El proyecto sobre la vida del ex Soft Machine se desarrollará en València con un presupuesto de unos 4 millones de euros
VALÈNCIA. En inglés, la expresión rock bottom hace referencia a esa profundidad abisal del estado de ánimo en la que no penetra luz alguna. El sentimiento de degradación física y emocional extrema –lo que nosotros llamamos “tocar fondo”- dio título al disco más celebrado de Robert Wyatt. Un álbum que el músico británico comenzó a componer premonitoriamente meses antes de sufrir el accidente que partiría su vida en dos. La noche del 1 de junio de 1973, uno de los pioneros de la escena psicodélica británica –como vocalista y batería de Soft Machine, y posteriormente de Matching Mole- se precipitó como un saco de plomo desde el cuarto piso de un edificio donde se celebraba una fiesta para Pink Floyd. Robert Wyatt, que por entonces contaba 28 años de edad, se partió la espina dorsal y quedó parapléjico.
Los ocho meses que pasó en el hospital dieron mucho de sí. No sirvieron para apartar al músico de sus problemas con el alcohol y las drogas, pero paradójicamente pusieron los cimientos de una nueva y fructífera etapa en su trayectoria artística, en la que cambió la batería por el piano. “Asumí que hacer giras ya sería demasiado problemático. Me di cuenta de que a partir de ese momento tendría que centrarme en las grabaciones, y cantar más –señalaba el propio Wyatt en 1998-. Por otra parte, vi que podría escoger a músicos distintos para cada canción. Que tampoco tendría que utilizar los mismos instrumentos en todas mis composiciones. Perder las piernas me dio otro tipo de libertad”. A principios de 1974, Robert Wyatt se trasladó a una casa de campo en Wiltshire cedida por la mecenas española Delfina Entrecanales, donde grabó esta obra maestra del art rock y la psicodelia.
Rock Bottom es un disco transformador, que bascula de forma indefinida desde las atmósferas sombrías hasta el éxtasis emocional. Es clásico y experimental. Complejo estructuralmente, pero fácil de navegar. Una gema extraña. Además de su mujer -la artista Alfreda Benge (Alfie), creadora de la portada del disco y de muchas de las letras de la trayectoria de Wyatt en solitario-, éste contó con la ayuda de músicos como Mike Oldfield, Fred Frith, Richard Sinclair (Caravan) y Hugh Hopper (ex Soft Machine), además del productor Nick Mason (más conocido como batería de Pink Floyd). Esta colección de cinco canciones –y menos de 40 minutos de duración- erigió a Wyatt como uno de los compositores más importantes de la música del siglo XX. Su larga nómina de admiradores confesos incluye artistas como Brian Eno, David Bowie, Björk o Thom Yorke de Radiohead.
La gestación de Rock Bottom y la historia de amor con Alfie -que se casó con él meses después del accidente y todavía continúa a su lado-, son el telón de fondo de una película de animación que llevará al cine por primera vez los años de juventud de Robert Wyatt. A pesar de estar basada en personajes y hechos reales, y de contar con el beneplácito del propio artista, ni el fondo ni la forma de este proyecto se asemejan al de un documental o un biopic al uso. Se trata más bien de una fabulación dotada de una narrativa no lineal y una estética experimental, que combina la artesanía y la gestualidad de la animación clásica en 2D con la tecnología del 3D.
El contexto histórico de la película –el momento de declive de la contracultura hippie a principios de los setenta- tendrá gran protagonismo. También la relación de Wyatt con España, concretamente con el pueblo mallorquín de Deià, donde se concentró parte de la comunidad hippie expulsada de Ibiza entre 1970 y 1971. El escritor Robert Graves (Yo, Claudio), que residió en esta localidad durante más de treinta años, acogió al músico durante una etapa fundamental en su vida.
El proyecto, que acaba de recibir una ayuda del Instituto Valenciano de Cinematografía, está liderado por la ilustradora y cineasta valenciana María Trenor (ganadora de 15 premios en festivales como la Berlinale con su cortometraje Con que la lavare?, y candidata a un Goya por el corto de animación ExLibris); el guionista y dibujante Joaquín Ojeda (conocido por sus trabajos en televisión y películas galardonadas como El Cielo Sube o la mencionada Con que la lavare?), y el director de animación Raúl Colomer (quien también ha participado en producciones como ExLibris o El vendedor de humo, ganadora de un Goya en 2013). El equipo se completará con 60 profesionales especializados en animación en 3D. Se grabará en lengua inglesa, tendrá unos 80 minutos de duración e implicará dos años y medio de trabajo. El presupuesto estimado es de 4 millones de euros.
“Todo comenzó con una visita casual que hice a Robert Wyatt en su casa de Louth en 2014. Yo acompañaba a un amigo que estaba entrevistando a artistas del norte de Europa que habían vivido en las comunidades hippies de Deià (Mallorca) en los años setenta. Me sorprendió el enorme carisma que tenía. Yo hacía tiempo que quería dar el salto al largometraje… hacer algo artística y técnicamente interesante. De repente surgió la idea: ¿por qué no hacerlo con un personaje inspirado en Wyatt? Se lo propuse y le pareció muy bien”. También han contado con su beneplácito para las canciones de la banda sonora, que incluirán las canciones de Rock Bottom y otras de su proyecto anterior, Matching Mole.
“En animación siempre se tiende a jugar en terreno seguro, pero nosotros queremos darle mucha importancia a la experimentación tecnológica –señala Colomer-. Queremos encontrar una forma distinta de contar historias reales a través de la animación, alejándonos del automatismo de la producción industrial. El mayor reto será llevar al 3D el estilo gráfico de María, que es muy expresionista, plástico y gestual”. Es, en su opinión, un buen momento para hacer rodar el proyecto, puesto que, “después del efecto Pixar, que ha hecho mucho daño a la animación para adultos”, ahora vivimos un renacimiento de este tipo de cine.
Otra de sus preocupaciones es huir de los clichés estéticos que siempre han rodeado a la contracultura hippie. “Todo eso del flower power no tiene nada que ver con la verdadera estética underground de principios de los años setenta”, explica Trenor. Ella se siente mucho más cerca del estilo inquietante de ilustradores como Mati Klarwein y de películas de culto como Planeta Salvaje (René Laloux, 1973) y The Wall (Alan Parker, 1982).