La pandemia acalla los tablaos flamencos
VALÈNCIA. A pesar de haber sido declarado Patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la UNESCO en 2010, el flamenco “sigue siendo inexplicablemente ignorado, cuando no despreciado, por las instituciones”, lamenta Tina Castillo, cofundadora en 1998, junto a Anabel Vázquez y el fallecido Ferran Machado, del primer espacio dedicado en València a este arte milenario, el Café del Duende. Su local languidece estos meses de crisis sanitaria. Según cifras de la Asociación Nacional de Tablaos Flamencos de España, un 90% del público que frecuenta estos establecimientos procede del extranjero, de modo que la caída del turismo ha suspendido una actividad que ha recibido la puntilla al tener que desarrollarse a un tercio de aforo. En opinión de las agentes culturales valencianas, el flamenco debería ser “especialmente mimado y protegido por las instituciones en estos momentos tan críticos para su supervivencia, pero de momento no vemos esa actitud por ningún lado”. Su sector, que da trabajo a un 95% de la profesión, ha pedido ayuda de una forma desesperada. “Sin permitir el aforo completo de locales pequeños y sin turistas, la situación puede ser catastrófica si no acuden las instituciones a socorrernos. A corto plazo no se prevé que mejore la situación. A largo plazo, ¿quién puede mantener una empresa con gastos y sin ingresos?”.
- ¿Qué os ha provocado quejíos estos meses?
- Anabel Vázquez: La incertidumbre, la pérdida de control, el no saber qué va a ser de nosotros, y no sólo en cuanto a la salud, sino a las rutinas, a los movimientos diarios que conforman nuestras vidas sin que nos demos cuenta. De repente todo está en el aire, aunque no nos lo acabemos de creer.
- Tina Castillo: A mí los irresponsables, los perros del hortelano, la consciencia de nuestra fragilidad… Pero el quejío no es siempre de dolor, también se llora de alegría. Cuando los sentimientos son muy intensos, pueden llegar a expresarse de forma similar. En el arte sucede a menudo y el flamenco es un arte... También me provocan quejíos la entrega incondicional de algunas personas, la consciencia de nuestra fuerza…
- ¿Qué emoticonos os representan estos días y por qué?
- AV: Yo uso mucho el del asombro y el de la chica con la mano en la cabeza, que en muchas ocasiones vienen a ser el mismo. Y a pesar de que ya deberíamos acostumbrarnos a esta nueva situación, sigo usándolos porque no dejo de sorprenderme.
- TC: Yo también uso el de la chica con la mano en la cabeza ante lo que está pasando, el de la cara con los ojos en blanco ante lo que hacen y dicen algunos, y el de la risa ante el ingenio y el buen humor de muchos memes. En realidad, ya eran esos los que más usaba antes de la pandemia.
- ¿Qué os sugieren las palabras botellón, rastreador y cartilla?
- TC: Malamente lo asocio a botellón, Buenas intenciones a rastreador, e Insensatez a cartilla, que son títulos de canciones, respectivamente, de Rosalía, Miguel Poveda y Vinicius de Moraes. El último tema no es flamenco, pero pertenece a la música brasileña, que es igual de grande y apasionante.
- AV: Son términos que están muy de moda en los medios de comunicación, algunos nuevos y otros clásicos de la sociedad en que vivimos.
- ¿Qué cuentas pendientes habéis saldado durante el encierro?
- AV: Principalmente he podido disfrutar mucho más de mi familia y, gracias a internet, de mis amigos. También he dedicado tiempo a ordenar armarios, a leer, a cuidar mis plantas, a muchas cosas que siempre quieres hacer y no haces nunca. Como decía uno de los memes que circulaban por ahí, “que no me hablen del efecto mariposa, que un chino ha tenido que comerse un murciélago para que yo limpie los cristales de mi casa”.
- TC: No tenía grandes cuentas pendientes. Sólo he tenido más tiempo para mis aficiones habituales: música, cine, lectura, escritura, cocina… Yo ya hago pan en casa hace muchos años, pero en el confinamiento me quedé sin levadura y tuve que echar mano de contactos para conseguirla (lo siento, no puedo dar nombres…).
- ¿Qué proyectos profesionales ha dejado en suspenso el confinamiento?
- AV: Todo el programa de actuaciones de esta temporada, que se ha quedado suspendida y no sabemos cuándo la podremos retomar.
- TC: Difundir el flamenco a los cuatro vientos, apoyar a los artistas dándoles un espacio, crear y mantener puestos de trabajo, arrancar aplausos y lágrimas de emoción de quienes nos visitan… O sea, nuestro proyecto permanente, la razón de ser del Café del Duende.
- ¿Qué espectáculos flamencos grabados habéis curioseado?
- TC: Cositas de Enrique Morente y de Rosalía. Al maestro le habría encantado conocerla.
- AV: He visto bastantes cosas. Ahora mismo recuerdo el de la Niña Pastori en el Teatro Real, cosas de Miguel Poveda…
- ¿Qué es lo que más os ha ilusionado hacer ahora que la actividad escénica se ha reactivado?
- AV: Hace unos días estuve en un concierto de jazz al aire libre en Alborache y me emocionó volver a oír música en directo, ver a los músicos ensayar y preparar su actuación. Eso lo echo mucho de menos.
