablandó, como civil, se enroló en asociaciones libertarias y comenzó una etapa de humor político. Esos chistes también están recopilados en Fantagraphics con el título de Back Home. La portada es muy elocuente, aparece un veterano durmiendo en un banco de la calle cubriéndose con una pancarta que dice "Bienvenidos a casa, héroes" a modo de sábana. 

Estos chistes son muchísimo mejores que los militares. Maudin ya no tenía ningún corsé y expresó con toda su crudeza la desgracia del soldado que vuelve a casa y se encuentra un mundo que le es ajeno marcado por la hipocresía y la incomprensión, como cuando uno le dice a su mujer que no entiende de qué se queja, que solo ha llevado la misma muda una semana nada más.

Los chistes políticos le valieron otro Pulitzer. Esta vez en 1959, al retratar a Boris Pasternal -el autor de Doctor Zhivago- en un gulag. La URSS no le dejó ir a recoger el Nobel a Suecia. Maudin empezó a colaborar con Sports Illustrated y otros medios acompañando artículos con sus dibujos. Así fue cómo surgió su viñeta más famosa. En 1963, en el Chicago Sun-Times, dibujó a la estatua de Abraham Lincoln llorando tras el asesinato de JFK. Murió en 2003, en la actualidad, una serie de sellos de correos llevan el rostro de sus personajes de guerra.

Noticias relacionadas

SILLÓN OREJERO

Vuelve 'Odio': posiblemente, el mejor cómic que he leído nunca

Por  - 

Peter Bagge ha decidido continuar la saga Odio, uno de los cómics icónicos de los años 90 y que, desgraciadamente, dejó de publicar. Buddy Bradley, el personaje que nos enseñó que el brillo del grunge y la juventud de esa década era más bien una luz desvaída, inserta ahora a su personaje en los EEUU de Trump y “el género fluido”, con cargas de profundidad la constatación de cómo ha bajado el poder adquisitivo de cada generación. La obra, ‘Odio desatado’, sigue igual, o sea, sublime

next
x