MEMORIAS DE ANTICUARIO

Arte en la botica. Arte y coleccionismo médico 

5/03/2017 - 

VALÈNCIA. El arte en sentido más amplio se cuela en todas las disciplinas humanas. Si existe el arte de la muerte, de lo bélico, con toda clase de artefactos destinados a la destrucción del otro, - tarde o temprano tendremos que hablar de ello- existe también aquel dirigido a conocernos mejor por dentro, para luchar contra la enfermedad o lo que nos destruye y el arte que nos arropa, nos acompaña y nos da un empujón, para a llevar mejor el dolor.

En la consulta, piezas de anticuario 

Los utensilios que podían hallarse en las consultas médicas o en las boticas allá por la Edad Media- inicialmente unas y otras se confundían- tenía nuna función eminentemente práctica (instrumental, botes de conservación y almacenamiento en grandes estanterías…), por lo que no es fácil hallar piezas especialmente trabajadas decorativamente en un mundo de alquimia y pócimas sanadoras. A pesar de ello siempre hay excepciones, y en este caso, de excepción. La farmacia islámica- también la judía- en el ámbito valenciano, tiene un importante desarrollo, lo que hace que se desarrolle una alfarería dedicada a la guarda de toda clase de productos orgánicos, o no. El Albarelo musulmán e hispano morisco- es el padre de lo que vendrán a ser los tarros de farmacia, que dada la calidad de su preciosa decoración en reflejo dorado son exportados por toda Europa, aunque en otros países también existían magníficas manufacturas de estos tarros de farmacia como en Italia o Países bajos. A partir de ahí, hasta el modernismo, la decoración y forma de estos botes farmacéuticos se ha venido configurando según los diversos estilos de cada época. Las estrellas de las subastas internacionales son los albarelos medievales que pueden alcanzar precios astronómicos puesto que, como objetos de uso diario en su momento, no han llegado demasiados en buenas condiciones.

Desde incluso antes de la Edad Media, hasta el siglo XIX, si ha existido un instrumento insustituible en farmacias y consultas de galenos es el mortero o almirez pues no había una forma más eficaz de triturar plantas, semillas, minerales que se obtenían de la naturaleza y que se precisaba para preparar sus mezclas y fórmulas magistrales. Se fabricaban en los talleres de los campaneros, que eran quienes controlaban perfectamente el arte de la fundición, y se realizaban aprovechando los restos de bronce empleados para la fabricación de las grandes campanas. De hecho, para saber si estructuralmente se encuentran en buenas condiciones los coleccionistas los hacen sonar con la maza o mano. El sonido que se emita ha de ser limpio como el de una campana porque de lo contrario evidenciará la existencia de daños internos. Los morteros son pequeña arquitectura doméstica, puesto que su decoración tiene una importante función estructural. De no existir estos refuerzos exteriores llamados costillas (y que en arquitectura vendrían a ser los contrafuertes), los golpes y las consiguientes vibraciones a los que eran sometidos diariamente con la maza, los irían abriendo lenta pero inexorablemente hasta hacerlos inservibles. Los más cotizados suelen ser los realizados hacia el siglo XIII en obradores todavía islámicos. Más tarde la calidad de la decoración (con letras, mascarones, relieves escultóricos etc) suele determinar el interés y por tanto el valor de la pieza. Existen también excelentes ejemplos de fundiciones centroeuropeas.

 

Las "mujeres de doctor"

En el particular mundo del arte chino existe una pieza que siempre me ha parecido curiosa. Es la llamada popularmente “mujer de doctor” y los médicos chinos la tenían en su consulta para uso diario. Consiste en una pequeña escultura de marfil de mujer recostada, y en algunos casos cubriéndose las partes íntimas con una de sus manos. Su utilidad era la siguiente: como en la cultura oriental existía un gran pudor a la hora de mostrar el cuerpo femenino, cuando la mujer acudía al médico, con el fin de conocer qué parte era la que padecía un dolor, la paciente señalaba una parte concreta de la anatomía de la pequeña figura para indicar dónde situar el punto exacto de padecimiento. Hoy en día ya no se emplean y se han convertido en objeto de coleccionismo.

