Valencia Plaza

en la calle Progreso

Tradición, autenticidad y un risotto perfecto: así se las gasta el nuevo italiano del Cabanyal-Canyamelar 

A primera vista, Augusta parece un restaurante italiano perfectamente típico y previsible. Un local acogedor con decoración estudiada y un nombre que no da lugar a muchas especulaciones sobre la procedencia geográfica de su cocina. Muy de velada romántica. Por eso sorprende bastante descubrir que detrás de las apariencias hay un chef con ganas de representar la gastronomía de su tierra con autenticidad, pero un poco a su manera. Algo que no sería posible sin la existencia de unos propietarios dispuestos a no rendirse a la faceta más popular y trillada de la gastronomía transalpina.

El pasado mes de octubre, Filippo Bianchi, Davide Poggi, Maurizio Salierno y Fabrizio Pellizzon inauguraron Augusta con una visión de negocio construida gracias a la experiencia que cada uno de ellos ha recabado a lo largo de su trayectoria en el sector de la hostelería. Los cuatro socios son italianos, pero se conocieron en Nueva York. Filippo, que es el único que reside de forma permanente en Valencia, es quien nos atiende en esta primera visita al restaurante.

Estamos en la calle del Progreso del barrio del Cabanyal-Canyamelar y el local, que antes era una antigua vivienda marinera, es una bombonera: luminosa por el día, cálida e íntima por la noche, y cuidadosamente amueblada con maderas nobles que tuvieron otras funciones en vidas pasadas -los bancos en los que se sientan los clientes pertenecían a una iglesia vallisoletana del siglo XVI, por ejemplo-. Todo eso está muy bien, pero ¿qué hace diferente a Augusta de otros restaurantes italianos de la ciudad?

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