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'13th' denuncia las cárceles de EEUU como un mecanismo para esclavizar a negros y latinos

Estados Unidos tiene el índice de población reclusa más elevado del mundo. Un documental de Netfix explica que se debe a una dinámica que permite la explotación en condiciones de esclavitud de esos más de dos millones de personas

29/10/2016 - 

VALENCIA. Un documental de Netfix ha impactado a las audiencias estadounidenses. El New York Times lo ha descrito como "potente, exasperante y a veces abrumador". Se trata de 13, titulado así por la Decimotercera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos, que abolió la esclavitud en ese país, pero con la excepción de las personas condenadas por algún delito.

Su directora es Ava DuVernay, la autora de 'Selma', la película sobre Martin Luther King, crónica de la aprobación del derecho a voto de los ciudadanos negros (existían múltiples obstáculos legales en algunos estados para que se ejerciera), en la que se acusó a la directora de ser excesivamente fría y distante. Cualidades que igual no son bienvenidas en el cine, aunque sea basado en hechos reales, pero que son fundamentales para ejecutar un buen documental, como ha sido el caso.

13th tiene un inicio demoledor. Y se limita solo a arrojar cifras. Estados Unidos, dice, posee el 5% de la población mundial, pero el 25% de la población reclusa. En los años 70 era de 300.000 personas, ahora ronda los dos millones trescientos mil. La hipótesis de la directora se centra en la Decimotercera enmienda de la constitución, que dice que ningún estadounidense puede ser esclavizado, sea la que sea su raza o religión, siempre y cuando no sea un recluso.

Cuando se abolió la esclavitud tras la guerra civil, se echó abajo todo el sistema productivo de los estados del sur. De repente se encontraron con cuatro millones de personas en situación de pobreza con las que "no sabían qué hacer", dice uno de los entrevistados. La maquinaria del estado pronto se puso a funcionar y se les metió en la cárcel de forma masiva. Fue el primer boom de las prisiones estadounidenses, la primera oleada de llegada de presos. Muchos, por delitos menores. Ridículos. Otros, directamente por leyes de vagos y maleantes o contra la mendicidad. Una operación a gran escala rodeada de alarma social, demonización y alerta de los peligros que suponían para las mujeres blancas.

Refugiados en su propio país

En esa alarma participó la famosa película 'Birth of a nation' de DW Griffith, que mostraba una imagen romántica del Ku Klux Klan. El documental cuenta que el KKK jamás había quemado una cruz en sus rituales y que la costumbre surgió, precisamente, después del éxito de este film, que convenció hasta al presidente Wilson. Esta película, explica el reportaje, generó otra ola de terrorismo contra los negros y estos, con los años, fueron abandonando el sur en dirección a las dos litorales del país, fundamentalmente. Y no lo hicieron "como emigrantes buscando nuevas oportunidades", sino "como refugiados huyendo del terror".

Pero ese terror nunca se fue realmente. En los años 60 se incrementó el crimen en Estados Unidos con los baby boomers, la generación nacida tras la Segunda Guerra Mundial. Fue la oportunidad para los políticos de relacionar ambos fenómenos con la lucha por los derechos civiles de los negros. Según el documental, se trasladó a la población blanca norteamericana la idea de que si se daban derechos a los negros, lo que ocurriría serían crímenes porque estarían fuera de control. El aumento de la criminalidad avalaba la falacia.

El lenguaje político no pudo abordar la cuestión directamente. Una grabación secreta de Lee Atwater, estratega de las campañas de Reagan, evidenció cuál era la táctica. El asesor decía que hasta los 50 podían hablar en campaña de "niggers" (negratas), después la disputa pasó al transporte escolar, porque ya no se podía decir "niggers", eso te catalogaba de racista, y el debate racial, que es uno de los ejes fundamentales de la política estadounidense, se dirimía en términos económicos. Pero según Atwater, siempre con propuestas que claramente hacían más daño a los negros que a los blancos.

Eufemismos para ir contra los negros

Durante las crisis del petróleo, con la llegada de Reagan y su neoliberalismo, se eliminó buena parte del aparato de asistencia social. A los blancos de clase alta les prometía bajadas de impuestos -a costa de los servicios sociales- al resto de los blancos "ley y orden", el nuevo eufemismo de la política racial. Todo gracias a la "guerra contra la droga"

Durante los 70, con el pretexto de la lucha contra la droga se encarceló a cientos de miles de personas por tener marihuana. Esa fue la lucha represiva contra la izquierda. Se instrumentalizaba esa droga para ir contra ese colectivo. Lo mismo ocurrió con la heroína, que en este caso era contra los negros. En los años 80, con la aparición del crack, la represión policial se endureció. Incluso diferenciando claramente la cocaína, que era una droga de blancos, del crack, cocaína procesada, que era la de los negros.

Las oleadas de detenciones, sumadas a la desaparición de la asistencia social, dejó miles de familias desamparadas. En 1985 ya se había duplicado la población reclusa con respecto a los años 70 con 759.000 detenidos. En 1990, la cifra volvía a duplicarse y era de 1.179.000. En los medios de comunicación, programas como COPS, criminalizaban a la población negra. La rueda seguía girando.

En 1994, con la llegada de Bill Clinton al poder, el sistema legal levantado por Nixon y Reagan, paradójicamente, se endureció. En 2000, ya eran 2.015.000 los presos, 800.000 de ellos, negros. En unos vídeos que adjunta el reportaje, el ex presidente demócrata admite que sus medidas fueron un error y que no hicieron más que agravar el problema.

Cárceles privatizadas y trabajo reclusos: negocio boyante para grandes empresas

En la actualidad, el problema se extiende a la privatización de los centros penitenciarios y los beneficios millonarios que genera. Problema doble por el círculo vicioso de intereses que crea. Por otra parte, muchos reclusos no tienen derechos elementales de asistencia sanitaria. Y además, en el juego de intereses, entra el del trabajo de los reclusos. Microsoft. Boeing, Victoria´s Secret son algunas de las muchas compañías que recurren a la fuerza de trabajo de los presos. El nivel de beneficios de estas prácticas, beneficios extraídos de la privación de libertad, que ahora revertirlo no es nada fácil, explican.

El sistema penal es una bestia que come negros y latinos, afirma una de las entrevistadas hacia el final del documental. La autora lloró en varias ocasiones al rodarlo, pero revistas como Fortune han calificado su trabajo de "incendiario" y medios como el Guardian lo tildan de "devastador". Para comlex.com, es la película más importante que se ha rodado en 2016.