 

El de los instrumentos técnicos es otro pequeño sistema solar dentro de una galaxia que es el de las antigüedades científicas, y que en el mundo anglosajón tiene muchos seguidores: fabricantes, calidad de los componentes, rareza del aparato, son las características que más se tienen en cuenta. Es en el siglo XVIII cuando se produce la explosión de la Ilustración, y cuando se inicia la fabricación en serie de estos artilugios. Los microscopios más interesantes suelen ser de talleres londinenses y parisinos (ciudades en las que se concentraban los investigadores y médicos más importantes del momento) y todavía funcionan perfectamente. Cuanto más instrumental acompañe al objeto mucho mejor, y si (quitar el si ) más si lo acompaña el estuche original. Existen aparatos que, sin pretenderlo en el momento en que fueron fabricados, hoy constituyen preciosos objetos decorativos. La pátina del tiempo, el contraste que convierte ese objeto de uso diario en un objeto de anticuario de una estética casi escultórica.

 

En mundo del libro antiguo la temática médica puede ser muy buscada. En general los libros del siglo XIX y posteriores no son de gran interés, pero si nos vamos a al XVIII y anteriores la fascinación aumenta de forma exponencial. Los libros de anatomía suelen ir decorados profusamente con grabados. Los precarios medios de los que se disponía por entonces daban lugar a teorías, cada cual más disparatada, sobre el origen de enfermedades convirtiendo ese mundo bibliófilo en una fuente inagotable de fascinación y morbo, es decir, perfecto para coleccionistas e incluso médicos especialistas, que más allá de los conocimientos de los que disponen actualmente se muestran atraídos por cómo eran tratadas las enfermedades siglos atrás.

Y como todo es coleccionable, el abanico se abre a las cosas más extrañas: los maletines de médico con un instrumental que en ocasiones parecía más el de un carpintero-por las sierras de distinto tamaño- que el de un galeno, los modelos anatómicos empleados en las universidades, balanzas de precisión o vidrio de laboratorio de todas formas inimaginables.

 

Arte contemporáneo en el hospital. El caso DKV

Un tema que está cobrando un interés creciente es el del arte en los centros de salud, habiéndose celebrado incluso seminarios específicos sobre el tema. Una iniciativa que nos toca de cerca es la protagonizada por la aseguradora DKV con su proyecto “Arte y salud”, con el que lleva a cabo la adquisición de obra contemporánea para la formación de una colección, y la cesión temporal a un centro hospitalario. Esto ha tomado forma en el Hospital de la Marina de Denia, donde hoy pueden admirarse en sus paredes  obra de artistas jóvenes, algunos de estos con una trayectoria consolidada, como Ximo Amigó, Ernesto Casero, María Cremades, Juan Cuéllar, Carolina Ferrer, Chema López, Joël Mestre, Regina de Miguel, Nico Munuera, Juan Olivares, María Ortega o Anna Talens, y así hasta una treintena.

Cada vez se habla más del arte como método terapéutico que coadyuva al proceso de curación, ya que una parte significativa de este trance se encuentra en la predisposición del paciente a ello. Por tanto, facilitar un entorno humanizado y saludable es primordial. No se trata de crear salas de exposición únicamente, sino de que se impregne el espacio hospitalario de un arte que invite a la vida y a la humanización de la estancia a través del color y la forma. Un arte que acompaña al paciente, pero también al personal sanitario, pues aporta equilibrio y estímulo. Para para el desarrollo de las diferentes iniciativas DKV y el Hospital de Dénia han trabajado junto con la Universitat Politècnica de València (con la Cátedra Arte y Salud) y se han hecho asesorar por un comité de especialistas del mundo del arte como Juan Manuel Bonet, galeristas y directores y gestores de museos y fundaciones han apoyado también el desarrollo de este proyecto desde sus orígenes. Aplaudimos efusivamente una iniciativa que deseamos cobre forma en otros centros de salud.