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ME QUEDA LA PALABRA  / OPINIÓN

Año nuevo

4/01/2021 - 

“Con vivos, muertos, brindando juntospor un año más, un año menos
que dolerse de esta herida y de esta luz”. Año Nuevo, Vetusta Morla.

Dejamos atrás el 2020. Un año duro. Huérfano de abrazos y besos, de cercanías insuficientes a causa de la distancia de seguridad obligada. Un año de despedidas prematuras y dolorosas, extrañas ante la imposibilidad de dar ese último adiós propicio que alivia, aunque sea parcialmente, el dolor de la pérdida irreparable. Un año de miedos, de búsqueda incesante de certezas que nos den fuerzas para continuar, un año de impotencia frente al maldito virus que, sin avisar, entró en nuestras vidas para ponerlo todo patas arriba. Un año en el que nos hemos dolido de las heridas, algunas con cicatrices palpitantes, otras aún desgarradoramente abiertas en canal.

Nosotros que ansiábamos la inmortalidad, recibimos una lección de humildad terrible. El año 2020 nos demostró que el futuro que pronosticábamos no iba a ser tal. El futuro se había vestido con el traje nuevo del emperador.

Pese a todo, este 2020 plagado de sombras, también nos ha dejado pequeñas luces de esperanza en las que es conveniente poner el foco.

Sin duda, la mejor noticia es la obtención de la ansiada vacuna contra la covid-19 y el histórico proceso de investigación previo. Nunca en la historia de la ciencia se invirtieron tantos recursos económicos y tanto talento humano para obtener una vacuna. Y todo ello en un tiempo récord. Viendo la comparativa con otras enfermedades víricas, realizada por la Universidad de Oxford, se entiende la magnitud del proceso:

Malaria: descubierta en 1880, aún no existe vacuna.

Tuberculosis: descubierta en 1882, la vacuna se halló en 1927

Dengue: el virus se identificó en 1907 y la vacuna se creó en 2019.

Polio: identificada en 1908, la vacuna data de 1955.

Varicela: identificada en 1953, la vacuna existe desde 1995.

Ébola: identificado en 1976, la vacuna se halló el pasado 2019.

SIDA: identificado en 1983, aún no tiene vacuna.

Coronavirus: identificado en 2019, la vacuna llegó en 2020.

Por otro lado, este año nos deja con una Unión Europea que, pese a sus insuficiencias, pasa por su mejor momento en décadas. Si bien es cierto que la respuesta dubitativa en los inicios de la pandemia hacía presagiar un futuro deprimente para el proyecto europeo, la reacción es digna de elogio. Tras una cumbre que ya forma parte de los anales de la Historia, los estados miembros superaron los egoísmos nacionalistas para acordar el reparto de unos fondos europeos imprescindibles para la prosperidad futura de la ciudadanía europea. A ello se le suma el reciente acuerdo del Brexit que, tras una extenuante negociación a contrarreloj, ha demostrado la fortaleza de la construcción europea frente a la demagogia nacionalista fomentada desde los movimientos ultraderechistas.

Un último logro cabe resaltarse en el espacio europeo. La garantía del suministro y el acceso a las vacunas para el conjunto de la ciudadanía europea, los criterios de vacunación – que priman el factor de riesgo como criterio de preferencia para la vacuna- así como la seguridad y efectividad de la misma, serían impensables si no formáramos parte de un proyecto supranacional que supera las posibilidades y capacidades individuales de sus estados miembros.

Ya en territorio español la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado supone una magnífica noticia. Después de tres años con los presupuestos prorrogados, los del ejercicio 2021 reflejan la realidad actual y sirven como instrumento para luchar contra las consecuencias de la pandemia, impulsan la reactivación económica y nos preparan para la recepción de los esperados fondos europeos.

En esa línea la Generalitat Valenciana ha aprobado sus sextos presupuestos consecutivos en tiempo y forma. Esta vez con el menor rechazo en la historia de la democracia valenciana. En los tiempos de crispación y polarización política que vivimos, el escasísimo rechazo a las cuentas valencianas ya supone una victoria del diálogo y el entendimiento frente a la política de bloques que pretenden construir algunos.

El año nos deja otras noticias esperanzadoras que permiten mirar el futuro con razonable optimismo. La victoria de Joe Biden en las elecciones americanas - el siguiente, Bolsonaro-, la aprobación de la Ley del Aborto en Argentina, así como la Ley de la Eutanasia o la ampliación del permiso de paternidad en las Cortes Generales, nos han arrancado una tímida sonrisa en el rictus de preocupación que compartimos desde el pasado marzo.

Y arranca el 2021 con más incertidumbre de la habitual, pero con la sensación de que empezamos a ver la luz al final de un túnel que parecía interminable. Además, sería un necio si no afrontara el año con las ganas de hacerlo un gran año.

Espero que si escribo unas líneas similares a principios de 2022, con la pandemia ya como un mal recuerdo, pueda repetir los versos de ¨Los Días Raros”. Eso le pido al Año Nuevo.

“Quién iba a decir  que sin carbón, no hay reyes magos”. Los Días Raros, Vetusta Morla.

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