- TC: Me hace ilusión volver a asistir a cualquier espectáculo musical o teatral. En internet podemos ver muchas cosas, pero es urgente que la actividad cultural en directo se reanude, porque es el sustento de muchísimas personas. Si tenemos que ir con mascarilla, no importa, lo haremos. Lo más importante es tener salud, que decían Gomaespuma.
- En el apoyo institucional a los tablaos, ¿se va al compás o se está desafinando?
- AV: Ni lo uno ni lo otro, porque no existe tal cosa. Un arte tan inmenso y singular como el flamenco, y que ya es universal, debería ser tratado con un respeto y un especial reconocimiento en su país de origen por su enorme valor cultural, porque es un arte vivo y en evolución permanente, porque es uno de los principales atractivos de quienes nos visitan en cualquier lugar de España y porque muchísimas personas viven de ello. Resulta casi humillante que se nos englobe en “locales de ocio nocturno” sin otras consideraciones a la hora de establecer unas restricciones de aforo cuyo cumplimiento hace inviable la reapertura de nuestro café y de otros espacios similares.
- ¿Contra qué clichés tienen que vacunarse los tablaos?
- AV: No soporto cuando definen los tablaos como un espacio para público extranjero. Poder disfrutar de un buen espectáculo de flamenco mientras se toma una copa es una de las mejores opciones culturales que a mí se me ocurren. Creo que no estamos reconocidos como lo que somos: ese espacio en el que el flamenco se encuentra con el público, donde se produce una fusión entre el arte y quien lo contempla con toda su riqueza. Somos un museo vivo en el que se disfruta compartiendo emociones profundas.
- TC: Contra el de que son sitios para extranjeros. Quizá haya algunos enfocados para ello, pero no es nuestro caso. Si nuestro público mayoritario es extranjero, no es porque ese sea nuestro objetivo. Habrá que preguntarse por qué el flamenco es mucho más valorado por los extranjeros que por los propios españoles; aunque en Valencia hay buenos aficionados, parece que aún siga vigente el antiguo prejuicio que asocia el flamenco a una época de nuestra historia y a una ideología determinadas (la ignorancia puede hacer -y hace- mucho daño). A nosotras no nos importa la procedencia de nuestro público, nuestro café está abierto a todo el mundo, pero hoy en día es un hecho que la inmensa mayoría de nuestros visitantes son extranjeros, lo que en las circunstancias actuales supone un verdadero problema. Con la falta de turistas de fuera y la reducción tan drástica del aforo para los locales de ocio nocturno, nuestra existencia peligra muy seriamente.
- ¿Qué políticos han tenido duende durante el estado de alarma?
- TC: El duende es un pellizco que se siente en el alma, que sólo sale en momentos muy especiales y que viene de la hondura de una garganta, de la resonancia de unas notas de guitarra, del desgarro de un cuerpo que parece quebrarse movido por una pasión misteriosa… Yo no he notado nada de esto con ningún político, pero tampoco lo esperaba. Su misión es organizar la convivencia de las personas de la mejor manera posible, lo que es muy necesario, pero bastante más prosaico. Duende, lo que se dice duende, es difícil que tengan.
- AV: Coincido. Ninguno. El duende no es una cosa propia de políticos. Pero lo que sí han tenido algunos es bastante malaje, la verdad.
- ¿Hasta cuándo habéis jaleado a los sanitarios?
- AV: Hasta el último, pero también aplaudía a todos los que hacían posible que nos quedáramos en casa tranquilamente: trabajadores de los comercios, de las tecnologías, de limpieza y mantenimiento, de seguridad. Para todos ellos iba destinado mi aplauso diario.
- TC: Todos los días. Aún sigo haciéndolo en mi interior, aunque no salga al balcón.
- ¿A qué protagonistas de la pandemia les dedicaríais un olé?
- AV: A los políticos responsables, a los que cada día se jugaban su propia salud para cuidar de otros, a los enfermos que han salido adelante después de mucho sufrimiento, a los que no han sobrevivido.
- TC: A todos los que dedicaban -y siguen haciéndolo- horas y horas del día y la noche tratando de organizar este drama inesperado, con sus aciertos y sus errores; a los que han dado -y siguen dando- lo mejor de sí mismos por pura solidaridad, a los que colaboran siempre.
- ¿A quiénes un desplante?
- TC: A los capitanes a posteriori (un verdadero ejército), a los políticos que se pasan el tiempo poniendo zancadillas para sacar provecho, a los que critican sin descanso a quienes se están dejando la piel por los demás, a los que opinan de todo sin tener ni idea de nada, a los que sólo saben hacer ruido porque no pueden ofrecer nada más, a los que creen que lo de las mascarillas y la distancia personal no va con ellos… En fin, hay mucha gente. Mala gente, que diría Dersu Uzala.
- AV: A los que no han remado a favor, a los que no han entendido que esto es un problema muy grave al que nos tenemos que enfrentar juntos, a los que les importa poco la gravedad de la situación y sólo buscan obtener rédito político.
- ¿Con qué palo flamenco pondríais fin a esta pandemia?
- AV: Siempre se cierra por bulerías, pero yo acabaría esta pandemia por alegrías.
- TC: Con unas alegrías, claro... ¡Y que viva Cai!