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'Aspergers are us': un grupo humorístico formado por autistas

Uno de los mejores y más singulares documentales de 2016 trata sobre los espectáculos de comedia que un grupo de autistas hace, de gira, por Estados Unidos

28/01/2017 - 

VALENCIA. Formados en 2010, ‘Asperger´s are us’ es un grupo de chavales autistas que formaron un grupo cómico que realizó numerosos espectáculos por Estados Unidos contando cómo era su vida y tomándosela a cachondeo. El humor, se ha dicho siempre, es un síntoma de la inteligencia.

Su documental, titulado como su cuadrilla, se estrenó el año pasado y trata de indagar un poco en sus vidas. Al contrario de lo que estamos acostumbrados a ver en reportajes sobre enfermedad, no estamos ante un trabajo que termina encontrando la lágrima sino, precisamente, ante todo lo contrario. Si acaso, llorar de risa.

Hay cierta oportunidad en mencionarlo ahora, cuando se están cerrando cuentas de YouTube que han sugerido en algún vídeo que el hijo del nuevo presidente de Estados Unidos podría padecer este síndrome. En noviembre, la actriz Rosie O´Donnel sacó el tema y tuvo que echarse atrás ante la amenaza de una demanda.

Por un lado surgía la oportunidad de manifestar que el autismo no debe ser un tabú, por otro, el derecho a la intimidad de un menor que no tiene por qué compartir su historia médica con los habitantes del globo terráqueo.

En mi opinión, prevalece el interés de este último en esos términos. No hay derecho a que los movimientos de un menor desencadenen un debate público sobre su salud. Pero también es cierto que a día de hoy es imposible que algo así no se produzca cuando sus padres alcanzan relevancia pública y se lo llevan a sus actos. Es lo que hay con las redes sociales e Internet.

Pero no hemos venido a hablar de Trump, sino de Jack, Ethan y New Michael, que se cambió él mismo el nombre añadiéndole el “New” (Nuevo) al que decidió ponerse porque ya era el de su padre. Unos chavales con Asperger que, tras conocerse en un campamento de verano para chicos en sus circunstancias, vieron que tenían potencial como humoristas y decidieron lanzarse a la arena. ¿Sería posible en la tan estricta moral de nuestra Península?

En el inicio del documental los chicos cuentan cómo es su vida. Hablan de ataques de ira en los que rompen cosas, de haber pasado muchos años aislados, al menos hasta que tuvieron el diagnóstico y supieron qué hacer con su vida. Es un gesto de extraordinaria valentía, en estos tiempos tan autocompasivos que vivimos, que su necesidad fuera reírse un poco de sí mismos para poder pasar el trago o, simplemente, tirar hacia delante.

En lo que es el vídeo, los colegas preparan el que va a ser su último show. Uno se va a Oxford a estudiar con una beca y ya ahí se ven de qué pasta están hechos. Su amigo y compañero, con sus gafas de sol debido a su hipersensibilidad, explica que no es descartable que lo asesinen en el Reino Unido y que por ese motivo prepara la siguiente actuación como si fuese la última.

Ese chaval, el cáustico, compara lo que hacen ellos con el deporte. Con batir récords haciendo el indio en el circo que es un estadio deportivo. Para él, enfrentarse a una audiencia y hacerles reír es mucho más que eso. Y qué podemos decir, sin duda alguna lo es.

Se agradece, por otra parte, la sobriedad de la realización del documental. Es frío y distante. Sin zarandajas, la única intervención del narrador son unos rótulos que marcan lo que queda para que llegue el día del espectáculo.

Luego, además, el menda exalta el artisteo en su más pura esencia cuando proclama que actúan para sí mismos. Y el que no lo pille, él verá, pero que su objetivo es reírse ellos. No parece lejos de la verdad.

No es fácil, ni mucho menos, aunque pueda parecerlo, lo que llevan a cabo. Por ejemplo, no quieren que vayan sus padres a verlos actuar, aunque se mueran de ganas.

Eso les genera inseguridades y abre la caja de los truenos. Es duro porque, según explica el propio padre de uno, el autismo es una forma de estar relacionado con uno mismo y no con los demás que excluye todo, hasta a los propios padres. El espectador sufrirá en esa parte. Cuando se ponga en el lugar de ellos.

Entonces llega el anunciado espectáculo. La primera broma es sobre cómo serán sus funerales. Pisan fuerte y hay público que se va. Hacen gansadas sobre el presidente, imitan a famosos. Todo con un sentido del absurdo de primera calidad. No hay un final en alto. La cosa se va como llegó. Y eso es lo mejor de Asperger´s are us, lo profiláctico.

Enseña sin dar lecciones y no solo en su contenido, sino que con su propio estilo, nos enfrenta a la discapacidad con tanto éxito que la reflexión termina siendo universal. Porque exalta una noble virtud, quizá la más elevada. Reírse de uno mismo y no del otro. Ese pequeño paso. Tan valiente. Tan importante y necesario.

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