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SILLÓN OREJERO

'Ab Irato', distopía con todos los miedos de la sociedad actual... a la vez

Lion Forge publica en inglés la obra de Thierry Labrosse sobre un futuro donde abunda la desigualdad, la violencia y la crisis ecológica ya ha hecho subir el nivel del mar hasta inundar las ciudades más importantes

19/06/2017 - 

VALÈNCIA. Pongamos que usted teme por el medio ambiente, especialmente después de que Trump haya abandonado los acuerdos climáticos. También sería normal que le preocupe la independencia de los gobiernos en un mundo en el que las grandes empresas son cada vez más poderosas. La desigualdad seguro que además le tendría un tanto mosqueado, el acceso a los medicamentos o las posibilidades de adquirir una vivienda entre los que tienen dinero y los que no...

Imaginemos que el machismo no le gusta, que le desagrada la cosificación de la mujer y que en un entorno de desigualdad económica, el trabajo sexual sea la única salida para muchas de ellas no le hace ninguna gracia. Digamos que la violencia policial no es tampoco santa de su devoción, no le gustan las cargas policiales indiscriminadas y extremadamente violentas y ni mucho menos que se criminalice a todo aquel que osa protestar.

Partamos de la base de que usted es un ciudadano concienciado y responsable que responde grosso modo a este perfil, que las citadas cuestiones le inquietan y que cree que hay que poner remedio y medidas cuanto antes para que la deriva que sufrimos no nos lleve a una sociedad distópica. Pues bien, ya tiene su cómic de terror: Ab Irato.

El mar lo inunda todo

El protagonista de Ab Irato tiene un granja que se ha inundado y no le queda más remedio que o morirse de hambre o irse a buscarse la vida a la gran ciudad. Opta por lo segundo, compra un billete a Montreal, una Montreal con canales, como Venecia, por la subida del nivel del mar, e intenta buscar trabajo de lo que sea. Las calles son peligrosas, nada más llegar ve como un niño saca el fusco y se carga a un adulto que, junto a otro, le estaba dando una paliza solo dios sabe por qué. Cosas de bandas, dice la policía cuando llega.

Cuando se baja del tren, la ciudad está llena de revueltas. Un grupo de rebeldes ha tomado una plaza y la policía amenaza con desalojarles violentamente. Los manifestantes protestan contra la muerte de niños por falta de tratamientos médicos y señalan como culpable a al todopoderoso magnate, en neolengua, empredendor, que vende una vacuna que retrasa el envejecimiento. Los seres humanos en esta etapa pueden vivir hasta doscientos años. Eso sí, tienen que poder pagarse el tratamiento.

Ciencia ficción ecologista y social

Como en todas aquellas películas de entre los 50 y entrados los 90 que el autor admite que modelaron su imaginación, la historia se inicia con un spot en televisión que nos pone en situación. Aparecen una serie de ángeles volando hacia la tierra prometida, son afortunados que han podido meterse un Aeternus, la vacuna de la multinacional Jouvex para retrasar el envejecimiento.

El problema que tiene el dueño del imperio farmacéutico es que hay una rebelde por ahí suelta, un lobo solitario, que está empeñada en matarle. Lo ha intentado y ha estado muy cerca, no hay modo de pararla, nadie sabe dónde está y la policía, cuando la localiza, sale perdiendo.

En esta tesitura, el protagonista conoce a una desempleada a la que solo le ofrecen trabajos de bailarina en este moderno modelo de sociedad. Va a una entrevista y sale de ahí insultándoles a todos cuando le dicen que o trabaja desnuda o no la cogen. En una de estas llegan tarde a su hotel, donde tienen alquilado cada uno una habitación del tamaño de un frigorífico, no pueden entrar y ambos se ven envueltos en las cargas policiales violentas que hay por la noche: ahí empieza la aventura.

Ab Irato se puede categorizar como un cómic de aventuras de obediencia francobelga donde lo más atractivo es sin duda el dibujo. A medio camino entre el de Griffo en Beatifica Blues o un Enki Bilal, se trata de un antiguo futuro en toda regla. Tanto por el tipo de vehículos de la policía, los trenes que hubiera imaginado Syd Mead y la ropa de todos los personajes.

En contra tampoco faltan defectos. En menos de dos páginas ya se están dando todos de hostias, con explosiones y peleitas de uno contra diez. Normal en un tebeo de aventuras, pero es que además, la citada rebelde que persigue al magnate sin descanso parece que también tiene poderes sobrenaturales. Por un momento, su obstinación y omnipotencia recuerda a la de Terminator o un personaje de ese tipo. No en vano, el propio autor declaró que le gusta circunscribirse a lo que ya está ideado y "no inventar la rueda".

Y por otro lado, las protagonistas, desgraciadamente, son guapas y están buenas. Un recurso que resulta cansino y que por muy vintage o revival que sea la propuesta muy bien podríamos ir eliminando. En este sentido, el autor, profesional del arte de las pin-ups, se defendió en la prensa de Quebec en su día con el pretexto de que una de ellas a lo que aspira es a un puesto de trabajo de stripper y en que los personajes femeninos el énfasis está puesto en su fortaleza y no en el lado sensual. Además, que cuando dibuja mujeres, qué le va a hacer, siempre le ha gustado "que sean hermosas".

De todas sus entrevistas, lo más gracioso es cuando deja la puerta abierta a una secuela de Ab Irato por el principio de que los rebeldes, una vez en el poder, lo normal es que también se vuelvan tiranos. "A pesar del final feliz, es posible que los rebeldes de hoy se conviertan en los dictadores del mañana y sus ideales altruistas sean reemplazados por una sed de poder total". En esa hipotética secuela que no ha llegado aún sí que cobra verdadero interés la historia, pues, efectivamente, no tiene nada de extraño que las víctimas se conviertan en verdugos con inusitada rapidez, especialmente en política. Y habida cuenta del fervor y la efervescencia ideológica que vivimos en estos tiempos, el pánico distópico también debe incidir en ese aspecto. Al menos es el que me aterroriza a mí.

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