¿Existe el poder terapéutico de la ropa o es solamente una excusa para comprar? Nos decimos que una prenda concreta nos hará ganar confianza, que tendremos mayor fortaleza, ropa que va con nuestro carácter y que nos ayuda a definirlo, incluso prendas que nos cuentan una historia. ¿Qué hay más allá de los fragmentos de tela que usamos para vestirnos?
VALÈNCIA. Renovar el armario también conlleva, aunque no nos demos cuenta, una renovación de nuestra autoestima. La moda puede hacernos sentir más seguros, seductores, impulsarnos de manera más efectiva en nuestros objetivos ya sea consciente o inconscientemente. El poder de la moda sobre nuestra autoestima varía de una persona a otra porque cada persona tiene unas necesidades, un entorno determinado y manera de ser, además de un físico que determina en gran parte las prendas elegidas. Sin embargo, hay cuatro componentes, cuatro frases que nos repetimos en momentos concretos cuando nos decidimos a llevar una pieza de ropa buscando en ella algo más que vestirnos. Analizamos esos cuatro fundamentos en los que la moda nos protege externamente y, de algún modo, también internamente con nuestros sentimientos.
Suena a justificación fácil de comprador compulsivo y adicto a las ofertas on-line, sin embargo, algo tan básico como eso supone algo más importante. Ese argumento es el que se esconde detrás de todas las prendas que tenemos en nuestro armario desde hace años y que resisten los cambios de la moda y el paso de las tendencias. Los jeans que después de probarnos mil y una opciones acabamos poniéndonos sintiéndonos cómodos, ese jersey en el que empieza a dejar huella el paso del tiempo pero que nos negamos a retirar del armario o el vestido que no sigue ya ninguna tendencia actual pero en el que confiamos siempre que tenemos una cita importante.
¿Qué convierte a esas prendas en imprescindibles dentro de nuestro armario? Es sencillo, el corte, el tejido, color y, sobre todo, que se adapta a nuestra silueta a la perfección consiguen que confiemos en ellas siempre y que llevándolas nos sintamos seguros y podamos despreocuparnos en una situación estresante de nuestro aspecto porque sabemos que esa prenda no nos fallará. Esta característica pasa solamente con muy pocas piezas de nuestro armario y es tan poco habitual como ver pasar una estrella fugaz. Sin embargo, nada tiene que ver con el precio o la calidad de esas prendas aunque es cierto que es más frecuente que nuestra ropa preferida sobreviva al paso del tiempo si además está confeccionada con esmero y en un tejido de calidad. Tiene más que ver con la atención que le prestáramos en el momento de su compra. Quizás nos la compramos fijándonos previamente más en como esa pieza se adaptaba a nuestra silueta que en otros factores o que tuviéramos la suerte en ese momento de encontrar un vendedor que supo aconsejarnos muy bien y nos ayudó a decidirnos, algo que, por cierto, es poco habitual en la actualidad principalmente en las tiendas de moda low cost.
¿Exageran las revistas y expertos de moda cuando hablan del “power dressing”? El término hace referencia a aquella moda que nos da una imagen poderosa y que consigue que ganemos confianza en nosotros mismos por la imagen de fortaleza que proyectamos en los demás. El “power dressing” está muy bien valorado cuando se trata de estilismos profesionales orientados, por ejemplo, a una reunión de trabajo o que llevamos en un determinado ámbito profesional. Los yuppies de los noventa, por ejemplo, confiaban plenamente en el poder de la moda para ayudarse en su escalada profesional, en la actualidad, en cambio, los millennials les han demostrado que su teoría no es tan infalible como pensaban.
Unos investigadores americanos acuñaron el término “enclothed cognition” tras confirmar la existencia de la relación directa que existe entre nuestras sensaciones psicofísicas y lo que llevamos puesto. Es decir, que hay un componente psicológico determinado por la moda. Un traje de chaqueta de corte impecable puede provocarnos una sensación de mayor seguridad o un vestido que se adapte a nuestra figura realzando nuestros puntos fuertes nos hará sentirnos más seductoras. No es nada nuevo pero sí lo es que la ciencia lo haya demostrado con un estudio que “racionaliza” las sensaciones que en ocasiones la moda puede provocarnos. La ropa convertida en una “armadura psicológica” con espíritu de conquista, así podría definirse el “power dressing”.
Algo similar ocurre también con ciertos accesorios, el ejemplo más claro son los zapatos de tacón. La mayoría de mujeres – a no ser que no sepan caminar sobre ellos- cuando calzan zapatos de tacón se sienten más seguras y sensuales. Al factor meramente físico, estilizan la figura y nos elevan o al cultural por asociarse a la femenidad y seducción, se suma uno más sorprendente ya que justo en el talón el pie se encuentra un punto fundamental en la acupuntura que se relaciona con el miedo y que al estimularlo hace que aumente nuestra fortaleza para combatirlo.
En resumen, no hace falta una larga investigación científica ni otros argumentos extrasensoriales para confirmar algo que vivimos de forma intuitiva con la ropa y los complementos. Existe la moda que es capaz de darnos un extra de confianza y debemos usar también ese arma en nuestro beneficio , sea cual sea la causa.
Lo decimos a veces así de alegremente como si la ropa fuera un amigo fiel o un miembro de nuestra familia. Excesivo, pero es verdad que hay prendas que no nos abandonan en las situaciones más adversas, ropa que no nos falla cuando hacemos un movimiento brusco y el escote se mantiene en su lugar, mangas que no muestran al mundo el sofoco que estamos pasando, pantalones que no dejan al descubierto zonas comprometidas cuando nos agachamos o vestidos cuyos bajos no tienen vida propia y nunca nos traicionan a pesar del viento y nuestros andares.
La ropa que llevamos forma parte de nosotros y también de nuestras vivencias. Seguro que más de uno puede recordar lo que llevaba el día en el que conoció a aquella persona tan importante en su vida o cuando consiguió su primer trabajo. Esas historias son las que cuenta la moda. También cuando no ha formado parte siempre de nuestro armario y son piezas heredadas o que nos han regalado suman historias que contar y que, de algún modo, nos transmite a nosotros cuando la vestimos. La ropa tiene en muchas ocasiones un componente sentimental que sobrepasa los años y nuestra propia experiencia vital.
Ésta es una prueba más de que la moda es, en muchas ocasiones, algo más que ropa.